¿Veremos el mismo derroche de los estadios de fútbol americano en los nuevos recintos de la MLS?

Funcionarios de Cincinnati, Detroit, Nashville y Sacramento se dieron cita este miércoles en Nueva York para presentar, formalmente, ante la MLS (Liga Mayor de Fútbol, por sus siglas en inglés) sus ofertas para un equipo de expansión. Espacios para dos de ellos están ahora en juego, pues la liga de soccer, como se sabe, busca crecer. De ahí que las ciudades estén proponiendo incentivos fiscales para la construcción de estadios que se emplearían en la MLS. Visualice a los alcaldes de cada una de estas ciudades de pie, prestos a cobrar un tiro libre.
Cincinnati, por ejemplo, ha asegurado 200 millones de dólares en fondos privados para el futuro estadio del FC Cincinnati. Tanto es el entusiasmo allí que la ciudad ha prometido hasta 75 millones de dólares en dinero público, a fin de pagar la infraestructura asociada a la nueva sede. Nashville, entretanto, propone 25 millones de dólares para contribuir con los costos del estadio del Nashville Soccer Club, proyectado en 275 millones de dólares, y que sería pagado mediante un acuerdo de financiamiento público-privado. Representantes del Sacramento Republic FC abogaron por un plan que le costaría a la ciudad 46 millones de dólares. La idea en la capital de California es materializar un estadio con fondos privados por 226 millones de dólares.
Mientras, el Detroit Express jugaría en Ford Field, hogar del equipo de fútbol americano Detroit Lions, lo que quiere decir que los dueños del equipo de fútbol soccer propuesto –quienes además son propietarios de los Lions, los Detroit Pistons, y los Cleveland Cavaliers– tendrían solo que pagar la cuota de franquicia de 150 millones de dólares, más unos costos menores para adaptar el estadio ya existente.
Los fanáticos de estas áreas metropolitanas no tendrán que esperar mucho por una respuesta. De hecho, la MLS pretende anunciar su decisión antes del 19 de diciembre.
Si hasta aquí les suena familiar –enrevesados acuerdos de financiamiento de estadios, tímidas promesas sobre costos excesivos, desalentadores logos del equipo de expansión–, es porque despilfarrar en estadios es el pasatiempo favorito en Estados Unidos. El fútbol soccer profesional puede alzarse con un doble record, ya que ha logrado captar la imaginación de los fanáticos de los deportes estadounidenses en décadas recientes, y ahora está eclipsando al fútbol americano en la carrera por el derroche público. Esta vez, la jugada sigue siendo la misma, pero las ciudades han modificado el juego.
Quizás esto se deba a que nadie quiera más a la NFL: ni el presidente Donald Trump, ni Jerry Jones, ni los televidentes, los cuales se han estado alejando durante las últimas dos décadas (aunque no tan rápido como han huido de la red televisiva en general). Crecen las revelaciones acerca de los graves daños cerebrales en los jugadores (contusiones o CTE) y las protestas civiles con la rodilla apoyada han distanciado a muchos fanáticos conservadores. A ningún equipo de fútbol americano le ha tocado más difícil que a Los Angeles Chargers, un plantel ganador que ha tenido problemas esta temporada para que se ocupe, incluso, la mitad del aforo del StubHub Center, un estadio de fútbol soccer con 27,000 asientos.
Nadie imagina cómo los Chargers hallarán compradores para su estadio, proyectado para Inglewood en 2,6000 millones de dólares, y con aforo para 70,000 personas, cuando no puede llenar un estadio de fútbol soccer. No es que al otro equipo angelino le esté yendo mejor: como hace notar FiveThirtyEight, los Los Angeles Rams se aproximan a la mayor caída –de temporada en temporada– en términos de la asistencia a los juegos en la historia de la NFL. Sin embargo, dirigentes urbanos de todo el país, conscientes de lo que podría ser un motivo de alarma en un mercado inmenso como Los Ángeles, parecen haber decidido que el único problema aquí es el fútbol americano.
Mírese a Austin, una urbe sin presencia futbolera y que no tuvo intenciones de contender en el amistoso del pasado miércoles por hacerse de un equipo en la MLS. Austin ni siquiera era una de las 12 ciudades que llegaron a semifinales en el torneo de expansión de la Liga antes mencionada, todas ellas, sin embargo, elegibles para los otros dos cupos que serán asignados más adelante. Sin embargo, una empresa de Austin, que aspira a ser propietaria de una franquicia de la MLS, dio el paso adelante este martes por medio de una representación sofisticada de lo que claramente es un campo exclusivo para fútbol soccer, quizá con la esperanza de inclinar la balanza en el proceso de toma de decisiones de la MLS.
Dicha empresa, Austin Sports & Entertainment, lanzó un plan para erigir un estadio con 15,000 asientos en cuyos exteriores, bajo una serie de techos cobrizos, habría espacio además para otras 40,000 personas. Su ajedrezado diseño corre a cargo de la compañía de renombre mundial Bjarke Ingels Group (BIG). El llamado Distrito Este de Austin reemplazaría al Travis County Expo Center como la nueva sede de Rodeo Austin, uniendo lo mejor de la monta de toros, típica del centro de Texas, con lo más preciado de la arquitectura danesa contemporánea.
Con el debido respeto a la tradición del rodeo en Austin, la idea no prenderá. Sin duda, la empresa Austin Sports & Entertainment tiene sus mira puesta en el fútbol, más específicamente el equipo de la MLS Columbus Crew SC, cuyo dueño ha dicho públicamente que movería su equipo a la capital texana. Andrew Nestor, uno de los directivos de Austin Sports & Entertainment, es ejecutivo de los Tampa Bay Rowdies (fútbol NASL) y del Bologna FC 1909 (fútbol italiano), además de promover la Liga de Campeones de las Américas, una especie de nueva Champions League para América del Sur, América Central y Norte América.
Funcionarios de la MLS podrían ver en esta sosegada oferta de Austin una reafirmación de que un equipo de expansión en Cincinnati no abarrotaría el mercado de Ohio, dada la posible salida del equipo de Columbus. O bien podría encender el debate en el mismo Columbus, movilizando la opinión pública en favor de construir el estadio que pide el dueño del grupo a condición de dejar el equipo en la ciudad. Por su parte, la oficina del alcalde de Austin, Steve Adler, me confirmó que la ciudad no pagará por el estadio y que la urbe considera que hay suficiente capital privado para levantar uno.
En los próximos años, hasta cuatro ciudades pueden edificar estadios exclusivos para fútbol. Eso, sin contar el Banc of California Stadium, en Los Ángeles, o el Audi Field, en Washington, D.C., ambos en vías de construcción. La mayoría de estas ciudades están tomando la sensata decisión de exigirles a los propietarios privados que inviertan en la construcción de cualquier estadio, aunque no de todos ellos, de ninguna manera.
Pero ninguna ciudad parece estar sopesando el costo oculto de un estadio de fútbol soccer, que es el mismo de un estadio de béisbol o de fútbol americano. Más o menos en una década, el propietario amenazará con vender el equipo a un comprador incauto, a menos que la ciudad construya un nuevo estadio, así como está haciendo ahora el propietario del Columbus. Ahora bien, incluso cuando una ciudad solo ha subido los costos de infraestructura, la inversión se queda corta. Es posible que el fútbol americano ya no pueda llevar a cabo esta estrategia, pero el fútbol de Messi, Ronaldo y compañía apenas está comenzando.
Este artículo fue publicado originalmente en inglés en CityLab.com.