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Elecciones en Bolivia

La crisis institucional en Bolivia, ¿es producto de un golpe contra Morales o de un levantamiento legítimo en las calles?

Mientras haya incertidumbre sobre si Morales fue derrocado en un golpe de Estado, cualquier gobierno entrante podría enfrentar dudas sobre su legitimidad. Si bien la popularidad de Morales se había derrumbado dramáticamente al final de su mandato, todavía disfruta de un gran número de seguidores entre la comunidad indígena, que constituye más del 40% de la población del país.
12 Nov 2019 – 04:34 PM EST
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Después de que Evo Morales renunció este fin de semana al sillón presidencial, tanto dentro como fuera de Bolivia algunos se preguntan si su decisión de renunciar fue resultado de un proceso legal o no.

El primer líder indígena de la nación sostiene que fue víctima de un golpe instigado por la oposición, mientras que los detractores afirman que su presunto abuso de poder desencadenó un legítimo levantamiento popular en las calles.

El debate sobre si hubo o no un golpe de Estado es mucho más que una cuestión semántica, dicen los expertos. A pesar de renunciar y solicitar asilo político en México, Morales ha declarado que planea regresar pronto. Puede resultar una declaración vaga, sin embargo arroja sombras sobre la complicada situación constitucional que Morales deja atrás.

Mientras haya incertidumbre sobre si Morales fue derrocado en un golpe de Estado, cualquier gobierno entrante podría enfrentar dudas sobre su legitimidad. Si bien la popularidad de Morales se había derrumbado dramáticamente al final de su mandato, todavía disfruta de un gran número de seguidores entre la comunidad indígena, que constituye más del 40% de la población del país.

Líneas ideológicas

La discusión sobre si fue o no un golpe de Estado cae en gran medida en líneas ideológicas. Los partidarios de la izquierda de Morales apuntan a una larga historia de golpes militares en América Latina, mientras que los críticos del expresidente señalan que pasó 14 años en el poder, superando el límite de su mandato constitucional, y aspirando a pasar otros cinco años más en el cargo.

Los aliados de Morales que comparten su ideología socialista han respaldado su afirmación de que fue removido en un golpe de Estado. Este es el caso dl líder socialista de Venezuela, Nicolás Maduro, quien catalogó lo ocurrido como "un golpe de Estado contra nuestro hermano".

Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores español, Josep Borrell, quien se espera que se convierta en jefe de asuntos exteriores de la Unión Europea, dijo a los periodistas que el proceso estuvo "distorsionado por la intervención de las Fuerzas Armadas y de la policía".

Pero los expertos políticos dicen que los eventos apenas se parecen a un escenario golpista clásico.

“Esto es algo completamente diferente (a un golpe). Es una transición absolutamente constitucional ", dijo Eduardo Gamarra, un reconocido politólogo nacido en Bolivia en la Universidad Internacional de Florida (FIU).
“Tienes un presidente acusado de un crimen. Nadie lo obligó a renunciar. Fue la violencia de su propio pueblo la gota que colmó el vaso que realmente cambió la opinión pública en su contra”, dijo a Univision Noticias.

Gamarra señaló que fue un informe de la Organización de Estados Americanos (OEA) preparado por un equipo de auditores el que encontró una manipulación de datos a gran escala en las elecciones del 20 de octubre en las que Morales buscaba un cuarto mandato. Después de que las calles se tornaron violentas, la policía le dio la espalda a Morales y el Ejército le retiró su apoyo poco después.

En un golpe típico, los militares generalmente toman un papel más proactivo, levantando armas contra el gobernante e instalando un general en el palacio presidencial, al menos temporalmente. Bolivia vio una notoria sucesión de tales tomas de poder en la década de 1980.

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La 'sugerencia' de los militares

Eso no fue lo que sucedió en este caso. El domingo, el jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, el general Williams Kalimán, emitió una declaración televisada declarando que, ante la persistente agitación social, "sugerimos al presidente del Estado que renuncie a su mandato".

Algunos dicen que una 'sugerencia' de los militares es suficiente como para llamarle un golpe de Estado, al ser vista como una clara interferencia de los militares en los asuntos civiles.

"Los militares no usaron la violencia", dijo a la AP John Polga-Hecimovich, politólogo de la Academia Naval de EEUU. “Emitieron una declaración verbal y no le dieron al presidente un ultimátum. Creo que esa es la cuestión, si quiere ver eso como una amenaza o no. Si se ve como una amenaza, es un golpe de Estado. Si no se ve como una amenaza, sino como una sugerencia, entonces no se ve (como un golpe de Estado)", dijo Polga-Hecimovich.

El líder opositor de Bolivia Carlos Mesa negó rotundamente que fuera un golpe de Estado en una entrevista con Jorge Ramos, argumentando que Morales se vio obligado a irse debido a sus acciones "ilegales" y tras 21 días de protestas callejeras pacíficas. "No hubo ninguna acción ni ningún tipo de amago [intento] si quiere, de las Fuerzas Armadas de salir a la calle o de proponer una salida que no fuera constitucional", dijo.

Pero itió que la 'sugerencia' de los militares era inapropiada. "Puedo aceptar que la frase no fue afortunada, puedo aceptar que esa fue una reacción que no es lo que uno esperaría de las Fuerzas Armadas", dijo.

La presión de las Fuerzas Armadas

“Pero, en los hechos objetivos (...) el presidente no ha renunciado por las Fuerzas Armadas. Ha renunciado porque el pueblo boliviano ha generado una presión, una presión democrática, pacífica, que es un ejemplo para América Latina", agregó.

La intención de un

cuarto mandato que inicia la crisis

La crisis surgió de la decisión de Morales de postularse para un nuevo mandato a pesar de que en un referéndum realizado 2016 los votantes rechazaron una propuesta para cambiar los límites constitucionales del mandato y permitirle una nueva postulación. Un tribunal superior que, según los críticos, se inclinaba a favor de Morales eliminó las restricciones, allanando el camino para que él volviera a postularse.

Sin duda, para los más de cuatro millones de indígenas de Bolivia, la presidencia de Morales tuvo algunos resultados positivos. La tasa de pobreza cayó del 59,9% en 2006 al 36,4% el año pasado. El de las comunidades indígenas al servicio de electricidad, alcantarillado y agua creció, según el Banco Mundial.

Pero encuestas recientes mostraron que Morales perdió apoyo entre su base indígena de aymaras y quechuas en el altiplano, dijo Gamarra, quien participó en algunas encuestas en torno a las elecciones. “Vimos que su apoyo entre los aymaras y los quechuas era solo del 50%. Nunca hubiera esperado eso”, agregó, anfatizando que Morales típicamente había logrado entre 70-80% entre los votantes indígenas.

Los movimientos laborales, incluyendo algunos que habían marchado a favor de Morales, comenzaron a alejarse y a pedirle su renuncia. Los estudiantes de universidades públicas, normalmente un bastión de apoyo de izquierda, también se habían vuelto contra él.

Además de las preguntas sobre la legalidad de su expulsión, Morales deja tras de sí una enorme incertidumbre sobre el futuro.

Jeanine Áñez, la segunda vicepresidenta del Senado, ha dicho que debería asumir la presidencia de manera interina en lo que son celebradas nuevas elecciones. "Solo quiero ayudar a proporcionar una solución para esta terrible crisis que estamos viviendo", dijo llorando el lunes.

Pero primero debe obtener la aprobación del Congreso, que está dominado por el Movimiento al Socialismo de Morales.

Mientras huía a México el lunes por la noche, Morales acusó a los líderes rivales de la oposición en Twitter de ser "golpistas". "Volveré pronto, con mayor fuerza y energía", sentenció.

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