Del bosque al desierto: traficantes cambian de tierra para el cultivo ilegal de marihuana en California
La masacre ocurrió el pasado 7 de septiembre en una comunidad rural de Riverside, a poco más de 100 millas al este de Los Ángeles, en California. La Policía encontró seis cadáveres con impactos de bala y una mujer que agonizaba en un sitio donde cultivaban ilegalmente cientos de plantas marihuana. Trataron de salvarle la vida a ella en un hospital local, pero falleció debido a las heridas.
Las víctimas eran inmigrantes de Laos, un país del sureste asiático. Este caso sigue bajo investigación. No se ha revelado el motivo del ataque, ni quién es el dueño de la propiedad. En ese lugar había más de 1,000 libras de marihuana procesada que se habrían vendido en el mercado negro hasta en $5 millones, cientos de plantas de cannabis y un laboratorio para extraer el aceite de esa hierba.
Cuando ocurrió este horrendo crimen las autoridades ya tenían identificado al condado de Riverside como el nuevo epicentro de los sembradíos ilegales de marihuana en Estados Unidos. Por muchos años, incluso abarcando la época de la despenalización del consumo recreativo de la hierba en enero de 2018, ese título lo tuvieron las fértiles regiones boscosas del norte de California.
Solo durante 18 días que un equipo policial dedicado a la erradicación de ese tipo cultivos colaboró con la Oficina de Alguaciles de Riverside, lograron arrancar unas 293,000 plantas que crecían en zonas remotas y en reservas forestales. No encontraron tanta hierba en ninguno de los otros 28 condados donde realizaron operaciones similares a lo largo de 90 días.
Los decomisos en Riverside contribuyeron para que este año destruyeran 1.1 millones de plantas de cannabis en 455 sitios en todo el estado, eso es 170,000 más que en 2019. Ni la pandemia detuvieron las actividades de los grupos del crimen organizado.
“El número de plantas erradicadas y de los plantíos detectados es más alto este año que en 2019, a pesar del covid-19 y un número mayor de fuegos forestales”, recalcó el fiscal estatal Xavier Becerra en una conferencia de prensa en la cual se difundió el resultado de dicha campaña.
Divididos en tres equipos que se enfocaron en el sur, centro y norte de California, cientos de policías incautaron además 20 toneladas de marihuana procesada en 55 cultivos clandestinos, arrestaron a 140 personas y confiscaron 174 armas de fuego, informó el fiscal Becerra.
“Se fueron hacia el sur”
A diferencia de otras temporadas de siembra, en esa ocasión notaron que los sembradíos eran más pequeños y que proliferaron en una región poco explotado por los narcos: el desértico sur del estado.
“Lo que es diferente (este año) es el tamaño de los sitios. En terrenos públicos encontramos menos plantas, en promedio un par de miles de plantas. Y vimos que estos sitios de las organizaciones de tráfico de droga se fueron hacia el sur (de California). Parece ser una tendencia”, dijo Jack Nelson, comandante del programa estatal contra el plantío de marihuana, conocido como CAMP.
Varios plantíos ilegales en Riverside estaban en comunidades rurales, con calles de terracería. Los contrabandistas trataron de ocultarlos con mallas oscuras y lonas de plásticos, pero desde el aire el verdor de la marihuana contrastaba con el terreno árido, incluso a millas de distancia, según se observa en un video publicado en la cuenta de Twitter del fiscal Becerra.
Este nuevo método es bastante temerario, pero facilita el transporte de la mercancía, a diferencia de los campamentos clandestinos que se instalan en el corazón de las reservas forestales, donde sólo pueden llegar caminando varias horas por terrenos accidentados y peligrosos cañones. Para esas operaciones se necesitan al menos dos equipos, quienes se quedan allá arriba por varias semanas hasta el final de la cosecha y quienes se encargan de llevarles víveres y transportar poco a poco el producto.
La Fiscalía estatal señala que dos carteles mexicanos tienen ese modus operandi: el de Jalisco (CJNG). Su objetivo es evitar una frontera cada vez más vigilada. Los bultos llenos de esta hierba típicamente cruzan en las espaldas de los transportistas, que siguen múltiples rutas en el desierto.
La despenalización del consumo recreativo de la marihuana en California, por otro lado, les ha permitido hacerse pasar por empresas legítimas . El ejemplo más claro es el enorme cultivo que a finales de mayo descubrieron en Blythe, en Riverside, cerca de la frontera con el estado de Arizona. Se ocultaba tras la fachada de una operación autorizada de cáñamo. De hecho, la economía de esa localidad ha florecido por la legalización de los productos de cannabis.
En ese lugar, donde crecían más de 114,000 plantas, tenía una extensión que superaba los 200 acres. Había más de 360 invernaderos operados por más de 100 personas y la Policía tardó tres días para desmantelar por completo esas instalaciones. Solo una foto aérea logró abarcar todo el sembradío.
La bodega de los carteles
En años recientes, varias operaciones ilícitas de ese tipo fueron desmanteladas en Riverside. En 2019, unas 40,000 plantas crecían en una propiedad que abarcaba una cuadra entera. Los narcotraficantes perdieron mucho ese día: 20,000 libras de la droga valoradas en 20 millones de dólares. Todo se descubrió porque los vecinos llamaron al 911 por un intenso olor.
Riverside es considerada como una de las principales bodegas clandestinas de los carteles mexicanos. Es el cuarto condado más grande de California y el 45% de sus 2.1 millones de habitantes son hispanos.
California sigue siendo el principal proveedor de marihuana ilegal en EEUU y exporta más a otros estados incluso que México. Se sospecha que también abastecen algunos dispensarios legítimos.
Ya sea en el bosque o el desierto, las agencias policiales han detectado que estos sembradores usan el peligroso fertilizante carbofurano, prohibido por el gobierno de EEUU. La Agencia de Protección Ambiental (EPA) vetó en 2009 su uso en los cultivos de alimentos, por el riesgo de que dañe los sistemas nervioso y reproductivo de las personas, y que sea tóxico para la vida silvestre y el agua.
“Este químico es tan tóxico que una pequeña cucharada puede matar a un oso de 600 libras”, advirtió el fiscal Becerra. “Se queda en nuestro ecosistema mucho tiempo después de ser usado y nuestros equipos policiales lo han encontrado en sitios de cultivo” de los traficantes, añadió el funcionario.
El arsenal que le han quitado a estos contrabandistas, incluyendo rifles de asalto y escopetas, también ha encendido las alarmas. En el condado de Madera, uno de los sitios en el norte del estado predilectos para el cultivo de marihuana ilegal, más de 70 armas fueron confiscadas. Las portaban con el único fin de proteger varios cultivos donde había más de 50,000 plantas.
Robert Blehm, teniente de la oficina de Alguaciles de esa región, dijo que estos traficantes se adueñan literalmente de los lugares remotos y poco vigilados donde montan sus campamentos. Las armas, alertó, las usan para defenderse de sus enemigos y ahuyentar a los campistas que accidentalmente los descubren.
“Estos traficantes amenazan a la gente que pasea en esos bosques”, advirtió Blehm.
Las autoridades sospechan que estos cultivos ilícitos causaron algunos de los voraces incendios forestales que aún arden en el norte del estado. Este año más de 8,400 fuegos han calcinado más de 4 millones de acres y más de 9,200 estructuras. Al menos nueve personas perdieron la vida en la que ya es considerada la peor temporada de incendios en la historia de California.