Lo que aprendió Miami y Ferguson sobre reforma policial: la perspectiva del oficial que lideró esos cambios

MIAMI, Florida .- En lugar de retirarse en 2016, el veterano oficial de policía de Miami, Delrish Moss, tomó la decisión asumió uno de los trabajos más difíciles en ese momento, llevar su experiencia a Ferguson, Missouri.
A raíz de los prolongados disturbios raciales en las calles de Ferguson luego del asesinato de un hombre negro, Michael Brown, por parte de un oficial de policía blanco, esta ciudad profundamente dividida andaba en busca de un nuevo jefe de policía.
Moss, quien es afroestadounidense, creía que su experiencia directa en Miami podía resultar útil.
"Algunas de las cosas que estaban sucediendo en Ferguson fueron las peores cosas que sucedieron en Miami a principios de los años 80", le dijo a Univision Noticias en una extensa entrevista, señalando tres disturbios callejeros provocados por conocidos incidentes que involucraron tiroteos y uso excesivo de la fuerza por parte de la policía.
"Miami todavía sigue lidiando con problemas. No somos perfectos ni mucho menos ... Pero hay muchas cosas sobre Miami que definen cómo vemos las cosas hoy en día", dijo.
Moss, de 55 años, está nuevamente en Miami después de desempeñarse como jefe de policía en Ferguson durante dos años y medio, y ve que algunas cosas están sucediendo nuevamente en todo el país con la muerte de George Floyd a manos de agentes de policía en Minneapolis el 25 de mayo.
"En Estados Unidos en este momento, a pesar de lo que hemos avanzado, todavía hay una profundísima división , y políticamente, nos estamos alejando cada vez más", dijo. " Ver a un hombre sufrir y morir como en ese video fue el colmo. Creo que no importa en qué ciudad sucediera, la respuesta sería muy, muy similar a la respuesta que estamos viendo", añadió, en referencia al video mundialmente famoso en el que se ve a Brown decir que no puede respirar mientras un agente lo somete con su rodilla en el cuello.
REAL AMERICA CON JORGE RAMOS: 'Después de la protesta': Vea la entrevista (en inglés) con Delrish Moss en Facebook.
Soluciones
Pero Moss aún conserva esperanzas, confiado en el conocimiento, derivado de su experiencia en Miami y Ferguson, de que existen soluciones — desde prohibir los estrangulamientos (en inglés: ' chokeholds') y elevar los estándares de reclutamiento, hasta la vigilancia policial comunitaria y la capacitación en técnicas de reducción de hostilidades — que se pueden aplicar donde haya la voluntad política para implementar estas reformas que son tan necesarias.
Moss, nieto de inmigrantes de las Bahamas, creció en Overtown, un barrio desfavorecido en las afueras del centro de Miami que fue escenario de disturbios en la década de 1980.
"Tuve una experiencia única porque no sólo viví en un barrio donde ocurrieron disturbios cuando era niño, sino que apenas cuatro años después, fui un oficial de policía en primera línea de esas mismas situaciones", dijo. "Así que lo había vivido desde ambos lados. Y pensé que mi experiencia era única y podía ir a Ferguson y quizás brindar algo de ayuda", añadió.
Miami Vice: limpiando la casa
Dice que cuando era niño fue detenido por la policía, incluso recibió duros insultos raciales (como la palabra 'n').
"Ésas son las cosas que me llevaron a convertirme en oficial de policía porque pensé que si ése era el mejor servicio que podíamos recibir, entonces tenía que unirme y brindar un mejor servicio. Como siempre dice mi abuela, no puedes limpiar la casa si no estás dentro", dijo.
Cuando se unió al Departamento de Policía de Miami en 1984, aún estaban frescos los recuerdos de los disturbios de 1980 y 1982. Apenas se unió, sucedieron otros disturbios en ese mismo año.
En ese momento, Miami era el ejemplo de las malas prácticas de vigilancia policial. Se había reducido los estándares de entrada para ampliar la fuerza y, como resultado, se habían producido una serie de escándalos que involucraron a policías acusados de extorsión, estafas de narcóticos y asesinatos.
La ciudad estaba inundada de cocaína y de una avalancha de inmigrantes de Cuba y Centroamérica, algunos de los cuales cayeron en la delincuencia.
La imagen de una ciudad sin ley se explotó en la popular serie de televisión Miami Vice y la revista Time publicó un famoso artículo de portada que proclamaba la ciudad como el 'Paraíso Perdido' porque la delincuencia era desenfrenada.
Moss fue parte de un cambio radical en el que la ciudad aprendió a lidiar con los disturbios callejeros. "Había pasado de ser una respuesta muy represiva sobre el terreno a convertirse en un tipo de respuesta más orientada a las relaciones comunitarias", dijo.
Una comisión examinó la respuesta policial inicial y la reacción que provocó, y descubrió que "la comunidad negra sufría aislamiento y subyugación" en todo el espectro social y político. "Así que el desafío en ese punto era comenzar a intentar revitalizar estas áreas desde una perspectiva económica y también intentar cambiar la dirección de cómo la vigilancia policial respondía ante estas cosas", dijo Moss.
Vigilancia policial comunitaria
Miami comenzó por cambiar su cultura policial, reclutando más minorías y mas mujeres, formando comités consultivos de ciudadanos, así como implementando tácticas de reducción de hostilidades y capacitación en el 'uso de la fuerza' adecuado para oficiales.
"Creo que las situaciones de 1982 y 1984 en realidad me enseñaron muchas lecciones con respecto a cómo respondemos a las protestas, cómo respondemos también a los disturbios civiles, pero también cómo vigilamos nuestros vecindarios", dijo Moss.
“ Miami creó un programa que fue la vanguardia de mucho de lo que estamos viendo ahora. Crearon algo llamado 'especialistas en participación comunitaria', personas que van a los barrios y trabajan con los vecinos para comenzar a descubrir algunas de las cosas que el barrio necesita realmente, para que podamos abordarlo mejor desde una perspectiva policial, también desde una perspectiva de servicio social. Esas relaciones resultan fructíferas cuando las cosas van mal", dijo.
Cuando Moss abandonó Miami en 2016, ya dirigía la sección de relaciones comunitarias, así como asuntos públicos, lo que lo convirtió en una de las figuras de más alto perfil en la ciudad.
También dejó el departamento de policía de Miami confiando en que ha aprendido muchas lecciones "para corregir algunos de los demonios del pasado".
Por eso, no sorprende que Miami ha visto numerosas protestas desde la muerte de Floyd, pero casi todas han sido pacíficas, excepto una noche recientemente, cuando algunos autos de la policía fueron atacados.
Ferguson: "otro planeta"
El proceso de isión en Ferguson fue desafiante. Moss superó a otros 53 finalistas y obtuvo el puesto.
Lo que encontró en Ferguson le recordó algunos de los viejos problemas de Miami. El censo situaba a la población negra de Ferguson en alrededor del 67%, mientras que los residentes blancos constituían alrededor del 29%. Pero, de más de 50 oficiales, sólo había tres oficiales negros y tres mujeres en la fuerza.
Este hecho ponía de manifiesto lo que Moss y otros dicen que es uno de los problemas de la vigilancia policial en este país; los departamentos de policía varían ampliamente, pues muchos tienen diferentes culturas y diferentes protocolos operativos. "Hay 18,000 departamentos de policía, todos con una personalidad muy particular, todos con diferentes expectativas regionales", dijo.
“Cuando entré en Ferguson, me miraron como si fuera de otro planeta. Y lo que descubrí allí era como si esto se remontara a hace casi 30 o 40 años. No puedo creer que sigamos haciendo algunas de esas cosas", dijo.
En Ferguson, los disturbios civiles fueron provocados por la muerte a balazos en 2014 de un hombre negro desarmado, Michael Brown, de 18 años, por parte un oficial de policía blanco. Eso provocó casi 100 días de disturbios y protestas civiles, lo cual llamó la atención de los medios nacionales. Se ha citado la muerte de Brown como uno de los varios asesinatos de afroestadounidenses por los que Black Lives Matter protesta.
Para colmo, los fiscales del condado de St. Louis y el Departamento de Justicia encontraron que el oficial, Darren Wilson, actuó en defensa propia. Sin embargo, descubrieron problemas sistemáticos de prejuicio racial en el Departamento de Policía de Ferguson. La policía imponía multas más por generar ingresos que por seguridad pública y, como resultado, algunos de ellos terminaban innecesariamente en la cárcel.
Una de las primeras cosas que hizo fue ir con sus oficiales del alto mando a tocar a casi todas las puertas de Ferguson para presentarse y preguntarle a la gente cuáles eran sus expectativas de la policía. "Tan sólo eso estableció un diálogo que resultó fructífero posteriormente", dijo.
Otras pequeñas cosas que hizo contribuyeron a reconstruir las relaciones con la comunidad. Eso incluyó una fiesta en la piscina comunitaria y una barbacoa con oficiales para niños de la comunidad. Se presentaron más de 500 personas. También se organizó un juego de baloncesto entre oficiales de policía de Ferguson y estudiantes de secundaria para ayudar a recaudar fondos para la graduación.
Cuando salió la película Black Panther, los oficiales llevaron a los niños al cine. "Simplemente la pasaron bien, pero también se suscitó una discusión más profunda sobre las relaciones, especialmente con respecto a la raza", dijo.
Tres
deberes
Entre los cambios que Moss hizo en las operaciones policiales, prohibió los estrangulamientos, así como creó la supervisión civil del departamento de policía y la capacitación en tácticas de reducción de hostilidades.
Pero otras tres políticas específicas fueron cruciales, y dice que tienen especial importancia para el debate actual.
Moss introdujo el 'deber de informar' si un oficial de policía ve a otros oficiales comportarse de forma incorrecta, así como el 'deber de intervenir'. "Una y otra vez, vemos videos de la policía donde hay varios policías de pie mientras uno hace algo indebido", dijo.
El último fue 'el deber de honestidad'. Aunque los departamentos de policía tienen políticas que los obligan a decir la verdad en los reportes de incidentes y en los testimonios judiciales, la colusión entre agentes es un problema común.
Moss instituyó una nueva política según la cual no decir la verdad era causa automática de despido. " No hay otro remedio que el despido en Ferguson para la violación del deber de honestidad o por no decir la verdad", dijo.
Como resultado, dijo que la falta a la verdad terminó siendo la causa más común de despido mientras era jefe de policía.
Antes de llegar, Moss dijo que el tiempo promedio de un oficial en el Departamento de Policía de Ferguson era de unos 25 años. Eso cambió rápidamente. Algunos se fueron por razones naturales como la jubilación. Algunos se fueron voluntariamente porque no les gustaron los cambios. " Tuvimos que invitar a algunos oficiales a renunciar", dijo.
"Inmensamente diferente"
Un año y medio después de abandonar Ferguson, Moss sigue en o con la gente de la ciudad. "No pasa un día sin que un ciudadano, o uno de los oficiales de policía, o uno de los funcionarios electos me llame. A veces es sólo para saber cómo estoy, a veces es para tratar de ver si me interesa volver. Pero a menudo es sólo para hablar de las cosas que están sucediendo allí ahora", dijo.
Ha cambiado mucho. Para cuando se fue, ya la fuerza estaba compuesta por un 50% de afroestadounidenses y se había contratado al primer oficial hispano. Un tercio de los oficiales son ahora mujeres.
Las autoridades de la ciudad también cambiaron. Durante los disturbios sólo había un afroestadounidense en el ayuntamiento de la ciudad. Ahora hay tres. Una de ellos, Ella Jones, fue elegida alcaldesa recientemente, la primera mujer y la primera afroestadounidense que ocupa el cargo.
Tomó posesión la semana pasada.
#EightCantWait
Después de la muerte de George Floyd en Minneapolis, se han intensificado los llamados a hacer reformas, quizás como nunca antes.
Muchos de esos llamados se resumen en el popular hashtag #EightCantWait que se refiere a ocho recomendaciones para reformas policiales que "no se pueden esperar". "Casi todas y cada una de las demandas de la campaña #8CantWait surgieron del acuerdo de Ferguson", dijo.
De hecho, el joven autor de #8CantWait, DeRay Mckesson, de 34 años, pasó un tiempo en Ferguson y le atribuye a su experiencia allí el desarrollo de sus ocho recomendaciones.
A Moss no le entusiasman tanto los llamados a retirarle el financiamiento a la policía, diciendo que hay mucha confusión en cuanto a la frase.
"En algunos casos, de lo que están hablando no es tanto de retirar el financiamiento, sino de financiar otras cosas como el uso de profesionales de la salud mental y otros servicios sociales", dijo. " No creo que se deba retirar el financiamiento. Creo que se deberían financiar mejor esas cosas, pero también se debería financiar el departamento de policía", añadió.
Los sindicatos policiales también deben reconsiderar su papel y aceptar que se les debe hacer rendir cuentas a los malos oficiales.
Moss espera que el caso Floyd marque la diferencia a nivel nacional, de una forma en que las malas conductas policiales previas no han logrado hacer en cuanto a medidas políticas. También espera que le sirva de lección a la policía.
"Los oficiales de policía tienen el poder, voluntaria o involuntariamente, de provocar algún cambio serio. Pueden inflamar una ciudad. Y en este caso, vemos que pueden inflamar el mundo", añadió.
Racismo sistémico
Luego, también está el gran problema de la raza y las denuncias de racismo sistémico en el tejido social de Estados Unidos. Eso también debe abordarse, dice Moss, y ya no debe ocultarse o negarse.
"Creo que tendrías que vivir debajo de una piedra para creer que eso no sucede. Creo que tenemos un largo camino por recorrer con respecto al pecado original, que es el pecado de la esclavitud y todos los vestigios que vinieron después de con las Leyes de Jim Crow", dijo.
"Creo que, como institución, tenemos la responsabilidad de vigilarnos mejor. Ése es nuestro reto. Pero parte del reto también tiene que caer en manos de nuestros funcionarios electos," dijo Moss, quien es ahora jefe de policía del campus de la Universidad Internacional de Florida.
"Una de las cosas que tenemos que hacer como nación es examinarnos mucho más y decidir si la pena de prisión es siempre el mejor remedio. No podemos solucionar nuestros problemas mediante el uso de la policía, porque nuestros problemas son mucho más profundos que los asuntos de la policía. Eso suele ser lo que llama la atención. Pero ahí no termina el problema", dijo.
"Creo que las lecciones que hemos aprendido como oficiales de policía son muy diferentes de las lecciones que nuestros órganos políticos han aprendido, por así decirlo. Cada vez más, criminalizamos más las cosas o cada vez más le pedimos a la policía que se ocupe de situaciones que los jefes de policía durante años han estado diciendo que no deberían ser de nuestra incumbencia", añadió.
Señala dos problemas específicos, la salud mental y el desamparo, en los que a menudo se depende de la respuesta de la policía. "Hay muchos otros servicios sociales que realmente están mejor equipados para enfrentar eso ... Creo que ha sido un gran reto que he visto en mi carrera el hecho de que se utiliza la policía para vigilar cosas que la policía no tiene por qué vigilar", dijo.