Así fue como los narcos usaron una “estrategia de mercadotecnia” para introducir el fentanilo en Tijuana
A principios de 2017, Víctor Clark, director del Centro Binacional de Derechos Humanos, escuchó por primera vez que consumidores de droga cerca del río en Tijuana se refirieron al fentanilo, una sustancia que en ese entonces no se vendía en esa ciudad fronteriza. La pedían con ansiedad algunos deportados, dice.
Meses más tarde, en ese lugar plagado de indigentes le comentaron que las dosis de heroína y metanfetamina que compraban eran inexplicablemente más potentes. “No sabían que estaban consumiendo heroína mezclada con fentanilo”, dice Clark en una entrevista con Univision Noticias.
Este antropólogo explica que fue una táctica de los carteles para introducir “de manera escalonada” un narcótico potente que necesitaba de clientes que tuvieran mayor resistencia. Los traficantes vieron que en esa localidad, que solo usaban como bodega de los cargamentos que cruzaban hacia California, había un mercado grande que podía dejarles ganancias millonarias.
Pero debían “educar” a los consumidores.
“Es como una estrategia de mercadotecnia para la introducción de un nuevo producto en el mercado”, dice Clark, quien separa ese macabro proceso en dos etapas. La primera consistió en mezclar pequeñas dosis de fentanilo con otros narcóticos sin avisarle a los consumidores. La segunda, dice, es cuando los narcos venden el opioide sintético de manera generalizada en las calles.
La teoría de Clark no es descabellada. El Departamento de Justicia asegura que es el mismo método que, desde la década pasada, usaron los hijos del narcotraficante Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán para ganar nuevos compradores de fentanilo en Estados Unidos, donde su demanda se ha disparado exponencialmente, así como las muertes por sobredosis.
“Ese crecimiento ha sido impulsado, al menos en parte, porque el cartel ha llevado a los consumidores de otras drogas al fentanilo al mezclarlo con otras sustancias para elevar su potencia”, menciona una reciente acusación contra tres jefes de la facción del Cartel de Sinaloa conocida como ‘Los Chapitos’.
“De hecho, mientras el comercio de fentanilo del cartel subía, los traficantes de heroína del cartel comenzaron a tener problemas para vender su producto. Como resultado, Ovidio Guzmán López estableció un sitio en la Ciudad de México donde los traficantes de heroína podían comprar fentanilo para mezclarlo con heroína”, agrega el documento judicial.
“‘Cortar’ (combinar) su producto con fentanilo ha permitido a los traficantes de heroína del cartel mantener su base de clientes, pero sustancialmente incrementó el riesgo de sobredosis y muerte”, advierte la acusación sometida en una corte federal de Manhattan.
Es Ovidio Guzmán el encargado de todo lo relacionado con la operación sobre el fentanilo de ‘Los Chapitos’, que las autoridades estadounidenses catalogan como la “más grande, violenta y prolífica del mundo”. Desde 2004, las primeras pastillas que elaboraron en un laboratorio clandestino en una casa de Culiacán, Sinaloa, fueron llevadas a bodegas en Tijuana para posteriormente cruzarlas hacia Los Ángeles, su principal centro de distribución en EEUU.
El brazo del narco en la frontera ha llegado incluso a las farmacias. Un estudio de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) que obtuvo “la primera evidencia científica” de que en esos establecimientos en ciudades del norte México, incluyendo Tijuana, están vendiendo pastillas que contienen fentanilo, heroína y metanfetamina.
"Estas píldoras falsificadas representan un grave riesgo de sobredosis para los compradores que creen que están recibiendo una cantidad conocida de un medicamento más débil", dijo en un comunicado Chelsea Shover, profesora de la Escuela de Medicina David Geffen de UCLA y autora del estudio.
El equipo de UCLA descubrió que dos de cada tres pastillas (68%) que adquirió en 40 farmacias en cuatro ciudades del norte de México tenían al menos una sustancia prohibida. En 11 de estos locales había píldoras elaboradas con fentanilo, heroína y/o metanfetamina.
De 45 muestras, nueve vendidas como Adderall contenían metanfetamina; ocho ofrecidas como Oxycodone tenían fentanilo; y tres que se hacían pasar como Oxycodone fueron elaboradas con heroína.
Tres carteles en el negocio de fentanilo en Tijuana
Ahora Tijuana también sufre los estragos del fentanilo. La Cruz Roja local atiende hasta 80 sobredosis por esa droga cada mes y la mayoría de los casos se registran en zonas cercanas a la barda fronteriza que frecuentan turistas, deportados y migrantes que se dirigen hacia el norte. En 2022, los paramédicos atendieron a 653 personas por consumo excesivo de narcóticos, según cifras del organismo.
“El fentanilo se volvió la cereza del pastel en esta ciudad en la que ya había una enorme cantidad de adictos”, lamenta Clark. “Ha provocado que el mercado de las anfetaminas se vuelva mucho más lucrativo”.
Pero el municipio no solo es almacén de ‘Los Chapitos’. Las autoridades señalan que operadores de los carteles Jalisco Nueva Generación (CJNG) y del clan de los hermanos Arellano Félix también están produciendo allí píldoras y polvo de fentanilo, para venderlo localmente y enviarlo a EEUU.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana de Baja California informa que en los pasados cuatro meses se han incrementado en un 200% los decomisos de fentanilo en Tijuana. A mediados de marzo, efectivos del Ejército y de la Fiscalía General de la República (FGR) decomisaron 2.5 millones de pastillas del opioide al registrar tres inmuebles de esa ciudad. También encontraron 10 rifles y varios cargadores.
En las garitas fronterizas es evidente que dicha sustancia es una prioridad de los grupos del crimen organizado. Del 1 de octubre de 2022 al 4 de abril de este año, los agentes aduanales han confiscado 13,900 libras de fentanilo, una cifra que se acerca a las 14,700 libras que se decomisaron en todo el año fiscal anterior. En 2021 detectaron 11,200 libras y en 2020 solo 4,800 libras.
La mayoría de estos aseguramientos ocurren en los puntos de entrada de San Diego, California.
En los últimos años, los carteles pasaron de traficar pequeñas cantidades del narcótico atadas a los cuerpos de jóvenes, a mover grandes cargamentos en vehículos y vehículos comerciales. Ahora su volumen es incluso más grande que el de los envíos de cocaína, metanfetamina y heroína.
“Hace una década ni siquiera sabíamos sobre el fentanilo y ahora es una crisis nacional”, dijo Randy Grossman, fiscal federal de San Diego, en un comunicado emitido a finales de 2022. “La cantidad de fentanilo que estamos incautando en la frontera es asombrosa”.
Más de 70,000 personas murieron en EEUU a causa de opioides sintéticos, principalmente fentanilo, en 2021. Cada vez más se difunden casos de niños que perdieron la vida por consumir estas pastillas, que los traficantes ofrecen a bajo costo a través de las redes sociales. También las fabrican con diseños y colores semejantes a golosinas, para captar a un mercado más joven. Le dicen “fentanilo arcoíris”.
Los hispanos en EEUU también han sido golpeados por esta crisis de salud, a pesar de que han tenido tasas de sobredosis históricamente más bajas en comparación con los blancos. De 2007 a 2019, los fallecimientos de latinos por opioides mezclados con cocaína aumentaron un 729% y por mezclas con metanfetaminas subieron 4,600%, de acuerdo con un informe publicado en el American Journal of Epidemiology.
A mediados de marzo la DEA emitió una alerta al público por una todavía más peligrosa combinación de fentanilo con xilazina, un poderoso sedante para caballos que también es conocido como ‘tranq’. Agentes antinarcóticos han decomisado esta mezcla en 48 de los 50 estados del país. El año pasado, advierte la DEA, el 23% del polvo de fentanilo y el 7% de las píldoras incautadas tenían xilazina.
Clark dice que la situación es cada vez peor en Tijuana. “El Estado llegó tarde al combate al fentanilo. Desde el principio no hizo absolutamente nada. No está invirtiendo recursos importantes, no hay procesos de rehabilitación, ni de educación”, critica. “Creo que el Estado va a ser avasallado por la presencia del fentanilo… se está convirtiendo en un producto cada vez más generalizado”.
Hace poco, un experto en narcotráfico que conversaba con Clark le preguntó si había notado cómo los consumidores crónicos de fentanilo se quedan casi petrificados en las calles por los efectos de las dosis. Su respuesta fue: “ya los empiezas a ver en el centro de Tijuana”.