El coronavirus puede afectar más a mujeres y niñas, pero no es por debilidad
La pandemia del coronavirus ha puesto de manifiesto el modo en que la sociedad está organizada: las medidas preventivas que han llevado a cabo en varias partes del mundo nos han permitido ver dinámicas que siempre han existido pero que durante esta crisis se han hecho mucho más evidentes.
Con el cierre de centros educativos, oficinas y establecimientos, varias preguntas han comenzado a surgir: ¿quien cuidara de niñas y niños?, ¿en qué medida afecta que el 70% de la fuerza laboral en el sector salud a nivel global sean mujeres?, ¿qué pasa con aquellas que tienen que estar en cuarentena con sus agresores?
Todas estas preguntas son necesarias (y nada sencillas) para analizar el impacto que tiene el COVID-19 en la vida de las mujeres. Independientemente de los daños que pueda provocar a la salud, esta es una cuestión que impacta a sus entornos sociales, laborales y económicos.
Según el último informe elaborado por Oxfam Intermón, las mujeres realizan más de tres cuartas partes del trabajo de cuidados no remunerados, y constituyen dos terceras partes de la mano de obra que se ocupa de las tareas que sí lo están.
Por tanto, es indispensable analizar esta crisis sanitaria desde una perspectiva de género, más aún si somos conscientes de que la gran parte de los cuidados -ya sean formales o informales (como ser madre y cuidadora)- los ejercen las mujeres.
La importancia de ver esta problemática desde una visión crítica, es confirmada por un estudio publicado en la revista científica The Lancet, llamado “COVID-19: los impactos del brote en el género”, en él se señala que para entender correctamente los brotes de coronavirus, es necesario analizar cómo estos afectan la cotidianidad de ambos géneros.
Es decir que, las políticas públicas que resulten de esta crisis, deben ser realizadas con protocolos que tomen en cuenta las diferencias que existen en los roles de hombres y mujeres y que abarca otros aspectos, como la violencia de género, la brecha salarial e incluso, el papel cultural que la sociedad les ha brindado.
Menos contagiadas, más en desventaja
De acuerdo con una investigación que analizó casi 45.000 casos de coronavirus en China, la tasa de mortalidad para hombres es del 2.8%, mientras que en las mujeres es de 1.7%.
La teoría de dicho informe es que, al menos en China, los hombres son más propensos a fumar cigarrillos, por lo que sus pulmones y su sistema respiratorio son mucho más débiles. También se menciona que las afecciones cardiovasculares constituyen un riesgo relacionado con la mortalidad por coronavirus, mismas que son mucho más prevalentes en este género.
Si bien según el estudio ellos están en mayor riesgo por cuestiones fisiológicas, el análisis de The Lancet apunta que las mujeres también presentan un riesgo frente al coronavirus pero, a diferencia de ellos, el peligro surge de los roles y mandatos que le son asociados a su género.
“Los datos de la Oficina de Información del Consejo de Estado de China sugieren que más del 90% de las trabajadoras de la salud en la provincia de Hubei son mujeres, enfatizando que la feminización de este trabajo puede poner en riesgo la salud de estas mujeres”, señala el documento.
La investigación no solo toma en cuenta a las trabajadoras del ámbito sanitario, sino también el impacto de medidas como el cierre de escuelas y guarderías.
quote: “El cierre de colegios para controlar la transmisión del COVID-19 podría tener un efecto diferencial en mujeres, que son quienes desempeñan la mayoría de tareas de cuidados”
Por tanto, las investigadoras argumentan que se debe tener “una mayor consideración de cómo la cuarentena impacta en las cuestiones de género” para que “las diferentes necesidades de hombres y mujeres sean reconocidas y atendidas por igual”.
¿Y las enfermeras?
Si vamos más allá del trabajo de los cuidado informales, o del trabajo no remunerado que las mujeres desarrollan en sus hogares, tenemos como resultado aquellas ocupaciones que toman una relevancia importante en las crisis sanitarias y que, durante siglos, han sido consideradas como tareas particulares de este género.
Las llamadas profesiones feminizadas son aquellas tareas que históricamente han sido realizadas por mujeres por implicar cuestiones en donde los cuidados son necesarios: maestras, niñeras o empleadas domésticas, hasta enfermeras.
La socióloga e investigadora Marga Torre, especialista en segregación ocupacional y desigualdades en el mercado de trabajo, ha calculado que, por lo menos en España, el 86% de los asistentes de salud, enfermeras y auxiliares de geriatría, que atienden en centros y residencias de ancianos, son mujeres.
Aunque el personal médico también está expuesto, la doctora Celine Gounder, especialista en epidemiología y enfermedades infecciosas, señala para The New York Times que “las enfermeras sí presentan niveles mucho más altos de exposición, a diferencia de los médicos”.
quote: “Ellas están mucho más involucradas en el cuidado de los pacientes, y son quienes realizan los análisis de sangre o recogen muestras, por lo tanto, el riesgo de contagio es mucho mayor”
Según datos de la Organización Mundial de la Salud, de los más de 8.000 casos del SARS —epidemia de 2003—, más de la mitad de personas infectadas eran mujeres, y el 21% de los casos afectaron, precisamente, a quienes trabajaban en el ámbito de la salud y los cuidados.
ONU Mujeres
Con el fin de generar estrategias funcionales que permitan dar una respuesta adecuada a las diferentes demandas de hombres y mujeres, la Organización de Naciones Unidas publicó un informe titulado “Covid-19 en América Latina y el Caribe: cómo incorporar a las mujeres y la igualdad de género en la gestión de la respuesta a la crisis”.
El documento analiza los distintos impactos económicos, sociales y culturales que pueden afectar la vida de las mujeres. Además, ofrece un serie de medidas que deben ser tomadas en cuenta por las autoridades, para la realización de políticas públicas que tomen en cuenta, verdaderamente, las necesidades de este género.
Entre los punto más sobresalientes, se encuentran los siguientes:
Tomar en cuenta, especialmente, a sectores en desventaja como lo son las mujeres trabajadoras del sector sanitario, trabajadoras domésticas, migrantes y refugiadas.
- Impulsar consultas directas con organizaciones de mujeres con el fin de entender sus necesidades y las medidas adecuadas para enfrentar la pandemia, y así, asegurar que sus opiniones, intereses, contribuciones y propuestas sean incorporadas en la respuesta.
- Promover medidas que permitan reconocer, reducir y redistribuir la sobrecarga de trabajo no remunerado que se produce al interior de los hogares por cuidados de salud y cuidado de niñas, niños, personas mayores y personas con discapacidad, que es absorbida mayoritariamente por las mujeres.
- Asegurar la creación de mecanismos legales que protejan a las mujeres que sufren violencia de género y que durante esta cuarentena deberán compartir espacios con sus agresores.
- Ampliar los canales de comunicación y de denuncia para mejorar la identificación y el apoyo a nivel comunitario en casos de violencia doméstica.
De esta forma, la ONU busca que los países que se han visto afectados por este virus, realicen políticas públicas que estén fundamentadas en las necesidades de cada género y que aboguen en contra de la violencia hacia las mujeres.
Estas acciones pueden ayudar a que otros organismos y la sociedad se concienticen y que hagan visible algo que ha estado en el olvido durante mucho años. Se trata de denunciar lo innombrable y de reconstruir dinámicas sociales en donde ambos géneros convivan con equidad y respeto.
¿Imaginabas esta dolorosa situación? Cuéntanos en los comentarios.
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