Amas (u odias) tanto el café por una razón más fuerte de lo que piensas
Una taza de café parece ser el desayuno obligatorio de muchas personas alrededor del mundo. Popularizado desde el siglo XVI, el café es la bebida estimulante preferida desde entonces por generaciones y generaciones. Y, a pesar del amor que recibe, hay, por otra parte, un grupo de gente que lo detesta. En algunas personas, solo una taza de esta bebida hace que aflore una gama de nervios y temblores que los acompañan hasta la hora de acostarse. ¿Por qué es el café la salvación de unos y el sufrimiento de otros?
¿El café te da temblores, taquicardia y ansiedad? Los culpables son tus genes
La cafeína por sí sola no estimula a nadie; es la manera en que tu cuerpo la regula lo que provoca qué tanta energía, atención y concentración ganarás de beber determinadas cantidades de café. Los responsables, de acuerdo a National Geographic, son tus genes.
Eso es lo que dice para la revista Marilyn Cornelis, académica que se dedica a investigar los efectos de la cafeína en la Universidad del Noroeste, en Chicago. «Estamos descubriendo que tenemos factores genéticos incorporados que nos ayudan a regular nuestra ingesta de cafeína. Es interesante el fuerte impacto de la genética en esto», cuenta la experta.
La manera en que tu cuerpo metaboliza la cafeína tiene que ver con dos genes principales. Uno de ellos hace que el hígado produzca una enzima que metaboliza el 95 % de la cafeína. El otro controla qué tanta cantidad de esa enzima se produce. Juntos, estos genes regulan cuánta cafeína corre por tu torrente sanguíneo y por cuánto tiempo.
Todo esto desemboca en que, si tienes el metabolismo rápido (o si fumas, actividad que acelera el metabolismo), puedes necesitar más de una taza de café para que el impulso inicial de energía dure, ya que produces una cantidad grande de la enzima. El estímulo de la cafeína durará más si tu cuerpo produce menos.
También hay otros genes involucrados en el comportamiento de la cafeína en tu organismo; son los responsables de la estimulación de los centros de recompensa de tu cerebro y los culpables de que tengas efectos secundarios como malestar estomacal e insomnio.
Las moléculas de adenosina son las culpables de que te sientas cansada en la mañana y después del almuerzo, cuando la cafeína deja de hacer efecto. La cafeína, para tener ese efecto estimulante, se une a los receptores de adenosina, evitando que esta tenga efecto. La adenosina se encarga de enlentecer el sistema nervioso central antes de dormir y de bloquear la liberación de varias sustancias del cerebro que te hacen sentir bien, como la dopamina.
La unión de la cafeína a estos receptores también está controlada por un gen en particular. Las variantes en este gen provocan diferentes reacciones a la cafeína. Podría ser la razón de que algunas personas tengan problemas para dormir por la noche, aunque hayan tomado el café temprano en la mañana. También, de que algunas tengan ansiedad, especialmente en la forma de desórdenes de conducta en niños (aunque los niños no suelan tomar café, sí les damos refrescos, que contienen mucha cafeína). Dentro de los efectos más graves de la cafeína se incluyen los ataques de pánico. Por eso, tiene sentido que varias personas eviten el café o lo prefieran descafeinado, dado que les recuerda a efectos secundarios muy negativos.
¿Amas el café? ¿Lo detestas con todo tu ser? También culpa a tus genes
El sabor del café puede incitar opiniones muy controvertidas. Para algunos el olor del café recién hecho es sublime. Otros detestan con todo su paladar el sabor amargo. ¿Por qué tanta polaridad en los gustos?
Un experimento en el Monell Center, de Filadelfia, quiso saber la respuesta. Su investigadora principal, Danielle Reed, buscó averiguar si la actividad de los genes que regulan el sabor amargo jugaba algún papel. A los sujetos de estudio se les dio a probar cafeína pura en forma líquida. Los que tomaban más café a diario tuvieron la percepción de que las muestras eran más amargas, en comparación con aquellos que tomaban menos.
Cuando el grupo de Reed investigó los genes correspondientes a cada participante, encontró que los genes que reciben el sabor amargo estaban más activos en los consumidores más ávidos de café. Lo que es más interesante es que a otros participantes del estudio les faltaba completamente la variante del gen que es capaz de saborear la amargura de la cafeína.
Como solo el 15 % de la amargura del café viene de la cafeína, y hay varios tipos de receptores del sabor amargo, qué tanto a una persona le guste determinado café puede variar según sus receptores. «Aunque seas muy sensible al sabor amargo, puede que el café te guste por condicionamiento o por los efectos farmacológicos del café, incluso si estás más inclinado a percibir la amargura del café», dice Reed para National Geographic.
La experta acota, sin embargo, que lo más probable es que, en caso de que te guste el café a pesar del sabor amargo, seas una de esas personas que tiene una percepción más flexible y que puede saborear algo amargo y disfrutarlo al mismo tiempo.
También lee: