Soñar es un sistema curativo en sí mismo, no solo por el hecho de descansar, sino porque nuestra mente nos lleva a otro lado. Además, este poder de curación puede potenciarse aún más si nos mentalizamos que podemos recibir señales que nuestro cuerpo tal vez no puede enviarnos al estar despiertos. Crédito: Shutterstock
Para que nuestro cuerpo se recupere no basta con descansar. Hay que dormir y soñar. Normalmente, cuando estamos enfermos, los sueños son más intensos e impactantes. Luego parecen particularmente confusos, raros y hasta surrealistas. Pero igual que el cuerpo, ante una enfermedad, siempre buscará la manera de resolver el conflicto (lo consiga o no). Crédito: Shutterstock
Gente venía de todos lugares para dormir en un área sagrada del templo, tras realizar ofrendas hacia el dios. Los sueños o visiones que tuvieran esa noche los reportaban al sacerdote al día siguiente, y esa persona les recetaba algún medicamento para su malestar, de acuerdo a la interpretación que les daba de sus sueños. Crédito: Shutterstock
Están también los sueños llamados prodrómicos, que nos advierten sobre a enfermedades. Algunos sueños nos pueden proporcionar información de nuestra salud, desde que nos hacen falta vitaminas por ejemplo, o hasta advertirnos de posibles accidentes, enfermedades o situaciones en nuestro futuro. Crédito: Shutterstock
Otra base para usar nuestros sueños en la curación también habla de mantener un diario de nuestros sueños. Así, no sólo ejercitamos nuestra mente y memoria sino podemos buscar cómo interpretar los mensajes y símbolos que nos quiere dar nuestro cerebro y descubrir qué trata de decirnos. Crédito: Shutterstock