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Belleza

Historia del lipstick: más que un cosmético

El lipstick no solo es un producto de belleza, es un símbolo y referente de épocas y situaciones.
29 Jul 2016 – 04:28 PM EDT
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La Reina Isabel I fue de las mujeres que impuso la moda de la boca roja. Crédito: IStock

Desde remotos tiempos la humanidad ha sabido que la pintura labial es un infalible recurso para cambiar nuestra apariencia. Ya en los largos períodos de la prehistoria, los jugos de plantas y frutas se usaban para colorear los labios. Los primeros antecedentes que se tienen de nuestro actual lipstick proceden de la reina Schubad, de Ur, quien usaba polvo de piedras preciosas para dar color y destellos a la boca.


Fueron los egipcios quienes dieron un paso más allá en la elaboración de este producto. En este imperio, en el que el color de los labios denotaba estatus social más que género, el carmín extraído de la cochinilla era el favorito de las mujeres ricas y poderosas, como la mismísima Cleopatra; el toque aperlado lo obtenían aplicándose un extracto de escamas de pescado.


La relación de los griegos con el lipstick fue bastante voluble. Mientras que en un inicio el producto era del dominio exclusivo de las prostitutas, más adelante elevó su rango posicionándose entre las élites. Sustancias vegetales extraídas de moras, algas y ciertas raíces, así como el tóxico bermellón, eran las que proveían de color a sus labios. Al tiempo que Grecia caía el imperio romano y el lipstick florecían. Y aunque este producto se usaba sin distinción de género para indicar rango social, las mujeres eran sus mayores consumidoras. Sabina, le desquiciada esposa de Nerón, tenía asistentes encargados de mantener siempre su boca pintada.

Se tienen noticias de que entre los siglos 8 y 12 d.C. el cosmetólogo árabe-andaluz Abu al-Qasim al-Zahrawi se las ingenió para inventar un lipstick sólido: unas barras perfumadas que se vaciaban en moldes especiales. En China, el lipstick se elaboraba a base de cera de abejas a la que se añadía aceites esenciales y pigmento rojo extraído de plantas y sangre. Mientras tanto, en el lejano Japón las geishas ya coloreaban sus labios para contrastarlas con su pálido maquillaje. Dependiendo de la etapa de entrenamiento en la que se encontraban aplicaban el pigmento en el labio superior o inferior.

Restricciones y uso generalizado

Llegamos a la Edad Media. Hasta antes de esta época en la mayor parte de Europa el lipstick no estaba sometido a ningún tipo de restricción y su uso estaba relativamente generalizado entre las mujeres. Pero las creencias religiosas, especialmente en Inglaterra, empezaron a satanizarlo al relacionar su encendido color con el demonio. Hasta que llegó la Reina Isabel I, a quien el estilo le importaba tanto como la política, imponiendo de nuevo la moda de la boca roja en contaste con un blanquecino cutis.


Durante el siglo XVIII y la mayor parte del siglo XIX el lipstick cayó nuevamente a las esferas más bajas cuando su uso se relegó a actores y mujeres de la vida alegre. El final de esta degradación terminó cuando los perfumeros ses empezaron a fabricarlo comercialmente. En 1884 la casa Guerlain produjo el primer lipstick comercial elaborado a base de cebo de venado, aceite de castor y cera de abeja. El hecho de que personalidades como Sarah Bernhardt y 'fashionistas' de la época lo adoptaran como parte de su ritual diario de belleza, ayudó a que su uso se extendiera.

Al iniciar el siglo XX las sufragistas se pintaban los labios como un provocativo símbolo de su emancipación. El surgimiento, en 1915, del tubo de labios metálico revolucionó aún más este producto. Desde entonces, y hasta antes de la Segunda Guerra Mundial, los avances en la formulación del lipstick y sus contenedores se sucedieron constantemente. Con el conflicto bélico el lipstick escaseó; sus ingredientes esenciales –petróleo y aceite de castor– se reservaron para otras manufacturas. Sin embargo, las mujeres, teniendo que hacerse cargo de labores antes reservadas para los hombres, sintieron que los labios pintados eran una manera de reafirmar su feminidad.


A partir de la segunda mitad del siglo XX, y hasta nuestros días, las tonalidades del lipstick han sido impuestas por la moda en turno o las personalidades que las han popularizado. Y aunque las innovaciones por parte de las empresas de cosméticos han sido constantes, en la actualidad la tendencia se inclina por el uso de ingredientes orgánicos: aceites naturales, cera de abejas… ¿Será que, de alguna manera, estamos regresando a los inicios? No importa, como quiera que sea la mujer ha adoptado el lipsitck como su mejor aliado y parte esencial de su vida diaria.

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