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Donald Trump

Trump contra la Constitución: el insólito caso de un presidente que considera "fraudulenta" una ley fundamental

El presidente se retractó de hacer la próxima cumbre del G7 en su club de Doral, pero dijo haberlo hecho para acallar la críticas de los medios y los demócratas. Y puso en duda la legitimidad de un artículo de la Constitución.
2 Nov 2019 – 10:20 AM EDT
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Esa ‘cláusula de emolumentos’ que tanto molesta a Trump está en la Constitución

“Ustedes con su fraudulenta cláusula de emolumentos”, llegó a decir el presidente Donald Trump en tono molesto a los periodistas que cubrían la reunión de gabinete el lunes en la Casa Blanca en referencia a la provisión constitucional que impide a un mandatario hacer negocios con el Estado que lo beneficien a él o sus intereses empresariales.

Trump trataba de explicar las razones por las que desistió de organizar la próxima cumbre del Grupo de las 7 naciones más industrializadas en su club de golf de Doral, en Miami, asegurando que fue la andanada de críticas de los demócratas y de los medos de comunicación los que le hicieron echarse para atrás en lo que el presidente describía como un gran negocio para el país.

Pero lo que le impide hacerlo no es algo “fraudulento” como dice Trump, ni el producto de maniobras de críticos mezquinos que no quieren reconocerle sus bondades. La ‘Cláusula de Emolumentos’ está en la Constitución en sus dos primeros artículos además, lo que da una idea de lo importante que era el tema para los que redactaron el documento fundamental (y generalmente reverenciado, sobre todo por los conservadores) del Estado estadounidense.


  • En el Artículo 1, sección 9, párrafo 8, en su aspecto ‘internacional’, la provisión impide a los funcionarios públicos recibir regalos, pagos u otros valores de gobiernos extranjeros, incluyendo títulos nobiliarios que para fines del siglo XVII, cuando se redactó la Constitución podrían haber sido seductores para el más ferviente republicano.
  • En el Artículo 2, sección 1, párrafo 7, se lee el aspecto “nacional” al prohibir al presidente recibir cualquier “emolumento” del gobierno federal o de los estados que vaya más allá de la compensación que recibe por su trabajo como jefe del Poder Ejecutivo.

Así visto, parece claro que el presidente no puede ofrecer las instalaciones de su resort para recibir a seis colegas extranjeros y sus comitivas por ideal que sea y por barato que le pueda salir al Tesoro (La Casa Blanca habló de hacerlo al costo sin ganancia para la Organización Trump).

Presidente y "hostelero"

“El presidente está en el negocio de la hostelería”, trató de justificar la idea ya descartada el jefe interino de gabinete de la Casa Blanca Mick Mulvaney durante una entrevista con el canal de noticias Fox. Y como le recordó el entrevistador Chris Wallace, Trump es el presidente de EEUU, no es simplemente el jefe de una cadena de hoteles.

A estas alturas de su gobierno podría pensarse que el presidente y su equipo debería tener una mejor conciencia de qué les permite y qué no la ‘Cláusula de Emolumentos’ de la Constitución, porque desde 2017 vienen confrontando el tema en una demanda que presentaron el Distrito de Columbia y el estado de Virginia por las operaciones de su hotel en Washington DC.

El argumento de esas fiscalías es que el presidente y su organización se benefician de contrataciones que hacen con el lugar desde delegaciones extranjeras hasta empresas privadas y funcionarios públicos con el potencial beneficio de ganarse el favor del mandatario, justo lo que argumentan que buscaban impedir los redactores de la Constitución.

El tema está siendo considerado por la Corte de Apelaciones del Distrito de Columbia desde la semana pasada, luego de revertir la decisión de un tribunal inferior que desechó el caso argumentando que los fiscales demandantes no demostraron cómo los afectaba la acción bajo cuestionamiento.

¿Qué son los emolumentos?

En el centro del debate legal está el significado de ‘emolumento’, una palabra de origen latino que para el hablante de inglés pueda resultar poco común. De hecho, las estadísticas del dictionario Merriam-Webster muestran cómo su uso era más difundido hacia principios fines del siglo XVIII, justo cuando se redactaba la carta magna estadounidense.

En español es una palabra rebuscada, aunque de significado conocido: Remuneración adicional que corresponde a un cargo o empleo, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española Similar al que ofrece en inglés el Webster.

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Trump dice que por la "hostilidad" de los demócratas decidió no realizar la cumbre del G7 en su hotel de Doral, Florida


Pero el Webster da un indicio más y en su segunda acepción indica: ‘ventaja’, haciendo referencia a su uso en un sentido “arcaico”. Una palabra que no necesita muchas búsquedas ni explicaciones. Cuando alguien saca “ventaja” de su posición o su cargo nunca se trata de algo bueno. Si se trata de un funcionario público es aún peor.

El otro punto es la intencionalidad, que es algo siempre difícil de demostrar. ¿El presidente Trump simplemente ignoró la cláusula porque a él mismo le pareció “arcaica” o quizá desconocía su existencia? ¿O hubo un intercambio de favores (un quid pro quo, como el que se analiza sobre la relación con Ucrania)?

En este último caso habría que establecer una relación directa entre una transacción con los hoteles de Trump y una acción desde la presidencia a cambio para beneficiar a un país o dignatario extranjero, o a una persona o corporación nacional.

El valor de lo intangible

Al retractarse de la decisión de alojar la cumbre del G7 en su club de Doral, Trump aseguró que no iba a percibir ingreso alguno. Pero esa afirmación es rebatible.

Existe un beneficio intangible representado en el valor de promoción no pagada que recibiría el resort de Florida, que va desde el nombramiento de la marca en medio del mundo entero, hasta las presentaciones en vivo desde las instalaciones. Un reportaje publicitario desde los verdes pastos del Trump National Doral.

El valor de lo intangible lo pudo apreciar (y disfrutar) Trump cuando convertido en fenómeno político e impulsor de audiencias, logró la atención absoluta de todos los medios de comunicación.

Algunos cálculos aseguran que gracias a esa atención el entonces candidato republicano obtuvo más de $5,000 millones en publicidad gratuita, según datos la empresa de análisis estadístico de mercados mediaQuant, más que la suma de todos los aspirantes demócratas y republicanos desde las primarias hasta el día de la elección presidencial.

Es cierto que para algunos la marca Trump genera rechazo y que pasó de ser algo relacionado con un cierto concepto de elegancia y exclusividad a mancharse con la polémica política que el portador del nombre de la marca ha generado desde la presidencia. La marca Trump ya no es neutra y eso puede haber afectado los negocios, para bien y para mal.

Lo que si es claro para la Constitución es que los negocios del presidente y la política no pueden mezclarse de ninguna manera.

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