Quién gana y quién pierde con la decisión del juez Juan Merchán de aplazar la sentencia contra Trump en el caso 'Stormy Daniels'
El juez Juan Merchán decidió este viernes que el expresidente Donald Trump no será sentenciado el 18 de septiembre, como estaba previsto, por el caso en que fue encontrado culpable de 34 delitos graves.
Estableció como fecha tentativa el 26 de noviembre, 21 días después de las elecciones presidenciales.
Merchán también pospuso hasta el 12 de noviembre, es decir dos semanas antes de la fecha establecida para la sentencia, su fallo sobre la moción de Trump para lo declaró inmune por acciones cometidas en ejercicio de la presidencia.
¿Es Trump un acusado como cualquier otro?
El 30 de mayo, Trump fue declarado culpable de 34 delitos graves de falsificación comercial derivados de sus esfuerzos por evitar que salieran a la luz pública durante la campaña electoral de 2016 los detalles de un encuentro sexual que tuvo con la actriz pornográfica Stormy Daniel.
Merchán escribió que el aplazamiento de las decisiones “debería disipar cualquier sugerencia de que el Tribunal habrá emitido cualquier decisión o impuesto sentencia ya sea para dar una ventaja o crear una desventaja para cualquier partido político y para cualquier candidato a cualquier puesto”, pareciendo responder a los señalamientos de Trump de “interferencia electoral”.
A pesar de que Merchán argumenta que estos aplazamientos “son otorgados con regularidad” y que no hay motivo para tratar a Trump de manera distinta a cualquier otro acusado, el expresidente está muy lejos de ser cualquier persona y este nuevo aplazamiento, el segundo otorgado desde el veredicto, crea un claro ganador y un claro perdedor.
Ganador: Donald Trump
El expresidente finalmente fue recompensado por sus esfuerzos para retrasar la imposición de la sentencia en el caso penal de Nueva York hasta después de las elecciones.
Trump litigó este punto tanto en el tribunal de Merchán como en la corte de la opinión pública, acusando sin fundamento al juez, al fiscal de distrito de Manhattan Alvin Bragg, al Departamento de Justicia (a pesar de que no era un juicio federal), a la vicepresidenta Kamala Harris y al presidente Joe Biden de formar parte de una conspiración que lo llevó al juicio, como parte de un esfuerzo de interferencia electoral.
De hecho, en su decisión, Merchán señaló que a fin de reforzar su solicitud, Trump “repite una letanía de agravios percibidos y sin fundamento de presentaciones anteriores que no merecen la atención de este tribunal y no se abordarán en esta decisión”.
La principal queja de Trump es que el juicio constituyó una “cacería de brujas” orquestada por el gobierno de Biden y los demócratas para interferir en su contra en las elecciones, generalizando una práctica no vinculante y única del Departamento de Justicia, de no tomar ninguna medida que pueda influir en el resultado de una elección.
El único ejemplo reciente de la violación de esa práctica favoreció precisamente a Trump. Ocurrió en octubre de 2016, cuando el entonces presidente del FBI, James Comey, informó al Congreso y a los medios que iba a reabrir la investigación sobre los emails de la candidata demócrata Hillary Clinton, cuando un número de mensajes fue encontrado en la computadora portátil de su asistente.
Perdedor: Los votantes estadounidenses
Al privar al público de conocer la sentencia contra Trump antes de las elecciones, el electorado estadounidense se ve privado de conocer, antes de emitir sus votos, la verdadera dimensión de los delitos cometidos por Trump en el caso de Stormy Daniels.
En caso de que Merchán finalmente rechace la moción para anular el veredicto y dicte sentencia, la severidad de la misma servirá como una medida del grado de gravedad de las 34 ofensas penales por las que el jurado de Manhattan halló unánimemente culpable a Trump, lo cual pudo haber sido un elemento importante para los votantes antes de tomar su decisión final en los próximos comicios.
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