Las lluvias devuelven el agua (pero no los peces) al segundo lago más grande de Bolivia

Más de dos años después de que Valerio Rojas reportara la desaparición del segundo lago más grande de Bolivia, la lluvia le ha devuelto a la esperanza. Las intensas precipitaciones han vuelto a llenar de agua al Poopó, la fuente de trabajo de este pescador aimara y de muchas comunidades como la suya, Untavi, en el departamento de Oruro.
"Ahora está lloviendo harto y se puede decir que el segundo lago más grande de Bolivia ha regresado", afirma el hombre de 57 años. A finales de 2015, cuando ejercía como líder de su comunidad, cansado de que las denuncias que había hecho a las autoridades de su departamento fueran desoídas, recorrió los cerca de 150 kilómetros entre Untavi y Oruro y se presentó en la redacción del periódico local para denunciar que el Poopó había desaparecido.
Según los expertos, la evaporación del lago se debió a un ciclo regresivo sumado a una serie de factores como la desviación de aguas para la agricultura, la contaminación minera y el cambio climático. Ahora el agua cubre una extensión de 1,300 kilómetros cuadrados, poco más de una cuarta parte del tamaño que llegó a tener a mediados de 1980, según informó el jueves el gobernador del departamento Víctor Hugo Vásquez, tras sobrevolar la zona.
El lago, que se convirtió durante meses en una superficie plana, blanquecina y agrietada, ha ido recuperando el agua y actualmente hay zonas con hasta "un metro y medio" de profundidad, según Valerio Rojas. Sin embargo, el ecosistema aún sigue dañado y no se puede pescar ni recolectar huevos de patos ni flamencos, actividades que eran vitales para la supervivencia de su familia. Por eso, él tiene que migrar cada mes durante dos semanas al departamento vecino de Potosí para trabajar en la reparación de las vías ferroviarias.
Rojas no es el único que optó por buscarse la vida en otros lugares ante la pobreza en la que les dejó la desaparición del lago. Buena parte de sus vecinos migraron a otros departamentos de Bolivia e incluso a países vecinos como Chile o Argentina. "Y no han vuelto. Unos pocos nomás estamos", según cuenta su esposa, Cristina Mamani Choque.
"Hay agua pero no podemos decir que no haya problemas"
No es la primera ocasión en que el Poopó se retracta, pero sí la vez que más tiempo ha estado sin agua. Por la experiencia, los habitantes de las zonas aledañas al lago saben que, después de cada ciclo regresivo, tardan unos dos años en poder volver a pescar.
Valerio Rojas cree que no volverá a ver peces en el lago hasta dentro de uno o dos años y, cuando eso pase, sabe que va a tener algunos desafíos. "Nuestros barcos están abandonados y eso es un dinero", lamenta el pescador. "Nuestro gobernador piensa que es fácil porque ha vuelto el agua, pero no es así".
Milton Pérez, agrónomo de la Universidad Técnica de Oruro (UTO), que se ha dedicado al estudio del lago, afirma que otros ciclos regresivos, como los de 1932 o 1994, fueron mucho más cortos. “Fueron desecamientos temporales de seis semanas, un mes o, exagerando, dos”. La resiliencia del Poopó hizo entonces que el nivel del lago se recuperara con las lluvias, así como su ecosistema y su función como regulador de clima de la región.
Pero ahora el experto cree que es demasiado pronto para saber cómo reaccionará el lago y si será capaz de mantener el volumen de agua actual y recuperar su ecosistema. "El lago ha recuperado el agua pero no podemos clarificar que ya no haya problemas", afirma el hombre. Por eso, dice que en su departamento están solo "medio felices".
El agrónomo de la UTO asegura que habrá que esperar a finales de este año o comienzos del próximo para ver si los flamencos andinos que cada año migran desde Chile volverán a escoger el Lago Poopó para poner sus huevos después de haber tenido que desviar su trayectoria en los últimos años por la ausencia de agua.
Lo mismo sucederá con los peces que descienden del río Desaguadero, un afluente del Titicaca. "Habrá que esperar para ver sus nuevos patrones de distribución", afirma Pérez. Además, indica que hay ecosistemas como los totorales que se redujeron por la ausencia de agua y que pueden tardar entre 15 y 20 años para regenerarse.
En 1985, las aguas del Poopó llegaron a abarcar una extensión de 4,000 kilómetros cuadrados, según datos oficiales. Ahora que ha recuperado parte de su superficie, hay que esperar a ver si las precipitaciones, que han inundado diversas zonas de Bolivia este año, se mantienen para que el lago sea capaz de regenerar sus ecosistemas.