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Bebidas

El sabor ácido de los vinos

Publicado 23 Abr 2007 – 10:03 PM EDT | Actualizado 2 Abr 2018 – 09:15 AM EDT
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La acidez es una de las características más importante del vino.
 
La percepción de una solución ácida se manifiesta como “picante” sobre la parte lateral de la lengua y sobre el interior de las mejillas.

Las soluciones ácidas tienen la propiedad de liberar protones hidrógeno H+ al medio líquido en que se encuentran. Una vez en la boca, estas sustancias ácidas, que se encuentran en el vino, liberan los protones H+ que se ponen en o con las proteínas que están situadas en las membranas de los botones gustativos del fondo de las papilas. Se origina así, una estimulación que pasa por la zona lingual y luego se dirige al cerebro.

La información que le llega al cerebro es “tratada” y después el degustador puede expresarla en forma de juicio, recurriendo siempre a la memoria que le permitirá establecer su referencial gustativo.

Las principales sustancias ácidas en los vinos son las provenientes de la uva como por ejemplo los ácidos tartáricos, ácidos málicos y los ácidos cítricos.

Los ácidos que son provenientes de la fermentación son los succínicos, los lácticos, los acéticos, entre otros más.

El ácido tartárico es el específico de la uva y el vino; es el ácido más fuerte de todos.

El málico se encuentra en las hojas y los frutos y es un ácido muy frágil.

El ácido succínico se encuentra en pequeñas proporciones en el vino, y los gustos de este ácido son a veces salados y a veces amargos.

El ácido láctico se encuentra principalmente en los vinos tintos.

Por último el ácido acético se encuentra en todos los vinos.

Para poder empezar a percibir la acidez, se recomienda  degustar primero los vinos blancos para luego pasar a los tintos.

Los vinos que presentan demasiada acidez, se tornan “agresivos” y hasta desagradables, y en cambio una insuficiente acidez hace que le vino sea frágil, de color apagado y sabor “blando” o “pastoso”.
 

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