¿Quién no ha disfrutado de la placentera sensación de andar en bicicleta y abandonarse en una pendiente a la velocidad de descenso, con los pies descansando en los pedales, mientras la brisa nos golpea suavemente en el rostro? Es una experiencia muy disfrutable y, personalmente, esa sensación es uno de los recuerdos más gratos de mi infancia. Por eso mismo, me alegró saber que Fabián, uno de nuestros lectores, se hizo un par de tatuajes de bicicletas antiguas que hoy compartimos con todos ustedes.