Cómo hacer frente a la ansiedad por la guerra de Rusia frente a Ucrania
No se trata de buscar recetas mágicas: es obvio que no las hay. Una guerra es sufrimiento, incluso si la contemplamos desde lejos y en la comodidad de nuestro hogar. Es difícil —y dudosamente deseable— zafarse completamente de las devastadoras imágenes del conflicto a tiempo real. Y del fantasma de la guerra nuclear, que despierta las peores pesadillas de la humanidad.
Todo esto escapa a nuestro control. Y cuando eso sucede, nos sentimos inseguros, que es lo último que deseamos, y comienza la espiral de ansiedad. Por eso, un buen punto de partida en el manejo de la ansiedad es comenzar por aceptar la falta de control y la incertidumbre y, en lugar de ello, concentrarnos en aquello en lo que sí podemos influir.
La incertidumbre forma parte de la motivación detrás de comportamientos como el doomscrolling (el hábito de chequear constantemente las redes sociales y los medios en busca de las últimas actualizaciones sobre malas noticias y datos preocupantes). Este hábito responde al deseo de comprender la naturaleza de la amenaza: qué probabilidad hay de que se produzca, cuáles podrían ser las consecuencias, cómo se podría hacer frente y quién podría ayudar.
Todo esto sucede, además, cuando muchas personas han estado lidiando con el estrés crónico de la pandemia, los confinamientos, amenazas de covid y la catástrofe medioambiental en marcha, que ni siquiera la guerra consigue tapar.
"Para algunos, puede parecer que ya no hay buenas noticias. Esto, por supuesto, no es cierto, pero es importante que la gente no pase el tiempo agorero, sino que muestre resiliencia y gane dominio sobre la situación", dijo Barbara Sahakian, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cambridge, al diario The Guardian.
Está en nuestra naturaleza humana sentir empatía hacia otros cuando están ante un evento traumático, y es bueno y saludable que sea así. Esto es aplicable a cualquier situación dura (un virus que parece no tener fin, un tiroteo que causa docenas de muertes o la desolación de los migrantes en la frontera), así que estos sentimientos de angustia pueden (y deben) normalizarse.
Lo ideal es emprender esta normalización con precauciones como las siguientes:
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