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Arte

De los semáforos a Broadway: la bailarina latinoamericana que rescató a 100 mil jóvenes a través del hip-hop

Publicado 15 Mar 2018 – 10:20 AM EDT | Actualizado 19 Mar 2018 – 01:53 PM EDT
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El movimiento es emoción. Y la emoción es vida. Eso fue lo que expresó Vania Masías Málaga, bailarina y coreógrafa peruana, cuando se refirió a los orígenes etimológicos de la palabra. Es que el nombre de Masías hoy por hoy recorre el mundo, aunque no por su talento como bailarina, sino por su increíble labor en la inclusión social a través de la danza.

Todo empezó allá por el 2004. Masías era prima bailarina del Ballet Ireland y, cuando fue de vacaciones a Lima, quedó maravillada al ver las acrobacias que unos chicos hacían en los semáforos de la capital peruana. Muchas veces no somos conscientes de esos instantes que cambian para siempre el rumbo de las cosas, y eso fue lo que pasó con Vania. A partir de allí, comenzaría un proyecto que cambiaría la vida de más de 100 mil jóvenes.

La danza como motor de cambio

Fue así como esta bailarina de formación clásica comenzó los proyectos D1 y Ángeles de Arena, con el fin de expandir la enseñanza de la danza hacia lugares a los que por ese entonces no llegaba. En particular, para Vania esa comunidad fue Pachacútec, un barrio de pocos recursos materiales ubicado en la periferia limeña. Acerca de su motivación para comenzar el proyecto, Masías expresó «Es como si me quemara algo acá adentro cuando veo cosas que no me gustan». Cree en la danza como motor de cambio y, para ello, se basa en su experiencia personal. «La danza me cambió la vida», afirma.

El impulso y sus frenos

Pero, cuando comenzó a gestar su proyecto, las dificultades no tardaron en aparecer. Para que los jóvenes pudieran asistir a clases de danza era necesario un espacio físico, transporte y profesores, además de alimentos, dado el alto índice de desnutrición que presentaban los futuros alumnos, y becas, ya que muchos chicos sustentaban a sus familias con lo que ganaban en los semáforos.

Fue así que Masías, que estudió istración de Empresas, creó un modelo que permite que el proyecto sea autosustentable en un 85 % y, además, promueve la integración social. Esa fue la génesis de la escuela de danza D1, que ofrece cursos pagos para alumnos con una mejor situación económica para solventar el proyecto Ángeles de Arena con los chicos de Pachacútec. De esta forma, además, se fomenta la inclusión social, ya que con los años los alumnos de Ángeles se convierten en profesores del D1, tarea por la que reciben un salario y amplían sus perspectivas laborales a futuro.

Un espacio sanador

En un comienzo, Vania dudaba sobre el interés que los jóvenes tendrían por su propuesta. Fue por eso que decidió optar por la danza urbana (hip-hop, breakdance, step dance), para hacerlo más atractivo y apostar a un estilo de baile que aún no tenía escuelas en Lima. Las primeras audiciones para la escuela fueron todo un descubrimiento: «Me imaginé que iba a haber tres gatos y había más de 100 chicos diciendo “quiero algo más”».

Los resultados fueron muy positivos desde un primer momento. Luego de tan solo un mes de entrenamiento, los Ángeles comenzaron a hacer presentaciones en escuelas de la zona para transmitir valores, como el trabajo y la superación personal, así como empoderar a otros chicos. Sobre la experiencia, Mesías cuenta: «El escenario cura [...] Los chicos hacían una presentación y salían empoderados, salían mirándote para arriba. De pronto, de esa sumisión que había salían completamente fuertes. Esos cambios son necesarios».

Al poco tiempo, Vania percibió que con la danza comenzaban a aflorar las emociones de los jóvenes, así como diferentes vivencias de violencia que habían experimentado o la baja autoestima que muchos sentían. Por ese motivo, redobló la apuesta e incluyó clases de clown y terapia artística y psicológica.

Orgullo peruano

Asimismo, el proyecto quiere reivindicar la cultura peruana, por lo que se trabaja con la fusión de ritmos afroperuanos junto con las danzas urbanas. Este fue el origen del espectáculo Mezcla (2007), el primero de los muchos que fueron desarrollados por la compañía de baile de Ángeles. Su éxito los llevó hasta Broadway, Nueva York, en el año 2011, donde presentaron un espectáculo fusión que fue furor en la meca del teatro estadounidense.

«Uno tiene que empoderar a estos chicos para que ellos sean los líderes que van a inspirar a miles. Es un efecto en cadena», expresó Vania. Y vaya si ha sido así. Según  The Guardian, en la actualidad el programa incluye a siete mil jóvenes y se calcula que, desde el 2005 hasta el día de hoy, son más de 100 mil los alumnos que han pasado por sus clases de danza. Además, muchos de los graduados se han convertido en líderes y profesores del D1, así como también de los propios espacios que generaron en sus comunidades de origen.

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