Los efectos de los prolongados cortes de energía en la salud mental de los puertorriqueños

Han pasado dos meses desde que el huracán María tocó tierra por primera vez en Puerto Rico, y gran parte de la isla aún permanece sin electricidad. Mientras los residentes lidian con el daño inmediato, vale la pena preguntarse cuáles serán los efectos en la salud a largo plazo. ¿Cómo identificamos a los más vulnerables y, con recursos limitados, adaptamos las intervenciones en cuanto a la salud pública?
He estudiado varios efectos de desastres en la salud, desde el ataque terrorista del 11 de septiembre hasta el huracán Sandy. Con base en mis estudios sobre huracanes y cortes de energía, podemos esperar ver una serie de efectos en Puerto Rico en los próximos meses, incluidos problemas de salud mental.
Impacto duradero
Después del huracán Sandy, el servicio eléctrico estuvo suspendido aproximadamente entre 12 y 14 días, con variaciones en los ocho condados afectados en la ciudad de Nueva York.
Descubrimos que el huracán Sandy tuvo efectos inmediatos en ciertos tipos de problemas de salud mental. Los residentes reportaron más visitas al departamento de emergencia debido a la ansiedad y al trastorno del estado de ánimo después del huracán, en comparación con el mismo período antes de Sandy.
La mayoría de las visitas a emergencias debido a la salud mental después de Sandy involucraron el abuso de sustancias. Esto fue especialmente cierto durante el corte de energía. Hubo alrededor de 200 casos de abuso de sustancias en el departamento de emergencias durante Sandy y el período del apagón, alrededor de cuatro veces más de lo habitual.
Según los datos que hemos recopilado y aún estamos analizando, los efectos negativos del huracán Sandy sobre ciertas enfermedades de la salud mental –como el trastorno del estado de ánimo y el abuso de sustancias– duraron entre tres meses y hasta un año después del desastre, dependiendo del condado.
¿Por qué el estrés duró tanto tiempo? Los huracanes y la pérdida de energía eléctrica también conducen a una pérdida de servicios esenciales para las comunidades, como el a alimentos, agua potable, transporte y comunicación. Los daños duraderos en los hogares pueden inducir ansiedad y depresión entre los residentes de las áreas afectadas, especialmente en aquellos con problemas de salud mental preexistentes.
A Puerto Rico le faltan estos servicios básicos, lo que hace que la vida diaria sea más estresante y, por lo tanto, es más probable que se genere sufrimiento mental en las próximas semanas y los próximos meses.
¿Quiénes son los más afectados?
Los problemas de salud mental alcanzan a todos los grupos demográficos. Sin embargo, algunos parecen verse más afectados por los cortes de energía que otros.
Durante el apagón del noreste de New York en 2003, que ocurrió durante tres calurosos días de agosto, las mujeres y los ancianos tenían un 19% y un 158% más de riesgos, respectivamente, para la isión hospitalaria respiratoria que durante el período sin pérdida de electricidad.
Nuestra investigación sugiere que el estado socioeconómico también influye significativamente en la susceptibilidad de las personas a la salud mental adversa después de un desastre. En general, los grupos de bajo nivel socioeconómico son más susceptibles al impacto del calor. Pero, cuando ese calor coincidió con un apagón, encontramos que la tendencia se revirtió: los grupos de mayor estatus socioeconómico tenían más probabilidades de ser hospitalizados durante un apagón.
Los ingresos hospitalarios por enfermedades respiratorias entre las personas de altos ingresos aumentaron significativamente en un 23% después del apagón del noreste. Nuestros datos preliminares también muestran que los blancos tuvieron tasas significativamente más altas de visitas al departamento de emergencia que las personas negras e hispanas después del huracán Sandy.
¿Por qué? Una posible explicación es que los grupos de alto nivel socioeconómico son más propensos a usar nebulizadores, aires acondicionados u otras ayudas eléctricas en el hogar. Su dependencia de estos equipos podría hacerlos más susceptibles al efecto de un corte de energía durante un huracán.
¿Qué significa esto para Puerto Rico?
No es fácil recuperarse después de un desastre inesperado.
Reconstruir la red de transmisión y distribución de energía eléctrica será una tarea enorme.
Gracias a la ayuda externa, el gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, ha dicho que espera restaurar la electricidad en el 95% de la isla antes de fin de año. No se sabe si podrá conseguirlo.
El corte de energía en Puerto Rico ya tiene dos meses, mucho más que el apagón en la ciudad de Nueva York durante el huracán Sandy. Deberíamos esperar un aumento correspondiente de enfermedades, no solo de salud mental, sino también enfermedades que dependen de la electricidad para su tratamiento, como la insuficiencia renal, el asma y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
Las respuestas efectivas a diferentes niveles por parte de las agencias gubernamentales son críticas después de un desastre natural. Los funcionarios de salud pública deben monitorear los casos de salud mental consecuentes. Un programa de monitoreo o vigilancia médica para hacer un seguimiento de los impactos a largo plazo en la salud también sería beneficioso para los residentes locales.

*Shao Lin es profesora de Salud Pública de la Universidad de Albany, Universidad Estatal de New York
