Ni compras, ni colegio, ni trabajo: las familias de Colony Ridge se encierran en casa por miedo a ser detenidas por ICE
COLONY RIDGE, Texas. — Miguel y su familia no quieren jugar con la suerte. El hijo mayor, Kevin, se salvó en enero de ser detenido por funcionarios de la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). Cuando iba de camino a su trabajo, se encontró un embotellamiento en una autopista de Houston, pero no era un choque de autos sino un retén para hacer preguntas y pedir documentos de inmigración. Él cerró los seguros y cuando llegó su turno, bajó el vidrio lo justo para que le escucharan decir: "Elijo permanecer en silencio y no voy a contestar sus preguntas". Lo dejaron ir después de una hora.
Pero desde el lunes, Colony Ridge, donde vive esta familia de cinco, se llenó de fotos de patrullas y trocas sin identificación frenando a vehículos, como le pasó una vez a Kevin.
"Tenía que ir a trabajar, pero me quedé en la casa. No vaya a costarme más caro salir que quedarme", dijo Miguel a Univision Noticias en una llamada telefónica el miércoles por la noche. Tampoco Kevin salió, ni sus hermanos fueron al colegio. Todos se encerraron en casa.
Ellos no son los únicos que han tomado esa decisión. Lo repiten más personas en grupos de Facebook. Y otros vecinos consultados aseguran que las calles y negocios de Colony Ridge están solos. Por mensajes de texto, cuentan que ni siquiera han podido conciliar el sueño esta semana y que han comenzado a evaluar la posibilidad de que sus hijos no vuelvan al colegio, sino que sean educados en casa.
Colony Ridge tiene años en la mira del gobernador de Texas, Greg Abbott, y en la de otros políticos del estado. Sin evidencias, hablan de esta comunidad de mayoría hispana como un área plagada de crimen —aunque las autoridades locales lo desmienten— y la critican por ser "un foco de inmigración ilegal", como se lee en esta publicación:
Sus habitantes defienden a esta zona por ser el punto en el que pudieron asentarse con casa propia tras huir o marcharse de sus países de origen. Y hasta el lunes lo consideraban un espacio seguro.
Desde el lunes, si Miguel o algún miembro de la familia tiene que salir, primero revisan el mapa en su teléfono celular para asegurarse de que no hay policías en su camino. El martes, por ejemplo, no pudieron salir a la tienda a comprar comida: "Vivimos con miedo, la verdad". En los grupos de Facebook hay vecinos ofreciéndose a ir al mercado por aquellos, como Miguel y su familia, que no pueden.
Lo que se vive en esta comunidad de Texas se replica en más comunidades del país. Para publicitar con fuerza su política de detenciones y deportaciones masivas, el gobierno de Donald Trump muestra en sus redes sociales a funcionarios de distintas agencias cooperando en el arresto de inmigrantes en cualquier espacio, incluso en iglesias. El mandatario busca echar mano de cualquier recurso o agencia del orden disponible para demostrar que su segundo gobierno ha amplificado sus acciones contra la inmigración indocumentada.
Con eso, la multiplicación de órdenes ejecutivas, la reinstauración de políticas para reforzar ese aparato de deportaciones y para forzar a los inmigrantes a "autodenunciarse" a través de un registro, el experto en políticas migratorias y expresidente de la Asociación Nacional de Abogados de Inmigración, David Leopold, dijo este viernes en una conferencia con periodistas que vivimos "un momento en la historia del país que no vamos a olvidar".
Aunque tenga miedo...
Kevin no duda al decir que todos los hispanos "tenemos miedo". Abbott dijo el martes que 118 personas de su comunidades habían sido detenidas, pero desde entonces los arrestos no han parado. La cifra muy probablemente es mayor.
Este joven explica su miedo con vivencias propias, como la del día en que a él mismo lo frenó un retén de CBP. O como cuando hace dos semanas llegó a la obra de construcción en la que trabaja y sólo quedaban tres compañeros, porque en TikTok alguien había avisado que "la migra" estaba en camino: "Recogieron sus herramientas y se fueron corriendo por el otro lado. En los videos que me mostraron, iban tan rápido que se veía a las trocas resbalarse cuando arrancaban, levantaban el polvo", recuerda.
Dice que en todas las conversaciones en el trabajo está "la migra" y que el miedo baja en caída libre desde sus supervisores hasta ellos, pues todos son hispanos.
Él tiene 20 años, seis de ellos en Estados Unidos. Llegó al país con sus padres y sus hermanos. Huían de las pandillas en El Salvador, que asesinaron a su abuelo, a su tío y acosaron a su padre, que era policía.
"Para serle sincero, yo no quiero irme a mi país porque no lo conocí. No sabría qué hacer allá", dice. "La verdad siento a Estados Unidos más como mi país".
En Estados Unidos asegura que es productivo, que la empresa para la que trabaja construye colonias completas: "Los latinos movemos la economía, hay que ser realistas". Por eso no entiende por qué el presidente Donald Trump ha enfilado una pelea "tan personal" contra quienes trabajan duro, como él y su padre: "No recibimos el reconocimiento debido".
Aunque su familia se encerró por las operaciones en Colony Ridge, a su corta edad Kevin asegura que deja su futuro "en las manos de Dios", una frase que repitieron más personas entrevistadas. "Tenemos que salir a buscar el alimento. No podemos quedarnos cuatro años en la casa encerrados".
Su padre asegura que su miedo a ser detenido y deportado no es mayor que su miedo a perder "todo lo que me ha costado tanto": el haber puesto a salvo a su familia en Estados Unidos; el sentirse "libre, sin miedo a que podían llegar los pandilleros a matarme"; y el poder ser dueño de un terreno en el que, por fin, iba a construirle un hogar a sus tres hijos.
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