Duerme bien
Actuales estudios científicos respaldan este viejo consejo al que se atribuía el mantener una piel joven. Pero a esta recomendación las abuelas añadían dos más que hoy en día también avalan los dermatólogos: dormir boca arriba y hacerlo sobre una almohada de seda o satín. Seguir estas recomendaciones evita que se formen las llamadas 'arrugas del sueño'. Getty Images
La cocina: el mejor proveedor de productos de belleza
Retinol, ácidos alfa hidróxidos, antioxidantes. A falta de estos avances de la química, las señoras de entonces echaban mano de productos naturales: rodajas de pepino o té negro para ojos hinchados; aguacate para hidratar el pelo; aceite de oliva para desmaquillar los ojos; mascarillas de avena y yogurt para restaurar la humedad perdida; maicena para fijar el maquillaje… Y sigue funcionando. Crédito: IStock
Evita el jabón
La abuela no se refería al baño diario, sino a que el jabón no es lo más recomendable para desmaquillarse y limpiar la cara. Al igual que algunas lociones limpiadoras puede resultar muy agresivo para la piel, especialmente si es delicada o sensible. Hoy, como entonces, la Cold Cream de Pond’s sigue siendo una gran opción.
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No exageres
La moderación de aquellas épocas se aplicaba hasta para maquillarse. Para levantar el semblante las mujeres apostaban por un blush color rosa-durazno que favorece cualquier tono de piel Ninguna mujer se aventuraba a salir de casa sin lipstick, imprescindible para un look femenino; los tonos favoritos eran rojo o fucsia que hacen ver los dientes más blancos y brillantes.
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No abuses de las pinzas de cejas
Innumerables nietas deben sus hermosas cejas a esta recomendación cuyo sustento científico hoy conocemos. La depilación excesiva, con pinzas o cera, eventualmente causa daños que se manifiestan como cicatrices microscópicas en la raíz de los folículos. Con el tiempo estas cicatrices sellan el folículo evitando que las cejas vuelvan a crecer.
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Para un pelo brillante, agua fría
No deseches este consejo creyendo que es un antiguo mito. El agua caliente abre la cutícula permitiendo que el shampoo y el acondicionador cumplan su función; el agua fría la cierra atrapando la humedad. Una cutícula cerrada refleja la luz. Si no soportas el agua fría, diluye una taza de vinagre de manzana en dos de agua y aplícala después del enjuague.
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Cuida tus manos
Siempre guantes, lo primero que las abuelas recomendaban para unas manos bellas. No solo para protegerlas durante las labores domésticas y de las inclemencias climáticas. También para sellar la humedad tras aplicar la loción de manos al acostarse. Una mezcla de partes iguales de hamamelis, glicerina y agua de rosas era mejor que cualquier crema comercial. Crédito: IStock
Relájate
Cuando la abuela aconsejaba no preocuparse era por razones de salud y belleza; intuía que las preocupaciones causan arrugas. Hoy sabemos que el cortisol, hormona que se libera ante el estrés, trastorna la formación de colágeno. Esto debilita y adelgaza la piel acelerando la aparición de arrugas y evitando que la humedad se mantenga. Ejercicio y una dieta sana ayudan a relajarte.
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Acondiciona tu pelo
Para seguir esta máxima de belleza las abuelas mezclaban media taza de mayonesa y medio aguacate, aplicaban la mezcla al pelo húmedo, lo cubrían con una gorra de baño 15 minutos, lo enjuagaban y lavaban muy bien. La combinación de estos ingredientes humecta y deja el pelo sedoso y brillante. Y para proteger el cuero cabelludo usaban peine de madera.
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Vaselina para todo
En aquel entonces la vaselina se encontraba en el tocador, no en el botiquín; era el comodín de la belleza. Hoy hemos olvidado sus múltiples beneficios, entre ellos: es un excelente humectante; regenera codos, rodillas y pies agrietados; mezclada con azúcar funciona como exfoliante; alivia los labios resecos y las quemaduras de sol; suaviza la cutícula. Crédito: IStock