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Los cupones de comida no alcanzan para alimentarse en 99% de los condados de EEUU

Un nuevo mapa interactivo permite ver cómo este programa, que la Casa Blanca quiere limitar, ya está en dificultades.
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23 Feb 2018 – 01:09 PM EST
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Gran parte de los beneficiados con cupones realmente no pueden costear toda la comida que necesitan con ellos. Crédito: Stephen Chernin/Getty Images

Nélida Bustamente trata de ser inteligente con sus compras. Esta vecina de Chicago de 37 años busca ahorros que le permitan comprar comida fresca y sana para su familia. La fruta más madura a veces está más barata, por ejemplo, o trata de comprar carne que esté en oferta. No le gusta darle a sus hijos comida enlatada si lo puede evitarlo. A ellos, además, no le gusta. Dicen que no tienen sabor.

Bustamante recibe alrededor de 210 dólares al mes en ayuda para comprar alimentos, a través del Programa Suplementario de Asistencia Nutricional (SNAP), también conocidos como cupones de alimentos.

“A veces es suficiente, pero a veces tengo que comprar más”, dice Bustamante. “Todo depende de si tengo todas las horas en mi trabajo. A veces me quitan horas y a veces estoy a tiempo completo”.


La asistencia alimentaria no alcanza en un 99% de los condados de EEUU y en el Distrito de Columbia, de acuerdo a un nuevo reporte publicado por el Instituto Urbano. En promedio, los beneficios de los cupones se quedan cortos en 46.50 dólares por persona cada mes. Estos hallazgos contrastan fuertemente con el debate presupuestario actual en el partido Republicano, sobre cortar drásticamente esta ayuda o solicitar requerimientos de empleo para acceder a esta.

Este mapa del Instituto Urbano revela el complejo escenario al que se enfrentan las familias más vulnerables de EEUU. Alrededor de todo el terreno continental, el costo promedio de una comida para alguien de bajos ingresos es de 2.36 dólares, similar al valor en Chicago. Pero ese costo es un 27% más alto que el promedio de beneficio máximo que reciben los hogares sin ingresos netos, el que es de 1.86 dólares.


“Para la mayoría de los beneficiados, lo que hacen los cupones es complementar el presupuesto alimentario de una familia”, dice el reporte. “Pero para los casi 4 de cada 10 hogares que tienen cero ingresos netos, el beneficio máximo de SNAP es única form para que las familias paguen por las cenas que necesitan, y así reducir niveles mínimos de nutrición y reducir la inseguridad alimentaria”.

A principios de febrero, el gobierno de Trump publicó su propuesta de presupuesto para 2019, la que incluyó una propuesta que cambiaría todo: reemplazar las tarjetas electrónicas del sistema por cajas de comida al estilo de lo que hace la compañía Blue Apron, las que han llamado ‘Harvest Boxes’. Muchos expertos reaccionaron a esta idea diciendo que es inconcebible y que incluso podría ser una cortina de humo para enmascarar cortes más profundos. A pesar de esto, el secretario del Departamento de Agricultura, Sonny Purdue, ha reiterado su apoyo a la idea. "Probablemente se rieron de Fred Smith cuando concibió a FedEx y la distribución eficiente de paquetes a sus clientes", dijo el subsecretario del Departamento, Brandon Lipps, en una columna esta semana.

El Departamento de Agricultura de EEUU sugirió un camino más probable para reformar la asistencia alimentaria en enero, cuando publicó su guía de principios, para que el Congreso trabaje en una nueva legislación sobre la agricultura. Una idea que aquí aparece es “apoyar al empleo como camino como un camino a la autosuficiencia, al bienestar y a la movilidad económica para individuos y familias que reciben asistencia nutricional suplementaria”. De acuerdo a las explicaciones de Sonny Purdue, establecer estos requerimientos de trabajo para los beneficiarios de los cupones de comida es una de las prioridades de SNAP.

Estas reformas al sistema de bienestar tendrán que enfrentar resistencia en el Congreso, especialmente de cara a las elecciones de mitad del mandato. De hecho, las propuestas presupuestarias ambas cámaras incluyen cortes menos severos en áreas como alimentación, vivienda y salud. Los planes de los republicanos varían en su dureza, pero son disonantes respecto a las crisis de salarios y asequibilidad en EEUU. Más de 42 millones de personas recibieron beneficios de cupones alimentarios en 2017.

La brecha existente entre el alto costo de la comida y el apoyo alimentario va más allá de las diferencias culturales y demográficas en EEUU. El reporte del Instituto Urbano explica que los 20 condados con disparidades más profundas entre beneficios y precios incluyen zonas costeras de elite —Nueva York, San Francisco y Alexandria, en Virgina—, así como condados de baja población como Blaine, en Idaho, y Leelanau, en Michigan.

De hecho, el grupo de condados con costos más altos de alimentación incluyen al menos un condado en 40 estados distintos, además del Distrito de Columbia. En esas regiones, el precio de una comida de bajos ingresos es 47% más alta que el valor de la asistencia alimentaria que se ofrece.

Para su investigación, Elaine Waxman y Megan Thompson —del Instituto Urbano— y Craig Gunderson —de la Universidad de Illinois— establecieron el valor del beneficio por comida de los cupones, usando datos de 2015. El reporte se enfoca en individuos o familias que recibieron el beneficio máximo, es decir, aquellos que tienen cero ingresos netos. Para establecer el costo promedio de una comida, los investigadores usaron el valor ajustado del Plan de Alimentos Ahorrativos del Departamento de Agricultura, un estándar nutricional de bajo costo que en realidad es criticado por ser insuficiente (uno mismo puede intentar lo duro que es este plan en esta calculadora, creada por la Universidad Tufts).

Esto es lo que demuestra la investigación del Instituto Urbano: los cupones de alimentos cubren el costo de la comida en solo 22 condados en EEUU continental. 18 de estos se encuentran en el valle de Texas. En todos los otros lugares, la brecha entre los costos y la asistencia existe, sin importar si son zonas rurales o urbanas. Cortar el programa SNAP en 213,000 millones de dólares —o en un 30% durante una década—, como propone la Casa Blanca, solo intensificará la crisis de las familias más vulnerables de EEUU. Agregar requerimientos de empleo a estas familias, que ya estarán recibiendo un apoyo disminuido, añadirá más problemas a estos hogares.


Veamos, por ejemplo, la situación de María González, quien vive en La Puente, California. Tiene 35 años y es madre soltera de cuatro niños. Trabaja dos turnos a la semana en un restaurante y, además, hace limpieza en una construcción, entre otros empleos. “Los cupones no son suficientes, pero ayudan mucho”, dice. “Creo que es alrededor de un 80% de lo que compro” (en el condado de Los Ángeles, el costo de una comida de bajos ingresos es un 38% superior al beneficio de los cupones).

Para gente como ella, un requerimiento de empleo de 32 horas por semana — lo que está proponiendo el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano para quienes reciben apoyo de vivienda— implicaría una dura imposición . Podría ser difícil que González demuestre tener esas horas de trabajo cada semana. En el caso de Nélida Bustamante, quizás la fábrica de jabones donde trabaja no le dará suficientes turnos. Las propuestas para reformar el apoyo alimentario parecen ir en contra de la realidad del programa SNAP. La investigación ha demostrado que es una iniciativa increíblemente eficiente para reducir la pobreza y que ayudó a las familias a sobrellevar la Gran Recesión. Al mismo tiempo, estos beneficios no son suficientes para los hogares más vulnerables, como lo muestra el mapa. Y cuando los cupones se acaban para ellos, los que representan 4 de cada 10 familias en el programa, pasan hambre.

Tal como con los requerimientos de empleo para salud y vivienda, el plan de austeridad para comida es poco probable en el futuro cercano. Las ‘cajas de Trump’ nunca lograrán alimentar a 42 millones de individuos de bajos ingresos cada día. Sin embargo, los cortes al programa SNAP implicarán, si es que llegan, decisiones difíciles para estos padres.

“Yo busco las tres B, bueno, bonito y barato”, dice González. “Cuando estoy trabajando y se me acaba el dinero de los cupones, me las arreglo de alguna manera. No permitiré que no coman. Cocino frijoles o lo que sea. A veces no puedo pagar la cuenta de la electricidad completa, y pago solo la mitad”.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.


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