Los idiomas pueden cambiar el cerebro tanto como un músculo entrenado
Hablar más de un idioma no solo permite comunicarse de otra manera, también tiene ventajas a nivel cognitivo y hasta puede cambiar la forma del cerebro.
Existen ventajas conocidas sobre el hecho de hablar varios idiomas. Por ejemplo, las personas bilingües tienen mejor capacidad para realizar varias tareas a la vez y tienen menor riesgo de sufrir demencia en la vejez.
No todos los científicos están de acuerdo en que hablar varios idiomas influya directamente en las capacidades cognitivas; sin embargo, diversos estudios han comprobado que el cerebro de las personas bilingües es diferente físicamente.
Coloquialmente se dice que el cerebro es un músculo que hay que entrenar para que no se atrofie, como el resto de músculos en el cuerpo.
Técnicamente hablando, el cerebro no es un músculo pero sí existen maneras para ‘ejercitarlo’ y el aprendizaje de idiomas es una de ellas.
Hay algunos lóbulos o zonas en el cerebro asociadas al lenguaje que aumentan su grosor o cambian su forma con el procesamiento del entorno o los procesos cognitivos.
Aprender o hablar varios idiomas refuerza los procesos cognitivos y es lo que ocasiona el cambio físico en esas regiones del cerebro.
Los cambios son muy pequeños y no marcan una diferencia significativa respecto a otros cerebros, tampoco significa que sean mejores en cuanto a funcionalidad en comparación con los cerebros monolingües.
En cuanto a procesos cognitivos, los científicos han identificado tres diferencias básicas entre los cerebros bilingües y monolingües.
La primera es la memoria operativa, o memoria de trabajo, que es la capacidad del cerebro para trabajar con información en períodos cortos. Por ejemplo, memorizar un número de teléfono por un periodo breve.
Las personas bilingües son capaces de retener por más tiempo el número y, además, les resulta más sencillo recordarlo al revés, algo que a las personas monolingües les costará más trabajo.
La segunda diferencia es que para las personas bilingües es más fácil ver la realidad desde la perspectiva de otra persona. Esto no está ligado a situaciones emocionales o de empatía, sino a casos prácticos.
Por ejemplo, para una persona bilingüe es más fácil detectar cuando su interlocutor tiene problemas para comunicarse o expresarse en un idioma y entonces puede cambiar la estrategia para facilitar la comunicación.
La tercera ventaja es que los cerebros bilingües tienen mayor reserva cognitiva o una mayor compensación del deterioro cerebral en la vejez.
En el caso de enfermedades como Alzheimer o Parkinson, es probable que las personas bilingües tarden más tiempo en desarrollar síntomas.
Aunque está comprobado que la niñez es la etapa en la que es más fácil aprender un nuevo idioma, las ventajas también se pueden adquirir en la adultez o incluso en la tercera edad.
No existen desventajas de ser bilingüe; sin embargo, los científicos han comprobado que las personas que hablan más de un idioma tardan más en encontrar las palabras adecuadas para comunicarse y tienen un vocabulario más reducido en ambas lenguas.
Aún así, ser bilingüe no representa ninguna desventaja cognitiva y el cerebro siempre agradecerá aprender un nuevo idioma.
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