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Guillermo Del Toro

¡Directo al corazón! Los poemas de amor más hermosos del cine

Publicado 23 Abr 2018 – 03:02 PM EDT | Actualizado 25 Abr 2018 – 04:58 PM EDT
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Suele decirse que nadie es una isla. Bueno, eso mismo puede aplicarse a las obras de arte. Una película, por ejemplo, nunca es un hecho cultural aislado, sino que se nutre, de forma visible o incluso inconsciente, de otras obras o elementos de la cultura pop.

La literatura funcionó como una fuente de inspiración para el cine desde sus inicios, con adaptaciones de novelas espectaculares y otras, no tanto. Pero en algunos casos los guionistas se inspiraron en las obras de grandes poetas para retratar, ni más ni menos, esa experiencia humana que tanto nos desvela: el amor. A continuación haremos un recorrido de los mejores poemas de amor aparecidos en películas.

Eterno resplandor de una mente sin recuerdos

La poesía con que esta película explora las emociones y la memoria es increíble. Puede que eso tenga algo que ver con que se inspiró, desde su punto de partida (el título), en un poema de Alexander Pope.

«How happy is the blameless vestal’s lot! The world forgetting, by the world forgot. Eternal sunshine of the spotless mind! Each pray’r accepted, and each wish resign’d».
«¡Que dichosa es la suerte de la vestal inocente! Al mundo olvida, por el mundo es olvidada ¡Eterno resplandor de una mente sin recuerdos! Cada plegaria aceptada, y cada deseo abandonado».

Este es, en realidad, un fragmento de una carta a un amor imposible y forma parte del poema « Eloísa a Abelardo». Luego de una trágica historia de amor entre un filósofo (Abelardo) y su alumna (Eloísa), esta última termina como monja en un convento, desde donde le escribe este poema a su esposo.

Allí, Eloísa se refiere a las vestales, unas sacerdotisas romanas que adoraban a Vesta, la diosa del corazón. Para eso, tomaban un voto de castidad y se desligaban incluso de su familia de origen. Frente a su actual situación de desamor y por estar alejada de su pareja, Eloísa envidia la capacidad que las vestales tienen para olvidarse del mundo y su vida anterior, algo que a ella le ahorraría mucho sufrimiento.

De allí surge, justamente, la premisa del filme: personas que, ante el dolor de una ruptura amorosa, deciden eliminar al ser amado de sus memorias.

La sociedad de los poetas muertos

Las referencias a la poesía abundan en este icónico filme. Pero quizás uno de los poemas más hermosos es « O Me! O Life!», de Walt Whitman, y las palabras que el personaje de Robin Williams pronuncia antes de recitar el poema a sus alumnos tampoco se quedan atrás:

«No leemos y escribimos poesía porque es linda. Leemos y escribimos poesía porque somos parte de la raza humana. Y la raza humana está llena de pasión. Y la medicina, los negocios, la ingeniería, esas son profesiones nobles y necesarias para la vida. Pero la poesía, la belleza, el romance, el amor son las cosas que nos mantienen vivos».

Y a continuación cita el célebre poema de Whitman:

«Oh me! Oh life! of the questions of these recurring, Of the endless trains of the faithless, of cities fill’d with the foolish, Of myself forever reproaching myself, (for who more foolish than I, and who more faithless?) Of eyes that vainly crave the light, of the objects mean, of the struggle ever renew’d, Of the poor results of all, of the plodding and sordid crowds I see around me, Of the empty and useless years of the rest, with the rest me intertwined, The question, O me! so sad, recurring—What good amid these, O me, O life? Answer: That you are here—that life exists and identity, That the powerful play goes on, and you may contribute a verse».
«¡Oh, yo! ¡oh, vida! De sus preguntas que vuelven, del desfile interminable de los desleales, de las ciudades llenas de necios, de mí mismo que me reprocho siempre (pues, ¿quién es más necio que yo, ni más desleal?), de los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos despreciables, de la lucha siempre renovada, de lo malos resultados de todo, de las multitudes afanosas y sórdidas que me rodean, de los años vacíos e inútiles de los demás, yo entrelazado con los demás, la pregunta, ¡oh, yo!, la pregunta triste que vuelve ¿qué de bueno hay en medio de estas cosas, Oh, yo, Oh, vida? Respuesta: Que estás aquí – que existe la vida y la identidad, Que prosigue el poderoso drama, y que tú puedes contribuir con un verso».

En este caso el amor no se expresa hacia una pareja, es mucho más amplio: es el amor a la vida, la pasión por lo que hacemos, las cosas que hacen que queramos seguir viviendo y perseverar a través de las desilusiones y las dificultades.

Sophie’s Choice

Sin lugar a dudas se trata de uno de los filmes que demuestran la maestría actoral de Meryl Steep. En él, Sophie, una sobreviviente del holocausto refugiada en Nueva York, conoce a Nathan, un hombre apasionado que trabaja en un centro de investigación científica. En el comienzo de su relación, Nathan lee un poema de Emily Dickinson mientras ambos se encuentran recostados en la cama.

«Ample make this bed. Make this bed with awe; In it wait till judgment break Excellent and fair. Be its mattress straight, Be its pillow round; Let no sunrise' yellow noise Interrupt this ground».
«Que la cama sea amplia, que esté hecha con cuidado; esperad en ella hasta que llegue el juicio final sereno y perfecto. Que el colchón sea firme, que la almohada sea redonda; y que ningún ruidoso amanecer perturbe la paz de esta tierra».

En este poema Emily Dickinson asocia la idea del amor con la muerte. Por un lado, nos presenta la imagen del lecho conyugal y, por otro, del lecho mortuorio, la cama del descanso eterno. Podemos ver estas alusiones cuando hace referencia al «juicio final» y cuando habla de paz y de tierra, sugiriendo el entierro. En esta línea, también queda claro que la dicotomía amor-muerte es algo que explora este clásico del cine.

La forma del agua

La película que le valió dos premios Oscar a Guillermo del Toro es de esas historias de amor que amamos ver retratadas en la gran pantalla. Y el final, que se produce en un entorno submarino, le hace honor a esta obra maestra. La voz del narrador nos confiesa: «Pero cuando pienso en ella, en Elisa, lo único que se me viene a la mente es un poema, susurrado por un enamorado hace cientos de años». Y entonces vienen estos versos, de una belleza extraordinaria:

«Unable to perceive the shape of You, I find You all around me. Your presence fills my eyes with Your love, It humbles my heart, For You are everywhere».
«Incapaz de percibir tu forma te imagino a mi alrededor. Tu presencia llena mis ojos con tu amor, hace más humilde mi corazón pues estás en todas partes».

Del Toro comentó en una entrevista que tomó este poema de un libro antiguo de poesía islámica. Según el director, que no recordaba el nombre del poeta, el poema no hacía referencia al amor romántico, sino a la adoración divina.

Luego del estreno de la película muchos internautas se devanaron los sesos en Reddit y Twitter intentando averiguar la autoría del poema. Muchos los atribuían a un poeta místico persa llamado Rumi, pero por fortuna dos bibliotecarios resolvieron la cuestión: el autor de los versos es Hakim Sanai, un poeta místico afgano que produjo su obra entre los siglos XI y XII.

Aunque la autoría de estos versos aún se encuentre en disputa, de algo no queda duda: es una de las cosas más bellas que se han escrito sobre un amor que llena todos los rincones del alma, de la misma manera que el agua toma la forma del recipiente que la contiene.

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