Por qué la ofensa de la "isla de la basura" contra Puerto Rico recuerda a muchos cómo era vivir en EEUU durante el gobierno de Trump
Donald Trump continuaba sin disculparse este martes con Puerto Rico tras el escándalo por un mitin de campaña en Nueva York en el que un humorista calificó a Puerto Rico como "una isla de basura flotante".
La ofensa, que Trump dice no haber escuchado, provocó encontradas emociones entre los habitantes de la isla y numerosos latinos, que recuerdan ahora cómo este tipo de ofensas eran cotidianas durante el pasado gobierno de Trump.
“Estoy aquí para decirles que, aunque algunos lo hayan olvidado, yo recuerdo. Recuerdo cómo era cuando Trump era presidente", escribió el martes en sus redes sociales el cantante boricua Marc Anthony.
En varias ocasiones en los últimos meses, Anthony ha lamentado que muchas personas hayan olvido "el caos" de vivir en los tiempos de Trump como presidente, en los que cada día una nueva ofensa, ocurrencia, despido, idea descabellada o escándalo eran titulares en todo en todo el mundo.
Muchos temen ahhora que, de volver a la presidencia, este tipo de discurso vuelva a entronizarse, como cuando defendió a supremacistas blanco que portaban antorchas y decían frases fascistas en Charlottesville.
Sea como fuere, el mensaje de que tiempos pasados fueron mejores parece haber calado en la población estadounidense, que según el promedio de encuestas muestra al expresidente cuello con cuello a la vicepresidenta Kamala Harris de cara a las elecciones la próxima semana.
A juzgar por el apoyo popular que mantiene, no parecen haberle pasado factura las múltiples polémicas que protagonizó durante sus años en la Casa Blanca, y que para muchos analistas fueron de los más crispados y agresivos en la historia reciente de Estados Unidos.
Desde su gestión de la pandemia de coronavirus a sus cuestionadas medidas frente a la migración irregular o sus cuentas pendientes con la justicia, estas son algunas de las polémicas que tuvieron como protagonista al candidato republicano y que muchos ven como un anuncio de lo que podría venir si volviera a ser elegido:
1. Migración durante el gobierno de Trump: niños encerrados en jaulas
Desde que “Construyan el muro” se convirtió en uno de sus lemas de la campaña electoral en 2016 —y que ahora vuelve a retomar apostando por su ampliación—, Trump siempre ha dejado claro la importancia de su particular cruzada contra los inmigrantes irregulares en la frontera con México.
Aunque las estadísticas contradicen su discurso, a ellos los acusa falsamente de protagonizar una “invasión masiva” responsable de los crímenes y la pobreza en Estados Unidos. En 2018, Trump se refirió en una reunión a El Salvador, Haití y naciones africanas como “países de mierda”. Aunque después lo negó, incluso senadores republicanos presentes en el encuentro lo confirmaron.
Por todo ello, durante su gobierno endureció radicalmente las políticas migratorias, aprobó órdenes y acciones ejecutivas y estableció acuerdos con otros países mediante amenazas, que conformaron sin duda mayor barrera frente a la migración que el propio muro de concreto prometido.
Por ejemplo, presionó a México y países de Centroamérica para que se convirtieran en refugio de miles de solicitantes de asilo mientras esperaban durante meses o años su audiencia ante el juez en Estados Unidos, lo que provocó grandes crisis en ciudades de estos países.
Recientemente, Trump incluso presumió de haber conseguido “todo lo que quería” del gobierno de Andrés Manuel López Obrador durante su mandato, como cuando le amenazó con imponer aranceles a sus productos si no destinaba miles de soldados para frenar la migración en la frontera sur de México con Guatemala, a lo que finalmente accedió.
Sin embargo, la mayor de sus polémicas en esta área llegó cuando en 2018 anunció que los padres indocumentados podrían ser separados de sus hijos al llegar a Estados Unidos, en una aparente respuesta a las multitudinarias caravanas de migrantes que ya comenzaban a formarse desde Centroamérica. El resultado de esta política dejó dramáticas imágenes de niños encerrados en jaulas metálicas mientras esperaban a que se resolviera su situación legal, y que dieron la vuelta al mundo entre duras acusaciones de que los menores eran mantenidos en condiciones crueles e inhumanas.
A finales de 2020, más de dos años después del inicio de que se conociera esta medida, la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) dio a conocer que los padres de 628 niños migrantes separados de sus familias aún no habían sido localizados.
2. Pandemia: “inyecciones de desinfectantes” contra el “virus chino”
La postura de Trump frente al covid-19 que dejó en Estados Unidos más de un millón de muertos fue seriamente criticada por no centrar su política en la ciencia, sino más bien en la fe y en creencias más que cuestionables.
“El coronavirus va a desaparecer”, repitió el mandatario desde el inicio de la pandemia, cuando aseguró que el “virus chino” —como lo denominaba por haber surgido en aquel país, pese a que muchos lo acusaron de racista— se esfumaría cuando llegara el calor.
Trump minimizó el impacto de la pandemia e hizo caso omiso de muchas de las recomendaciones internacionales para frenarlo, como el uso de cubrebocas. En una conferencia con medios, pidió a uno de los periodistas que se lo retirara para hacerle una pregunta.
El presidente llegó incluso a sugerir en un acto público que el virus fuera tratado aplicando “luz solar” en el cuerpo humano o una “inyección de desinfectante”, tras lo que servicios de emergencia y fabricantes tuvieron que pedir a la población que se abstuviera de ingerir o inyectarse estas sustancias.
Científicos calificaron de irresponsables sus declaraciones y, tras el enorme revuelo causado, Trump dijo que estaba siendo sarcástico. Aunque su explicación no convenció a muchos.
En julio de 2020, en plena pandemia mundial, Trump notificó a Naciones Unidas que Estados Unidos abandonaría (y dejaría de financiar) la Organización Mundial de la Salud (OMS), pocas semanas después de que el presidente declarara que “China tiene control absoluto” sobre el organismo.
Su postura durante la pandemia le hizo tener múltiples enfrentamientos con el prestigioso epidemiólogo Anthony Fauci, principal responsable científico de la lucha contra el covid en el grupo de trabajo formado por la Casa Blanca y quien dirigía el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas desde 1984.
Entre muchas otras discrepancias, Fauci cuestionó la decisión del gobierno de volver a la normalidad tras el confinamiento en mayo de 2020 y reactivar las actividades al considerar que existía un grave riesgo de nuevos brotes con graves consecuencias. Fauci también calificó de “evento de superpropagación” del virus un evento organizado en la Casa Blanca con multitud de invitados en septiembre del mismo año, y que acabó con decenas de personas contagiadas (incluidos el propio Trump y su esposa).
3. Múltiples causas ante la justicia: del primer juicio político a su condena penal por delito grave
En 2019, se dio a conocer que Trump habló por teléfono con el presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, para pedirle que investigara al hijo de Joe Biden, Hunter, quien había sido asesor en una empresa ucraniana de gas. Días antes de la llamada, Trump retuvo ayuda militar destinada a Kiev que había sido aprobada por el Congreso como aparente medida de presión.
Este caso llevó al Congreso a iniciar un juicio político por los cargos de abuso de poder y obstrucción al Congreso contra Trump, quien se convirtió en el tercer presidente de la historia de Estados Unidos en hacer frente a un impeachment. Finalmente, el Senado de mayoría republicana votó para absolverlo.
Pero los escándalos judiciales salpican a Trump tras salir de la Casa Blanca e incluso antes de asumir su cargo, como sus intentos por ocultar escándalos personales en la recta final de la campaña que lo llevó al poder en 2016 tras vencer a Hillary Clinton.
El pasado mes de mayo, un histórico veredicto lo encontró culpable de más de 30 cargos por falsificar registros comerciales para ocultar los pagos a la exactriz porno Stormy Daniels a cambio de su silencio sobre una relación entre ambos y no perjudicar su campaña.
Fue la primera vez que un expresidente de Estados Unidos es condenado penalmente por un delito grave. Su sentencia continúa pendiente mientras el juez encargado analiza los efectos de la inmunidad presidencial que la Corte Suprema le reconoció al mandatario en julio, aunque solo en algunos casos.
Pero Trump se enfrenta a otros tres casos criminales: la supuesta conspiración para interferir en los resultados de las elecciones presidenciales de 2020 en el estado de Georgia, su papel durante el asalto al Capitolio en 2021 y su presunto intento por revertir los resultados de los comicios, y su mal manejo de documentos clasificados almacenados en su casa de Mar-a-Lago cuando salió de la Casa Blanca.
Este último caso fue recientemente desestimado por la jueza, aunque la decisión ya fue apelada por el fiscal especial. El resto de casos enfrentan serios retrasos por diversas cuestiones, por lo que aún no están fijadas las fechas de juicio.
Además, Trump ha enfrentado desde antes de acceder a la presidencia diversas denuncias por presunto abuso sexual. La escritora E. Jean Carroll lo acusó de haberla violado en 1996, lo que fue negado por Trump, quien la llamó “mentirosa”. Un jurado concluyó que el magnate la agredió sexualmente y difamó después con sus declaraciones. Trump tuvo que pagar el pasado mes de marzo $91.63 millones y apeló a la vez la sentencia.
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Trump quiso cambiar Puerto Rico por Groenlandia
En 2019, Groenlandia pasó a ocupar titulares de prensa de todo el mundo después de que Trump sorprendiera al mostrar interés en adquirir el territorio de Dinamarca por “los abundantes recursos de la isla y por su importancia geopolítica”.
El gobierno danés calificó de “absurda” la idea y, quizá por eso, al entonces presidente se le ocurrió que podría ser buena idea proponer intercambiar Groenlandia por Puerto Rico.
Un exfuncionario del gobierno de Trump le aseguró al diario The New York Times que el mandatario hizo ese comentario como una broma.
Sin embargo, un año después, otro exfuncionario aseguró que sus declaraciones fueron realizadas en serio. “No lo tomé como una broma”, dijo Miles Taylor, quien fue jefe de gabinete en el Departamento de Seguridad Interior.
"Él dijo que quería ver si podía vender Puerto Rico, si podía cambiarlo por Groenlandia, ya que según sus palabras, Puerto Rico era sucio y la gente era pobre", declaró en entrevista con la cadena MSNBC.
Miles expresó su reprobación por estos comentarios, hechos en un momento en que los boricuas pasaban por una situación extrema tras los huracanes.
"Se trata de estadounidenses. Uno no habla de esta forma de otros estadounidenses y el hecho de que el presidente quisiera tomar un territorio estadounidense y cambiarlo por un país extranjero es descarado", afirmó Miles, que dejó su cargo en 2019 y que después apoyó la candidatura del demócrata Joe Biden.
5. El “fraude electoral” sin pruebas y el asalto al Capitolio
El final del gobierno de Trump también estuvo marcado por una enorme polémica. Dos días después de las elecciones de 2020 en las que perdió frente a Biden, el magnate siguió atribuyéndose la victoria y acusó un supuesto “fraude electoral” que nunca ha podido ser comprobado hasta la fecha.
“Están tratando de amañar unas elecciones y no podemos dejar que eso ocurra. Nuestro objetivo es defender la integridad de las elecciones, por lo que no permitiremos a los corruptos que nos roben”, fueron algunas de sus incendiarias declaraciones aquellos días.
Hasta la actualidad, el republicano se mantiene firme en su creencia de que aquellos comicios fueron un fraude y le robaron la victoria, pese a que no existen pruebas y que toda demanda que impugnó los resultados se perdió tras investigar lo ocurrido o fue directamente desestimada.
Sin embargo, la repetición permanente de esta falsedad parece haber calado en miles de personas. Así, casi 3 de cada 10 estadounidenses y dos tercios de los votantes republicanos siguen creyendo erróneamente que a Trump le robaron las elecciones, según una encuesta del diario The Washington Post realizada a inicios de este año.
El 6 de enero de 2021, mientras el Congreso comenzaba la certificación de la victoria de Biden, Trump animó en un mitin a sus seguidores a marchar y protestar ante el Capitolio. Poco despues, miles de personas se concentraron allí y acabaron asaltando violentamente el considerado mayor símbolo de la democracia estadounidense, marcando un hecho que quedará grabado para siempre en la historia más oscura del país.
Tras la polémica que pronto dio la vuelta al mundo, Trump tardó horas en pronunciarse y lo hizo sin condenar el asalto de forma expresa. Se limitó a pedir a los manifestantes que se marchan a casa “en paz”, e insistió en que las elecciones en las que fue derrotado habían sido robadas.
Apenas una semana antes de dejar su cargo el 20 de enero, la Cámara de Representantes con mayoría demócrata acusó a Trump del cargo de “incitación a la insurrección” por su papel en los disturbios. Se convirtió así en el primer presidente de Estados Unidos en ser sometido dos veces a un juicio político. De nuevo, fue absuelto por el Senado.
A día de hoy, el del asalto al Capitolio e interferencia electoral es uno de los casos abiertos en tribunales contra Trump, al haber supuestamente intentado alterar los resultados de los comicios. Sin embargo, el juicio fue postpuesto después de que sus abogados alegaran que Trump contaba con inmunidad presidencial en aquella fecha, por lo que continúa pendiente.
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