Oleada de migrantes cubanos en la frontera sur está batiendo récords históricos
Adrián Suárez no llevaba mucho tiempo trabajando en su primer empleo como ingeniero eléctrico en Cuba cuando empezó a tener problemas políticos el año pasado.
"Me advirtieron que yo no era idóneo, por expresar cosas que ellos no estaban de acuerdo", dijo a Univision Noticias. "Allá no se puede pensar diferente", agregó.
Tras el estallido de las protestas antigubernamentales en julio, que fueron rápidamente aplastadas por la policía, el joven de 26 años se dio cuenta -como muchos otros- de que no tenía futuro en Cuba.
Con la ayuda de sus familiares en Miami, Suárez y su novia compraron billetes por 4,000 dólares cada uno en un vuelo chárter de ida desde La Habana a Managua, vía Santo Domingo, uniéndose así al más reciente éxodo que está a punto de superar las oleadas anteriores que se remontan a la década de 1960.
Sólo desde octubre del año pasado, más de 177,000 cubanos han llegado a Estados Unidos, seis veces más que en el mismo periodo del año anterior, según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS). " Es el mayor número de emigrantes cubanos jamás registrado en un año desde el inicio del éxodo cubano posrevolucionario y, de hecho, en cualquier momento de la historia de Cuba", dijo Jorge Duany, director del Instituto de Investigación Cubana de la Universidad Internacional de Florida (FIU).
"Este aluvión de inmigrantes es un reflejo de la desesperación y la falta de esperanza en la isla", añadió.
Los vuelos chárter crean un puente aéreo entre Cuba y Nicaragua
Al igual que Suárez, la mayoría salió de la isla en costosos vuelos chárter a Nicaragua, uno de los aliados más cercanos a Cuba, que en noviembre eliminó la exigencia de visado para que los cubanos volaran a la capital, Managua. Los coyotes transportan luego a los migrantes a través de Centroamérica y México hasta la frontera con Estados Unidos, por otros 4,000-5,000 dólares por persona.
"Uno no se imagina a lo que se va a presentar en este viaje. Viví un millón de experiencias en muy poco tiempo", dijo Suárez, que ganaba 30 dólares al mes en Cuba dirigiendo una pequeña planta de electricidad que funciona con diésel en las afueras de la ciudad portuaria de Matanzas. Dijo que su familia pagó 18,000 dólares en total por los billetes de avión y el coyote.
Como no hay líneas aéreas que operen vuelos regulares entre Cuba y Nicaragua, han intervenido empresas de vuelos chárter que ofrecen rutas de ida y vuelta a través de la República Dominicana, México, Jamaica y Aruba. Los billetes se venden a través de agencias de viajes en Miami, como CubaMax, y de anuncios en Facebook, por entre 3,000 y 4,000 dólares el asiento, sólo en efectivo.
"La historia se repite" - crisis política y económica
Cuba está sumida en su peor crisis política y económica desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, su antiguo aliado estratégico, hace más de 30 años. Mientras lucha por recuperarse de la pandemia de covid que puso en jaque su economía dependiente del turismo, también se enfrenta al creciente descontento de los jóvenes cubanos que no ven ningún futuro bajo el comunismo y se arriesgan a perder sus empleos o a acabar en la cárcel si se quejan.
El puente aéreo a Managua parece haber sido diseñado como una válvula de escape para reducir la presión interna sobre el gobierno cubano al permitir que los descontentos abandonen la isla.
"Quieren aflojar la olla de presión. Es lógico. La mentira no da para más", dijo Juan Primito, un obrero metalúrgico de 46 años que hacía cola con muchos migrantes cubanos recién llegados una mañana reciente frente a la oficina del Seguro Social en Hialeah. "La historia se repite", añadió, diciendo que dejó Cuba hace 17 años y que no le queda familia en Cuba.
A principios de la década de 1960, tras el triunfo de la revolución cubana liderada por Fidel Castro en 1959, el éxodo alcanzó a unos 250,000. A mediados de la década de 1970, el éxodo aumentó a 500,000, y recibió otro impulso con el de Mariel en 1980, que envió a 120,000 a Miami. Durante la llamada crisis de los 'balseros', a mediados de la década de 1990, unos 35,000 cubanos fueron alojados durante meses en la base naval estadounidense de Guantánamo, en Cuba.
Algunos migrantes tienen historias desgarradoras sobre las semanas que pasaron esquivando a la policía y a los carteles criminales en Centroamérica y México.
Reyniel Sánchez, un ex inspector de electricidad de 31 años, dijo que llegó a Estados Unidos el 8 de mayo, después de ser secuestrado y escapar por poco de la muerte a manos del Cartel del Golfo en Reynosa, México. "Pensé que me iban a meter una bala en la cabeza", dijo, temblando visiblemente mientras describía cómo fue retenido durante varios días a punta de pistola. Dos mujeres con las que viajaba fueron violadas en grupo delante de él.
Finalmente escaparon y cruzaron el Río Bravo cuando su guardia se quedó dormido mientras fumaba marihuana.
Sánchez está ahora medicado y dice tener dificultades para dormir a causa de las migrañas y los ataques de ansiedad. Fue hospitalizado después de lo que dice fue un episodio psicótico en el que escuchó voces. "Nunca había sufrido algo así en Cuba", dijo.
Aunque la mayoría de los migrantes cubanos llega a la frontera con México, un número menor llega en embarcaciones al sur de Florida. La Guardia Costera de EEUU devuelve a los cubanos interceptados en el mar casi semanalmente en virtud de un acuerdo migratorio alcanzado con el gobierno cubano. Casi 4,000 han sido interceptados desde octubre, dijo la Guardia Costera estadounidense.
Al mismo tiempo que el éxodo cubano, otros 130,000 migrantes venezolanos y 134,500 nicaragüenses han llegado a Estados Unidos desde octubre del año pasado, lo que supone casi medio millón de migrantes procedentes de gobiernos autoritarios.
"Es una migración fantasma": los migrantes dependen de la generosidad de familiares y amigos
Mientras que algunas partes del país, especialmente los estados fronterizos como Texas, han luchado para hacer frente a la oleada de inmigrantes, es una historia diferente en el sur de Florida.
A pesar de las asombrosas cifras, el más reciente éxodo ha tenido sorprendentemente poco impacto político en Miami, donde los refugiados -especialmente los de Cuba- son en su mayoría bien recibidos y rápidamente absorbidos por la gran comunidad de inmigrantes que ha visto oleada tras oleada desde América Latina durante décadas.
"Es una migración fantasma", dijo Oasis Peña, un enlace comunitario de Integrum Health Group, una de las varias agencias de Miami que ofrece servicios sanitarios y legales a los migrantes recién llegados. "Miami es una meca para los cubanos. La mayoría de la gente aquí habla español y tiene familia que puede alojarlos temporalmente y ayudarlos a adaptarse", añadió Peña, que salió de Cuba siendo una niña.
Muchos inmigrantes describen que duermen en sofás y habitaciones libres en casas de familiares y amigos.
"Esperamos independizarnos lo antes posible, encontrar trabajo y buscar nuestra propia casa", dijo Ana, una maestra de Santa Clara, que pidió que no se utilizara su apellido, mientras hacía cola fuera de una oficina del Seguro Social para buscar una tarjeta provisional.
Salió de Cuba con su marido el 8 de junio en un vuelo chárter, pagado con la ayuda de familiares en Estados Unidos y Europa. Por ahora, se alojan en casa de los familiares de su marido en Miami.
La mayoría son elegibles para recibir beneficios sociales como cupones de alimentos, 180 dolares mensual de asistencia en efectivo (por tres meses) y Medicaid. Pero los defensores de la inmigración se quejan de que tardan mucho más en obtener los permisos de conducir y de trabajo, lo que les deja en un limbo financiero, sin poder trabajar legalmente.
Sin embargo, muchos encuentran trabajo en bares, restaurantes y hoteles locales, o en la jardinería y la construcción, donde los empresarios están tan desesperados por encontrar trabajadores en la actual coyuntura económica que están dispuestos a hacer la vista gorda ante la falta de documentos adecuados.
"No tenemos otra opción. Tenemos que trabajar. Si no, ¿cómo vamos a vivir?", dijo una camarera cubana que servía café en un hotel de Coral Gables y que afirmó haber llegado hace cinco meses y estar a la espera de un permiso de trabajo.
Funcionarios en Miami dicen que los cubanos ayudan a la economía
Los funcionarios locales dicen que la gran población de exiliados de Miami ha ayudado a mitigar el impacto. "Debido a que una mayoría tan grande de nuestra población es de la diáspora, ya sea la primera generación o ellos mismos emigraron, no estamos operando en un ambiente de miedo e indignación", dijo Krystina Francois, la directora de la Oficina de Nuevos Estadounidenses del Condado de Miami Dade. "Es más bien de empatía y simpatía", añadió.
Incluso antes del éxodo actual, los inmigrantes constituían casi el 55% de la población del condado, de 2.7 millones de habitantes.
La alcaldesa de Miami Dade, Daniella Levine, se reunió con funcionarios del gobierno de Biden en Washington a principios de este año y solicitó ayuda federal adicional, pero el condado atribuye a los inmigrantes el mantenimiento del crecimiento económico, añadiendo un valioso talento empresarial. "El poder adquisitivo de los inmigrantes ha ayudado a revitalizar los negocios locales", según un informe del condado del año pasado.
Los hogares inmigrantes también contribuyeron con 4,300 millones de dólares a la Seguridad Social y con 1,100 millones a Medicare en 2019, según el informe.
Addiel Elías, de 32 años, salió de Cuba en 2017 y ya es ciudadano estadounidense con su propio negocio de fontanería. El mes pasado recibió a su padre Benito Elías, de 53 años, que escapó en una balsa después de que, según dijo, se metiera en problemas con las autoridades por ayudar a llevar a un amigo disidente al hospital tras ser herido por la policía en una protesta.
" Todo el mundo quiere escapar de allí, del régimen. He perdido gran parte de mi vida allí", dijo el mayor de los Elias, aún quemado por el Sol tras pasar cinco días en una balsa en el Estrecho de Florida.
Gerente de una fábrica de procesamiento de alimentos en la ciudad de Cienfuegos, fue despedido de su trabajo y se enfrentaba a una condena de dos años de cárcel por lo que, según él, eran cargos falsos de "apropiacion indebida".
Su hijo trató de persuadirle de que no tomara una balsa, preocupado porque es diabético y tiene la tensión alta. "Le dije que esperara. No sabe nadar. Vino de todos modos. Yo me quedé con la boca abierta", dice Addiel Elías.
Ahora que está aquí, al mayor de los Elias no tiene que buscar lejos para encontrar trabajo. "En cuanto tenga sus papeles [de trabajo] vendrá a trabajar para mí", dijo su hijo con orgullo.
El endurecimiento del sistema de inmigración
Para complicar las cosas a los migrantes cubanos, está el laberinto legal creado por un confuso sistema de inmigración estadounidense que ya estaba desbordado antes de la última oleada de migrantes. En el pasado, los cubanos solían obtener la libertad condicional, o 'parole' para entrar en el país legalmente como víctimas del comunismo, lo que les otorgaba inmediatamente un estatus legal privilegiado del que no gozaban otros migrantes.
Sin embargo, a raíz de las nuevas y duras políticas antiinmigrantes del gobierno de Trump, a muchos cubanos se les niega ahora la entrada legal por parole en la frontera, y en su lugar se encuentran detenidos y en proceso de deportación. Por razones humanitarias y también por falta de espacio en los centros de detención, casi todos los cubanos y venezolanos están siendo liberados y se les permite permanecer temporalmente en el país mientras esperan el resultado de su caso.
La mayoría de los cubanos tienen derecho a cupones de alimentos, asistencia en efectivo y servicos de Medicaid. Pero no se les permite obtener permisos de trabajo si no tienen un estatus legal, o tienen que pedir el asilo político y esperar unos seis meses hasta que la petición sea aceptada para su futura adjudicación.
Sin embargo, la mayoría de los cubanos puede solicitar automáticamente la residencia tras un año en el país, en virtud de la Ley de Ajuste Cubano de 1966, lo que hace innecesaria la deportación.
Cuba y EEUU comienzan a tomar medidas para afrontar la crisis
La ola migratoria no muestra signos de desaceleración, mientras la economía cubana se tambalea de una crisis a otra. Uno de sus principales hoteles de 5 estrellas en La Habana, el Saratoga, se derrumbó tras una explosión de gas en mayo, matando a 45 personas.
La semana pasada, su mayor depósito de combustible en Matanzas fue destruido por un incendio masivo, matando a 16 personas, la mayoría bomberos y personal de rescate.
Cuba ha tomado algunas medidas para aliviar las condiciones en la isla, emitiendo más permisos de empleo en el sector privado y permitiendo también a las pequeñas empresas cubanas importar bienes del extranjero.
El gobierno de Biden espera que la flexibilización de las restricciones a los viajes y las remesas a Cuba anunciada en mayo frene el flujo. El Departamento de Estado también anunció recientemente la reapertura de los servicios consulares en Cuba y la renovación de 20,000 visados anuales en virtud de un acuerdo de inmigración con Cuba.
"Estamos trabajando intensamente en la reapertura de vías legales para que los cubanos se reúnan con sus familias en EEUU. Por ejemplo, la Embajada de Estados Unidos en La Habana ha reiniciado el procesamiento de todas las categorías de familiares inmediatos de ciudadanos estadounidenses", dijo un portavoz del Departamento de Estado a Univision Noticias.
Algunos exiliados cubanos se quejan de que pueden tardar años en conseguir una cita en la embajada estadounidense debido a las largas listas de espera. También dicen que la embajada debería reabrir la tramitación de visados para los solicitantes de asilo que no pueden acogerse al programa de reunificación familiar.
Las detenciones de cubanos en la frontera se redujeron en junio a 16,448, frente a un pico de más de 35,000 en abril.
Pero el número volvió a subir en julio hasta 20,496.