Los niños también se estresan: ayúdale a tu hijo a superarlo
Muchos adultos piensan que la infancia es felicidad y que la niñez no padece de estrés. Nada más alejado de la realidad: niños y niñas, como cualquier persona reaccionan ante los cambios de su entorno y pueden sufrirlo. Definitivamente, como en todos los casos,el grado y cómo lo enfrentan va a depender de la situación y la edad del niño o niña, ya que no será lo mismo estresarse ante la muerte de una figura de crianza que la pérdida del juguete favorito, aunque los dos conllevan su propio factor de estrés.
Ayudarles a hablar de sus emociones
Para los más pequeños es complicado expresar sus emociones y sentimientos, más si en casa no es un hábito que se les haya enseñado. Es primordial reconocer y aceptar que los niños y las niñas sienten cosas y que sus sentimientos son tan válidos como los de los adultos. Entre más pequeños es más difícil que tengan las herramientas emocionales para percibir lo que sienten y para comunicarlo asertivamente, por eso hay que ayudarles enseñándoles a compartir sus preocupaciones y alegrías. Otra acción importante es observarles para detectar cambios de humor y entonces asistirles en su gestión de emociones preguntando acerca de lo que les acontece, de esta manera invitándoles a hablar y ponerle nombre a lo que sienten.
Algunos signos de que tu hija o hijo padece estrés
De acuerdo a la Asociación Americana de Psicología, si tu pequeño es regularmente muy risueño y de pronto se vuelve enojón, irritable, desconfiado, hay algo que le está molestando y seguramente ese algo le causa estrés, observa de cerca a tu hijo y averigua qué le preocupa. Estas son otras cosas que debes de tener en cuenta:
- Si deja de hacer las actividades que antes más le gustaban o que al menos parecían agradarle.
- Si constantemente expresa preocupaciones o se queja más de lo normal de su escuela o su familia.
- Si llora con facilidad o está muy reactivo, actuando con sorpresa o miedo ante situaciones no peligrosas.
- Si de pronto muestra mucho más apego a alguna de sus figuras de crianza o adultos de confianza (podría ser la madre, padre, un abuelo o maestro).
- Si ahora come mucho o ya no come.
- Si cambió de dormir regular a dormir demasiado o ya no puede dormir.
- Si presenta alguna o varias de las anteriores, tu hijo puede estar padeciendo estrés.
Cuando se trata de adolescentes, además de lo anterior hay que observar:
- Si está evitando a su adultos a toda costa refugiándose en sus amistades más de lo normal.
- Si de un día para el otro cambia por completo de amistades.
- Si muestra exacerbada hostilidad hacia los otros de su familia.
Aunque no puede asegurarse que el mal comportamiento esté relacionado al estrés, es casi seguro que pasar de un relativamente calmado y agradable temperamento a un estado intratable, sea un síntoma de que algo estresante pasa en la vida de ese pequeño.
A veces tu hija o hijo pueden reprimir sus comportamientos y aún así padecer estrés. Fíjate también en lo que te dice su cuerpo:
- Si se enferma con mucha frecuencia.
- Si le duele la cabeza todo el tiempo.
- Si presenta dolores de estómago, náuseas, falta de apetito.
- O si cualquiera de las anteriores aumentan justo ante situaciones específicas (antes de exámenes o presentaciones importantes).
En otras ocasiones, no se nota ningún cambio, pero tu hijo o hija no son la misma persona en un sitio que en otro. Puede ser que en casa esté tranquilo y sin complicaciones, pero en la escuela sea un mar de nervios. Pon atención a su entorno y sus interacciones con otra gente.
Aprende a escuchar, ya que los hijos no siempre conocen las palabras específicas para declarar su situación de estrés y puede ser que le llamen a su experiencia de otra manera como por ejemplo, decir que sienten que nadie los quiere, o que están confundidos, o enojados, cuando en realidad lo que sienten es puro estrés. Según estudios, hay una diferencia marcada entre lo que los hijos e hijas manifiestan que les estresa y lo que sus padres y madres piensan que les estresa, por eso hay que aprender a escuchar mejor lo que están diciendo.
Ayúdale a reconocer y manejar su estrés
Como se mencionó más arriba, cada niño, niña o adolescente puede manejar distinto las situaciones de estrés de acuerdo a su edad y la situación que viven. Algunos se ajustan con facilidad y otros simplemente no saben cómo reaccionar. A veces puede tratarse del estrés de la vida diaria, y a veces ser situaciones tan inesperadas como un embarazo no planeado. Generalmente, si se sienten amados, apoyados, comprendidos y tienen un sentido de valor personal elevado, será más sencillo que afronten con fortaleza las situaciones.
- Asegúrate de que tu hijo sepa que estás ahí para apoyarle sin importar cuál sea la situación que enfrenta.
- Hazle saber que sea lo que sea, siempre hay soluciones.
- Recuérdale que su salud es lo más importante.
- Enséñales a relajarse y realizar actividades para ventilar su estrés.
- No dudes en consultar a un experto en salud mental si notas que tu hijo tiene más estrés del que puede manejar.
Finalmente, toma en cuenta que hay estrés bueno que sirve para motivarles, como el sentir presión para mejorar en algún deporte o actividad artística, también sirve para mejorar sus calificaciones. Sin embargo, no dejes que el estrés se desborde hasta ocasionar un problema de salud grave, hay señales alarmantes como fatiga crónica y pesadillas que te pueden indicar que es urgente acudir con una especialista de la salud mental. Quizás también te interese leer: Vence al estrés en tu día a día: 5 consejos efectivos para ser más feliz.