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Comportamiento Social

School the World: el proyecto que está construyendo escuelas en lugares inaccesibles de Centroamérica

Publicado 21 Jun 2017 – 04:15 PM EDT | Actualizado 23 Mar 2018 – 02:35 PM EDT
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Hace 3 años, el jovencito José Xon comenzó la escuela primaria a la edad de 13 años en la comunidad montañosa de Pasaje Morales, Guatemala. Después de aprender a leer, escribir y contar, a sus 16 años José pudo mudarse a Ciudad de Guatemala donde encontró un trabajo que le ofrece un mejor prospecto de vida.

El testimonio de vida de José ciertamente no es el de la mayoría de los niños en las áreas rurales de esta zona de Centroamérica. En muchos casos, el sistema público de educación no funciona. Los chicos pasan varios años en la escuela sin rebasar la instrucción básica y es mucho más viable para las familias que comiencen a trabajar para ayudar con la difícil situación económica.

Sin embargo, José es tan solo uno de los 5,457 estudiantes que se han enrolado en el proyecto School the World y que hoy tienen expectativas de un futuro diferente. El proyecto comenzó en el año 2009 con el propósito de mejorar las condiciones de las escuelas y llevar la educación a los niños en comunidades empobrecidas de las zonas más intrincadas de Guatemala y Honduras. Rápidamente recibió fondos de las autoridades locales y de donantes en Estados Unidos.

School the World es una organización sin fines de lucro creada por Kate Curran, una abogada que trabajaba para General Electric. Su decisión de abandonar el mundo corporativo vino luego de perder a 3 de sus familiares más cercanos. Kate decidió tomar un tiempo para viajar por el mundo antes de decidir el nuevo curso que tomaría su vida. Su peregrinación por Latinoamérica y África definió su futuro personal y el de muchos niños antes de que ella misma lo supiera. “En esos lugares increíbles vi a un aula entera en África compartir 2 lápices, o a los niños cruzar un río infestado de cocodrilos para llegar a la escuela cada día.” Entonces decidió comenzar por Centroamérica, ya que África sería mucho más complicado y costoso.

La organización  recauda fondos para reconstruir las escuelas existentes o construir nuevas, adiestrar a los maestros e implementar los programas de enseñanza. Hasta el momento han construido 45 escuelas, han entrenado a 266 maestros, han puesto a disposición de los niños 13,097 libros y han capacitado a 2,993 padres para que sean parte activa del proceso educativo dentro de las comunidades.

Pero el impacto de este proyecto llega mucho más lejos de lo que pudiéramos imaginar. Muchos de estos niños aprenden español en estas escuelas, ya que crecen hablando las lenguas aborígenes autóctonas del lugar. Las escuelas dan un valor agregado al de aprender a leer y escribir. Los niños de estas zonas rurales han encontrado en estos recintos un espacio para socializar mejor en áreas de juegos que antes no existían.

También se les enseñan herramientas esenciales para la vida como técnicas para la resolución de conflictos, negociación y el uso de la paciencia. “Algo tan simple como integrar a las hembras al juego de fútbol ha tenido un gran impacto en la forma en que los varones tratan a las niñas,” nos explicó la artífice del proyecto Kate Curran.

Una vez que los chicos comienzan a aprender no quieren dejar la escuela y los padres comienzan a involucrarse más. Conocimientos básicos como leer, escribir y contar pueden hacer una gran diferencia en un área de Guatemala donde el 65% de los niños sufre de malnutrición. Estos serán futuros trabajadores capaces de tomar mejores decisiones y a los que será más difícil engañar o explotar.

De igual manera, se sabe que la educación puede retrasar la edad en que las mujeres se casan y tienen hijos, al igual que la cantidad de hijos por familia. El hijo de una madre que sabe leer y escribir tiene un 50% más de probabilidades de  llegar a la edad de 5 años, además de tener mejor salud, más participación cívica y ser menos propenso a la violencia. “Sabemos por un estudio de la UNESCO que por cada niño que completa la educación primaria 179 personas saldrán de la pobreza,” nos dijo Kate Curran.

Las comunidades comprenden la importancia de este proyecto y es por eso que el apoyo ha sido grande, a tal punto que se ha convertido en una prioridad para muchos. Durante la tormenta tropical  Agatha, la comunidad de Panimache fue severamente afectada. Según Curran, muchos perdieron sus bienes y no tenían qué comer. Sin embargo, no usaron ni un solo centavo de los $10,000 que tenían de fondo para la construcción de la escuela, que era la porción proveniente de las donaciones privadas.

Pero la misión de School the World está lejos de concluir. Se necesita propulsar a estos estudiantes hacia la educación media y exponerlos a la tecnología para que puedan dar el salto a un mercado laboral altamente competitivo y especializado.

El problema es que no existen escuelas secundarias en estas zonas rurales. Los chicos deben mudarse a las ciudades y solventar un costo de hasta $100 mensuales. School the World está ofreciendo becas para enviar a algunos de sus estudiantes a las escuelas secundarias, pero las posibilidades son muy limitadas.

El trabajo es duro, y por suerte cuentan con la colaboración de estudiantes norteamericanos que viajan a estos lugares y trabajan de manera voluntaria en las obras de construcción durante el verano. School the World recibe donaciones a través de su página oficial, con las cuales continúa esta titánica labor. Porque cada niño merece una educación digna y una experiencia de crecimiento, el proyecto se propone llegar a la cifra de 75 escuelas en los próximos 3 años y se está estudiando la posibilidad de extender el modelo a un tercer país, el cual podría ser Nicaragua, México, Colombia o República Dominicana, si logran recaudar los fondos.

“La educación es la única solución a largo plazo para resolver el problema,” nos comentó Kate Curran.

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