No sólo eres tú: las videollamadas sí cansan más que las reuniones presenciales
Sin lugar a dudas, las videollamadas para el trabajo y la escuela llegaron para quedarse.
En una época en que los encuentros presenciales conllevan diversos grados de riesgo sanitario, la alternativa más segura es concretar reuniones y clases en modalidad online.
Muchas instituciones y empresas encontraron en las videollamadas por Zoom (u otras plataformas similares) la respuesta universal a sus problemas, pero eso no significa que todo sea perfecto a su alrededor.
Un reciente estudio del Laboratorio de Interacción Humana de la Universidad de Stanford, aseguró que los encuentros por Zoom pueden ser doblemente cansados para los empleados y/o estudiantes.
A través de la investigación titulada Sobrecarga no verbal: Un Argumento Teórico sobre las Causas de Fatiga en Zoom, el profesor Jeremy N. Bailenson y su equipo de investigadores, explicaron por qué las videollamadas resultaban más agotadoras de lo usual.
Más allá de que se suele esperar una disponibilidad inmediata por concepción popular (debido al esquema home office), Bailenson y su equipo citaron numerosos factores antropológicos que explicaban altos niveles de estrés en los humanos… y todos ellos se juntan en las videollamadas.
Sentir muchas caras observando al mismo tiempo, notar ausencia de lenguaje corporal completo, y percibir una sensación constante de monitoreo; son acciones que inquietan la mente humana desde tiempos inmemoriales… y cada una de ellas se “ganan” usando apps de comunicación digital con audiovisuales.
A lo anterior, hay que sumarle problemas cotidianos y contemporáneos. Según Bailenson, los niveles de ansiedad aumentaron en 100 de sus 167 sujetos de estudio cuando se enfrentaron a mala conexión de Internet, ausencia de audio, interlocutores “estáticos”, y varias personas hablándoles al mismo tiempo.
Baileson y su colegas llamaron a todo este fenómeno “la fatiga en Zoom”, una condición contemporánea que provoca irritabilidad, cansancio y numerosos dolores físicos.
Respecto a la solución para todo ello, el estudio sólo cita dos posibles recursos: la paciencia y la evolución.
La investigación cita el momento histórico en que los humanos aprendieron a lidiar con los elevadores en edificios altos: la mayoría de las personas no sabía si mirarse entre sí mientras el aparato terminaba su recorrido, pero con el tiempo, se acostumbraron a improvisar.
Pasará lo mismo con las reuniones virtuales y su apego cultural a nuestra actualidad. Poco a poco, los niveles de estrés (que ahora pueden resolverse con ejercicios de meditación o terapia) se reducirán al mínimo.
Y tú, ¿notas alguna clase de estrés “nuevo” en tu vida gracias a las videollamadas? ¡Cuéntanos en los comentarios!
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