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América Latina

Las voces de mujeres hondureñas que han apostado por el asilo en España en lugar de EEUU

Honduras es el tercer país con más solicitudes de asilo en España, después de Venezuela y Colombia. Más de la mitad han sido presentadas por mujeres que han optado por ese país en lugar de caminar hacia Estados Unidos. “Allá es más difícil, el camino, todo. Allá se juega más una”, relata una de ellas.
2 May 2021 – 12:26 PM EDT
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Esta hondureña de 25 años es una las tantas solicitante de asilo en Madrid. Lleva dos años en espera de una respuesta. Ha estado casi en situación de calle porque no hay mucha oportunidades para las personas sin papeles. Ahora cuida a una pareja de nonagenarios por las noches y tiene para pagar una habitación y la deuda de su viaje. Crédito: SC para Univision Noticias

La dueña de esta historia, una joven hondureña, pide que su nombre no se sepa. A sus 25 años ha pasado por mucho. Vivió con el padre de su hijo un par de años en la frontera entre Honduras y El Salvador y fue cercada por las maras completamente.

“Él (su pareja) andaba con los chicos de la mara. Cuando me enteré de eso, hablé con mi familia. Fueron tiempos muy difíciles. Yo no podía salir a la calle porque estaba vigilada por los chicos que ponen de poste, allá les llaman así a los vigilantes”.

Un día que llevó a su hijo al centro de salud logró romper el cerco y se refugió en una iglesia. Volvió a Honduras con ayuda de unos pastores, consiguió un préstamo y huyó a España tan pronto como pudo.

Mientras cuenta su vida, la joven camina por un barrio de Madrid sin dejar de mirar sobre su hombro. Todavía no se siente segura. Lleva dos años esperando una respuesta a su solicitud de refugio y se ocupa del cuidado de una pareja de ancianos de más de 90 años a cambio de 600 euros. Espera que su situación mejore más adelante y muestra la foto de su hijo que guarda dentro de una Biblia con varios pasajes subrayados.

Muchas mujeres centroamericanas han optado por venir a España en lugar de caminar hacia Estados Unidos.

“Allá es más difícil, el camino, todo. Allá se juega más una”, dice otra hondureña, de 45 años.


Huyó de los maltratos de su marido y también lleva dos años esperando la respuesta a su solicitud de asilo. Está empleada como interna en una casa, cobra unos 900 euros y manda la mitad a su país para pagar la deuda del viaje.

Hay más de 350,000 centroamericanos registrados en España, según el Instituto Nacional de Estadística. La pupia salvadoreña Río Grande, el bar Nicaraguita, el restaurante de cocina centroamericana Volcanes son algunos puntos que delatan al grueso de los centroamericanos que está en Madrid. Llaman la atención los más de 120,000 migrantes hondureños, entre las que se cuentan a más 86,000 mujeres, que han huido de la violencia.

Karen Rodríguez, que formó la Red de Hondureñas Migradas para atender a sus pares, asegura que la migración de sus paisanos a España se incrementó tras el saqueo de la Seguridad Social y otros casos de corrupción que empobrecieron el país en 2015 y 2016.

“No había oportunidades para los más jóvenes y la única opción era migrar. Si se quedaban podían morir de hambre o morir por la violencia. Las maras también influyeron muchísimo. Hubo unos años en que se controló bastante, pero después del golpe de Estado de 2009 comenzaron otra vez”.

El pico de solicitudes de asilo de hondureños en España fue en 2019, cuando se presentaron 6,803 solicitudes frente a las 2,465 presentadas en 2018, según cifras de la Oficina de Asilo y Refugio del Ministerio de Interior. Durante el año de la pandemia, la tendencia apenas varió. Se registraron 5,536 solicitudes pese a las restricciones de viajes.

Honduras es el tercer país con más solicitudes de asilo después de Venezuela y Colombia. Lourdes Navarro, de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), señala que el Estado español está sobrecargado ahora mismo por la demanda de asilo. “El Ministerio de Interior tiene intención de resolver dentro de la ley que establece plazos de hasta seis meses, pero no siempre se consigue. Ahora mismo podemos encontrarnos una media de nueve meses y un año”.

Muchas de estas respuestas tardías, además, son negativas. La hondureña Lourdes Mejía, de 28 años, estuvo batallando alrededor de casi cuatro años para conseguir asilo y finalmente regularizó su situación a través del arraigo social que pueden solicitar los extranjeros que hayan permanecido al menos tres años en España. No tiene reparo en decir su nombre porque ya está a punto de conseguir la nacionalidad española y tiene a toda su familia en España.

“Dicen que Honduras es un país donde hay oportunidades, donde hay trabajo, eso vino a decir el ministro de Seguridad de mi país aquí a España. Si estuviéramos bien en nuestro país ¿por qué hay caravanas?, ¿por qué hay migrantes que van hacia Estados Unidos y a aquí?”, pregunta.

Sin espacio para la acogida

El aumento de pedidos de asilo también ha desbordado la capacidad de acogida que tiene España. Entre CEAR y Cruz Roja apenas ofrecen unas 3,200 plazas a nivel nacional mientras que, solo en 2020, con todas las restricciones de movilidad, se registró una media de 7,000 solicitudes cada mes.

Los ayuntamientos han entrado a reforzar la acogida de las personas que solicitan protección internacional. “La intención es evitar que estas personas caigan en situación de calle”, explica Amelia Oviedo, coordinadora de las Caracolas, un centro de acogida de emergencia en Madrid que abrió justo antes de la pandemia.

Esta iniciativa, una especie de ciudadela de casas prefabricadas, recibió en 2020 a más de 2,300 personas: unos 700 venezolanos, unos 600 colombianos y un centenar de hondureños que carecían de redes de apoyo. Muy pocas de esas personas continúan en este barrio cercado y construido junto a un polígono industrial.

La venezolana Siria Zynaldin, de 49 años, y su hijo Oswaldo, de 26, son parte de esos primeros inquilinos de las Caracolas. Ambos obtuvieron el permiso de residencia por razones humanitarias, como ocurre con la gran mayoría de venezolanos, pero en mitad de la pandemia, ella perdió el trabajo y encima le operaron de emergencia. No pudo retomar su rutina de trabajo por motivos médicos y junto con su hijo estaban al borde de una situación de calle. Pero una amiga les habló de la ciudadela para refugiados y allí se plantaron. “Esto desde el primer día ha sido una bendición”, cuenta ella.

Lo que viene después de la pandemia

Durante la pandemia se extendió la vigencia del documento (conocido como tarjeta blanca) que tienen los solicitantes de asilo y que les permite trabajar de manera temporal. Pero esta prórroga está por terminar y es imposible conseguir turnos por internet.

Yolanda Villavicencio, directora de la organización de migrantes América España Solidaridad y Cooperación (Aesco) señala que la situación es desesperante.

“La gente necesita renovar su tarjeta blanca, con fechas vencidas será difícil que conserven sus empleos o incluso que hagan una serie de trámites”, explica.


Por otro lado, el panorama desolador que ha dejado la pandemia en América Latina hace prever que más gente buscará mejores oportunidades fuera de sus fronteras. “Posiblemente venga más gente para estar incluso en la migración irregular. Gente de Honduras o Colombia, donde hay conflictos estructurales endémicos, van a venir a pesar de que aquí el trabajo vaya mal”, señala la directora de Aesco.

José Zamora, responsable de acogida de la Cruz Roja, también prevé una activación de la migración desde el otro lado del mar.

“Creemos que las migraciones procedentes de América Latina llegarán con más fuerza, ya no como solicitud de protección internacional, sino como migración económica pura y dura. Entendemos que la situación de vulnerabilidad que se va a dar en muchos países va a ser muy dramática. De igual manera está el tema del idioma común que puede favorecer para que las personas realicen una migración hacia España”.

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