López Obrador se reúne con comitiva de EEUU: le envía una carta a Trump para hacer las paces, no habla del muro ni de los niños separados
CIUDAD DE MÉXICO / MIAMI.- Andrés Manuel López Obrador, presidente electo de México, le envió este viernes una carta a su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump, donde le propone entablar una nueva relación bilateral basada en cuatro puntos de entendimiento —replantear el TLCAN, invertir en México, atender en conjunto Centromérica y dialogar sobre seguridad— que dará a conocer en detalle una vez que la correspondencia llegue a su destino. En su primer encuentro con una comitiva del gobierno estadounidense, no hablaron del muro fronterizo, ni de los niños migrantes separados de sus padres migrantes al llegar a EEUU.
López Obrador entregó personalmente la carta al secretario de Estado, Mike Pompeo, que le visitó este viernes en su antiguo comando de campaña de la Ciudad de México, junto con los secretarios del Tesoro y de Seguridad Nacional, Steven Mnuchin y Kirstjen Nielsen, y el consejero de la Casa Blanca y yerno de Donald Trump, Jared Kushner.
El primer acercamiento entre los representantes de Trump con el próximo gobierno de México, que asumirá el poder en diciembre, duró poco más de una hora. Se trató de "un diálogo franco, respetuoso y cordial", según dijo más tarde el futuro canciller de López Obrador, Marcelo Ebrard, en el que no abordaron a profundidad ningún tema de la relación bilateral.
"El ambiente ha sido muy bueno, yo diría que excelente. Fue una ágil y cálida conversación", comentó Ebrard durante una rueda de prensa que ofreció minutos más tarde de terminar la reunión.
"Desde luego que todavía no abordamos con detalle los temas (de la agenda bilateral). López Obrador les entregó una propuesta de bases de entendimiento entre los dos gobiernos para los próximos años. No vamos a dar a conocer los detalles de la propuesta hasta que no esté en manos del presidente Trump. Cuando el presidente Trump tenga la carta en sus manos, la daremos a conocer a los mexicanos", agregó Ebrard.
Lo único que adelantó el futuro canciller de López Obrador es que su propuesta se basa en cuatro pilares: la renegociación del Tratado de Libre Comercio del Atlántico Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés); el desarrollo de iniciativas de desarrollo "de gran calado" en México para que "nadie tenga emigrar por pobreza o inseguridad"; incluir también a los países de Centroamérica en ese esfuerzo de desarrollo; y entablar un "diálogo fructífero" en materia de seguridad.
"Esperamos que en las próximas semanas tengamos una respuesta de parte de la istración Trump (...) Diría que podemos tener un optimismo razonable de que México y Estados Unidos van a encontrar una base de entendimiento para una mejor relación", señaló Marcelo Ebrard, en nombre del equipo de transición del presidente electo.
López Obrador recibió a la comitiva estadounidense en su antigua casa de campaña, convertida ahora en despacho presidencial improvisado. El equipamiento de seguridad en los alrededores de la casa, ubicada en la calle Chihuahua de la colonia Roma, era mínimo: apenas fue acordonada con vallas metálicas de protección desde la noche anterior, y reforzada con unas decenas de policías de la ciudad. Los representantes de la Casa Blanca llegaron a bordo de tres camionetas, cada uno escoltado por un agente estadounidense de seguridad.
Decenas de personas se agolparon en los alrededores de la sede de la reunión para protestar contra la política de 'tolerancia cero' implementada por la istración de Trump, que ha resultado en la separación de miles de niños de sus padres inmigrantes en la frontera sur de Estados Unidos. "¿Dónde están? ¿Dónde están? ¿Nuestros niños, dónde están?", coreaban los manifestantes, agitando pancartas.
Durante su campaña presidencial, el único candidato izquierdista en la contienda y nuevo presidente electo insistió en la necesidad de replantear la relación de México con Estados Unidos desde el mutuo respeto.
“Estamos obligados a entendernos y a caminar juntos. No le faltaremos el respeto al gobierno de Estados Unidos porque no queremos que nadie ofenda a nuestro pueblo y a la nación mexicana. México es un país libre y soberano, nunca será piñata de ningún gobierno extranjero”, dijo López Obrador durante su multitudinario cierre de campaña en el Estadio Azteca de la Ciudad de México, días antes de ganar la elección con el 53% de los votos.
Trump, por su parte, ha dicho que está "deseando trabajar" con López Obrador, y fue uno de los primeros presidentes del mundo en felicitarlo por su triunfo el pasado 1 de julio, a través de su red social favorita, Twitter.
Hace una semana, Trump y López Obrador sostuvieron una llamada telefónica para hablar sobre proyectos de desarrollo para generar empleos en México y las negociaciones del NAFTA.
"Tuvimos una gran conversación, como de una media hora de duración, hablamos sobre seguridad fronteriza, hablamos sobre comercio, hablamos sobre TLCAN y sobre un acuerdo por separado, solo entre México y Estados Unidos", dijo Trump en un tuit.
Sin embargo, los antecedentes para lograr una relación de mutuo respeto no son los mejores. Durante los últimos dos años, Trump ha respondido con desplantes a los intentos de acercamiento del actual presidente, Enrique Peña Nieto, y su canciller, Luis Videgaray, y ha implementado políticas agresivas con los mexicanos en inmigración y comercio.
Durante su campaña presidencial, Trump calificó a los inmigrantes mexicanos como violadores y criminales. Sin embargo, Peña Nieto lo recibió en su residencia oficial de Los Pinos, aún siendo candidato. Pero este gesto no logró calmar la animosidad de Trump contra México: una vez investido como presidente, ha amenazado con bloquear las remesas que la diáspora mexicana envía desde Estados Unidos, con la finalidad de finanziar su ocurrencia de levantar un muro a través de toda la frontera sur con México.
Luego, a finales de mayo, Trump anunció la México aplicó cargas impositivas al cerdo, las uvas, las manzanas y el acero plano que proviene del norte.
Tanto López Obrador como sus otros tres contendores en las presidenciales criticaron duramente la posición blanda de Peña Nieto frente a “las faltas de respeto” del gobierno vecino. Pero ninguno hizo de ésta una bandera de campaña.