Entendimos mal el Síndrome de Estocolmo y su verdadera historia te hará enfurecer
El " Síndrome de Estocolmo" es uno de esos términos que se coló en el lenguaje coloquial desde hace algunos años. Las películas, series y hasta relatos de persecuciones policiales, hacen referencia a dicho término cuando una persona (usualmente una mujer) se enamora de su secuestrador o agresor.
En el imaginario colectivo, se señala de igual forma que el Síndrome de Estocolmo es cuando una persona en situación de riesgo, desarrolla sentimientos positivos hacia su captor. Sin embargo, este supuesto síndrome puede ser un completo fraude.
Revisemos la historia: el término lo acuñó el criminalista y psiquiatra sueco Nils Bejerot, quien estuvo a cargo de negociar una situación de rehenes en un banco durante 1973. Los diálogos duraron alrededor de seis días.
Los bandidos Jan-Erik Olsson y Clark Olofsson, tomaron por rehenes a cuatro empleados del banco, pero al salir del embrollo, todas las víctimas parecían tener algún tipo de relación positiva con sus captores.
En especial se señala a Kristin Ehnmark, quien desde su secuestro en el banco, llamó al primer ministro de Suecia de la época: Olof Palme. Kristin le pidió a Palme y a la policía, ceder a las peticiones específicas de Clark Olofsson. En la llamada fue muy clara:
quote: Confío totalmente en Clark (...) No estoy desesperada, no nos han hecho nada malo. Al contrario, han sido muy buenos con nosotros.
Parecía que Ehnmark temía más por el actuar de la policía que el de sus captores. Ante ello, Jess Hill —autora especializada en investigación policíaca y relaciones domésticas— asegura que no era que Kristin Ehnmark confiara ciegamente en los delincuentes, sino que “le dieron la esperanza de que todo saldría bien”.
La escritora enfatiza en la psicología detrás del momento de la negociación: Ehnmark pidió hablar con el psiquiatra Nils Bejerot, pero él se negó a hacerlo. Eso le hizo creer a los rehenes que la policía actuaría sin conocer la situación y que no les interesaban sus vidas. De forma irónica, les resultó más factible negociar la vida con sus captores.
Cuando la captura del banco terminó, Nils Bejerot acuñó el término "Síndrome de Estocolmo" para explicar los sentimientos positivos de las víctimas hacia sus atacantes (y de alguna manera justificar a la policía). No obstante, la historia siempre suele dejar de lado aquello en lo que Hill hace énfasis: los rehenes mostraron empatía con los captores porque a final de cuentas, ellos recibieron lo mismo... y de hecho esperaban una pizca de ello por parte de la policía.
La misma Jess Hill, en su libro See What You Made Me Do (ganador del Premio Stella) cita que el Síndrome de Estocolmo “es un mito creado por un psiquiatra con un claro conflicto de interés.” Todo indica que es un recurso usado para aminorar represalias en cuanto a denuncias por violencia.
En otras ocasiones, el término ya ha sido muy criticado por la comunidad psicológica y psiquiátrica. Para empezar, porque ni siquiera está enlistado en los manuales internacionales de clasificación de trastornos psicopatológicos.
Mientras la ciencia se pone de acuerdo sobre este término, entender que nació de la desestimación de una mujer en situación de violencia, es iluminador para utilizarlo con mayor cuidado.
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