Por qué Estados Unidos tiene un cementerio en plena Ciudad de México
Rodeados del bullicio de Ciudad de México, en un pacífico terreno de apenas un acre, descansan los restos de 750 soldados estadounidenses desconocidos que murieron en batalla cuando EEUU realizó una intervención en el país vecino que terminó con la pérdida de la mitad del territorio mexicano.
Además de los soldados desconocidos, están enterrados otros 813 cuerpos de veteranos estadounidenses (tanto de la Unión como de la Confederación) que buscaron refugio en México tras la Guerra Civil en EEUU, y también, otros diplomáticos y civiles que encontraron en el Mexico City U.S. National Cemetery su última morada.
Este pequeño espacio, que pasa desapercibido en las calles de la gran ciudad, guardaba una gran semejanza con el Cementerio Nacional de Arlington: las lápidas y el estilo del cementerio eran similares al que se encuentra en Washington, pero con los años ha sufrido grandes cambios.
Sin embargo, sigue cumpliendo con su misión de honrar a los caídos.
La necrópolis estadounidense en las calles de la Ciudad de México
El terreno donde se encuentra el U.S. Mexico City National Cementery fue comprado por Estados Unidos a México para establecer un panteón donde enterrar a sus soldados caídos en batalla en la guerra que libró contra México de 1846 a 1848.
Este fue el primer cementerio para soldados construido fuera de EEUU para enterrar a sus caídos. Hoy, el Cementerio Nacional Americano de la Ciudad de México es uno de los 26 de su tipo en todo el mundo bajo la protección de la Comisión Estadounidense de Monumentos de Batalla.
Fue fundado en 1851, apenas tres años después de que terminara el conflicto entre los dos países, que culminó con la firma del “Tratado de Guadalupe Hidalgo”, en el mes de febrero de 1848, en el que México perdió los territorios que actualmente ocupan los estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México, Texas, Colorado, Arizona y partes de Wyoming, Kansas y Oklahoma.
Fue entonces cuando se establació que México renunciaría a todo reclamo sobre Texas y la frontera quedó fijada en el río Bravo.
Por su parte, Estados Unidos acordó pagar a México $15 millones de dólares para compensar el daño causado por la guerra.
A pesar de las tensiones de la época, el Congreso de EEUU consiguió comprar un terreno de dos acres por 3,000 dólares en el que se le permitiera enterrar a 750 soldados, pero solo a los que murieron en la Ciudad de México.
Miguel Ángel González, superintendente del Mexico City U.S. National Cemetery, explicó a Univision Noticias que solo se hicieron esfuerzos por recuperar estos cuerpos de las batallas en la Ciudad de México ya que habían pasado entre tres y cuatro años de las muertes comenzaron las tareas de recuperar los restos y se desconocía el paradero de muchos.
Los cuerpos fueron exhumados de los terrenos cercanos a los frentes de batalla para ser enterrados en una fosa común, sobre la que colocaron un obelisco y una placa que dice: "A la honrada memoria de 750 estadounidenses conocidos por Dios, cuyos huesos reunidos por orden de su país están enterrados aquí".
Se tiene registro de que en la intervención en México murieron 13,283 de las fuerzas armadas estadounidenses y 4,152 resultaron heridos en la guerra que se originó tras los deseos de Texas de independizarse del territorio mexicano.
¿Por qué nunca fueron repatriados los soldados caídos en México?
EEUU tiene un largo historial de repatriar a sus soldados que murieron en combate en diferentes países, sin embargo, los que se encuentran en el Cementerio Nacional Americano de la Ciudad de México permanecen ahí por distintas razones.
González cuenta que una de ellas es que “fue el primer combate fuera de los Estados Unidos y la primera vez que EEUU salió de sus fronteras, entonces no existía la práctica y no había el ejemplo” de repatriar los cuerpos.
También señala que en los años de 1840 “era difícil” transportar cuerpos largas distancias, ya que “no había la logística, la tecnología ni las facilidades”. “Ahorita un soldado que muere en Afganistán o en Irak se le dan todos los respetos y los honores, pero en aquel entonces lo enterraban en el campo de guerra en tumbas superficiales”.
El superintendente agrega que no ha habido en todo este tiempo una petición formal de los descendientes de los soldados para llevar sus cuerpos a EEUU.
González cuenta que existen al menos cuatro descendientes de los veteranos enterrados en el cementerio estadounidense en CDMX y que uno de ellos vive en el país, por lo cual nunca pidió que su familiar fuera llevado a EEUU.
“Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos crea más cementerios (para sus soldados caídos) en Francia, en Bélgica, y ahí es cuando comienza la tradición de preguntar a las familias si querían repatriar los cuerpos, pero muchos querían honrarlos y querían que se quedaran enterrados con el equipo con el que pelearon”, añade.
De un panteón estilo mexicano a un cementerio parecido a Arlington
En sus 173 años de historia, el Cementerio Nacional Americano de la Ciudad de México ha sufrido varios cambios.
En sus inicios el camposanto estadounidense era muy parecido a otros que se encuentran en México, rodeados de cruces, capillas, rejas y flores, pero con los años se fue transformando para asemejarse a los cementerios de EEUU.
Durante sus primeros 22 años de existencia, este primer cementerio fuera de EEUU fue gestionado por el Departamento de Estado y luego, en 1873, una ley del Congreso lo transfirió al Departamento de Guerra, que lo supervisó hasta 1947.
La Comisión Estadounidense de Monumentos de Batalla (ABMC, por sus siglas en inglés) se creó en 1923, tras la Primera Guerra Mundial, pero no fue hasta 1947 que el presidente Harry S. Truman, por orden ejecutiva,transfirió la responsabilidad del cementerio a esa comisión.
Una de sus primeras modificaciones a mediados del siglo XX fue para rediseñar el lugar y construir lápidas blancas y enterrar los cuerpos en filas como en el Cementerio Nacional de Arlington, pero con el crecimiento de la CDMX, en 1976, el cementerio vendió un acre de su terreno para la construcción de una calle a cambio de que México pagara las remodelaciones y exhumaciones de los cuerpos.
Así, el cementerio quedó como es en la actualidad, con un obelisco al fondo sobre la fosa común de los 750 soldados desconocidos, y dos paredes laterales con criptas de los otros veteranos y civiles enterrados en el lugar.
Ya no se permiten más entierros en el lugar desde octubre 1924. El Congreso de EEUU decidió cerrarlo debido a que ya contaban con varios cementerios nacionales en su territorio y no había necesidad de seguir utilizando el de la CDMX, dice González, que apunta que el último sepulcro fue el de un niño de cuatro meses, hijo de un vicecónsul de la época.
La construcción del cementerio americano en CDMX fue un acto de diplomacia
Este pequeño terreno de un acre tiene gran importancia en la historia de los camposantos mexicanos así como en la diplomacia de la época en la que fue construido.
Raúl González Lezama, investigador del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM) cuenta para que su país permitiera que se enterraran a los soldados estadounidenses tuvieron que pasar grandes cambios en la forma en la que los extranjeros recibían sepultura allí.
De acuerdo con el investigador, en diarios de viajeros de aquella época quedó registro que “ los extranjeros temían morir en México porque no sabían qué iba a pasar con sus restos”.
“Si se morían, no los iban a dejar sepultar en ningún lado porque no eran católicos”, dice González Lezama a Univision Noticias, que cuenta que lo mismo pasaba con los que eran herejes, excomulgados o protestantes ya que la iglesia católica era la encargada en esa época de gestionar los entierros.
Esto cambió en la década de 1860 con las leyes de Reforma en México, que incluyeron la separación de la Iglesia y el Estado y la secularización de los cementerios.
“El gobierno de México se dio cuenta de que era un problema muy grande y en 1824 pidió al clero que permitieran que se sepultara a no católicos en los camposantos” y así la iglesia cedió entonces unas pequeñas secciones en diferentes cementerios, pero la noticia no les agradó a algunos y “los creyentes católicos esperaban a la noche y desenterraban a los extranjeros y los tiraban en los basureros”, cuenta González Lezama.
El investigador dice que, a raíz de esos hechos, cuando México comenzó a realizar tratados de amistad con otros países, estos incluían una cláusula para que sus muertos fueran respetados.
En 1831 México firmó un tratado con EEUU que, en una cláusula, decía que protegería a los “ciudadanos de Estados Unidos de América que mueran en los Estados Unidos Mexicanos para que los funerales y sepulcros de los muertos no sean turbados de modo alguno ni por ningún pretexto".
Para González Lezama la creación del cementerio inglés en 1824 y años después, en 1851, el cementerio estadounidense fueron resultados de relevantes esfuerzos diplomáticos de México para su época.
“Hubo una presión diplomática muy fuerte y si México quería tener relaciones comerciales, intercambios, inversión extranjera se tenían que hacer concesiones importantes”, dice el investigador.
El cementerio de EEUU ha adoptado tradiciones mexicanas
A pesar de las tradiciones y los choques culturales, el Mexico City U.S. National Cemetery ha adoptado tradiciones mexicanas como el Día de Muertos, en el que colocan un altar para que los vecinos de la zona puedan colocar las fotografías de sus difuntos, contó González, quien es hijo de migrantes mexicanos que se lo llevaron a vivir a EEUU a los 11 años y que ahora regresó a su país como superintendente del cementerio.
También realizan reuniones el día de la Virgen de Guadalupe y por las festividades patrias de México adornan el lugar con la bandera tricolor del país.
González resalta que las dos ceremonias más significativas del camposanto estadounidense son el “Memorial Day” o “Día de los Caídos”, en honor a las personas que fallecieron en combate, y el 11 de noviembre, cuando rinden homenaje a quienes han servido a sus fuerzas armadas con el “Día de los Veteranos”.
El superintendente del cementerio, quien estuvo en las guerras de Irán y Afganistán, asegura que, como veterano, es un “honor haber luchado” para EEUU y ahora también resguardar la historia del lugar que se rige por las mismas estrictas reglas que el Cementerio Nacional de Arlington.
Las 1,563 historias por contar sepultadas en Cementerio Nacional Americano de Ciudad de México
Nada se sabe de la vida de los soldados caídos y con retazos de historia se conoce poco de los veteranos y los civiles que están enterrados en el cementerio estadounidense.
El superintendente del panteón recuerda lo que sabe de algunos de ellos, como John H. Smith un soldado afroestadounidense que peleó en el ejército de la Unión durante la Guerra Civil de EEUU en el noveno regimiento de caballería conocidos como ‘Buffalo soldiers’.
Ese regimiento tenía como misión proteger a los viajeros en territorios indios, escoltar el correo y luchar contra los “nativos hostiles”. Los ‘Buffalo soldiers’ eran apodados así por su pelo crespo y fueron reconocidos por el Congreso de EEUU como los primeros regimientos integrados en el ejército regular estadounidense compuestos únicamente por gente afrodescendiente.
Se sabe que el noveno regimiento se mudó a Nuevo México y participó en las Guerras Apache, pero no hay información de cómo John H. Smith terminó siendo enterrado en la Ciudad de México.
Como la historia del “buffalo soldier” hay otras entre las 1,563 tumbas que investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) están interesados en revelar, como la del italiano Luigi Joannini, quien murió por suicidio.
De muchos, tal vez, no sepa más nada, nunca.
Como ellos, muchas historias y secretos quedarán, literalmente, enterrados, debajo del obelisco, en las paredes de las criptas y en las calles de una ciudad cada vez más llena y más caótica en la que sus habitantes pocas veces se detiene a visitar el “panteón americano”, un lugar, que en algún momento, marcó la a veces dolorosa historia de las relaciones entre los dos países.
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