Kintsugi: la técnica japonesa que transforma objetos rotos en piezas imperfectamente bellas
¿ Qué haces cuando se rompe una taza? Probablemente la tires y te compres una nueva. Las cosas de hoy en día están hechas para ser reemplazables, temporales y que se vean perfectas hasta que la próxima moda las deje en el pasado. Cada vez arreglamos menos cosas porque podemos encontrar nuevas a un precio de oferta y en perfecto estado, pero hay una técnica para arreglar cerámica que puede hacer que hasta la vajilla hecha añicos se vea más hermosa que una recién salida de la fábrica.
Kintsugi es el nombre de un antiguo arte japonés que consiste en arreglar la cerámica con una capa de laca y oro en polvo. Es una técnica que requiere algo de paciencia, pero logra que el objeto roto se vea único, no importa si se trata de un plato antiquísimo o una taza comprada en el supermercado. Esta técnica no solo nos sirve para arreglar las cosas de la casa, sino que también nos recuerda que hay belleza en la imperfección.
En vez de hacer como hacían nuestros padres, que unían con cuidado los pedazos hasta que las grietas ya no se veían, los japoneses las destacan con el dorado y nos dan una enseñanza que va más allá de la decoración. Muchas veces intentamos ocultar los malos momentos que nos han convertido en las personas que somos hoy, nuestras grietas, y el kintsugi quiere hacer lo contrario: busca que celebremos la historia que hace que cada persona y objeto sea único en vez de ocultarla.
La imperfección es belleza
La técnica surgió como una casualidad. Según cuenta la leyenda, en el siglo XV el Shogun Ashikaga Yoshimasa envió una taza de té a China para ser reparada y se indignó tanto cuando la taza regreso a sus manos con grapas de metal que demandó que los artesanos buscaran una alternativa más atractiva para repararla y así nació el kintsugi.
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Por otro lado, la técnica está relacionada con la filosofía japonesa del wabi sabi, que se centra en encontrar la belleza de las cosas imperfectas. Por otro lado, también está vinculado con otra palabra imposible de traducir, el mottainai, una sensación que significa arrepentimiento cuando algo se desperdicia, y también con mushin, la aceptación del cambio.
El kintsugi entonces está muy relacionado con el budismo, que pone la impermanencia como uno de los temas centrales de su filosofía. Nada es permanente y todos estamos en constante cambio, hasta los objetos que usamos diariamente.
Es una bella filosofía que podemos infundir en muchos aspectos de nuestras vidas, pero con las cerámicas es una gran manera de lograr que tengan una vida útil más larga y una imagen más bella que la primera vez que los compramos.
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