Pedro Freites es tatuador desde hace casi una década en Venezuela. Fue quien pintó un querubín armado y dos rosas en el cuerpo de uno de los inmigrantes expulsados por EEUU a la temida cárcel para pandilleros en El Salvador. Asegura que fueron diseños que él mismo ideó y que ni sus tatuajes ni su amigo tienen nada que ver con la banda criminal Tren de Aragua.