Empalagosas, acarameladas, pesadísimas porque están en un constante tira y afloja, que sí, que no, que tal vez, que a lo mejor, siempre a la medida de lo extensa que vaya a ser la serie, de manera que quienes no las han visto hasta el final podrán hacerlo y ver por sí mismos cómo han decidido el final de estas parejas de la televisión que rara vez sucumben al hechizo de su atracción… porque el abuso de poder de los productores no tiene nombre y han decidido estirar, estirar, estirar el conflicto, o –cuando concretan– los arrumacos de sus personajes.