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Cerrojo informativo en Rusia asesta golpe feroz al periodismo independiente

"El gobierno ruso está librando una batalla paralela para expandir el control sobre la agenda informativa y limitar al máximo al periodismo libre"
Opinión
Consultor en Proyectos Globales de CADAL. Periodista y experto internacional sobre libertad de prensa
2022-03-11T12:21:18-05:00
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"La promulgación de una ley restrictiva que impone penas de hasta 15 años de prisión a quien propague información falsa, obligó a una cantidad de medios extranjeros a cerrar sus corresponsalías" Crédito: Ariel Schalit/AP

Más allá de las muertes de cientos de civiles ucranianos y las cuantiosas víctimas fatales del ejército invasor, la posibilidad de que la población rusa y también la comunidad internacional se informen sobre lo que está pasando en territorio soviético se va reduciendo progresivamente a medida que los funcionarios del gobierno de Vladimir Putin refuerzan el cerrojo informativo sobre los medios locales y la prensa extranjera intensifica el retiro de sus corresponsales por temor a represalias por parte de las autoridades.

A medida que amplía su avance y las hostilidades sobre Ucrania, el gobierno ruso está librando una batalla paralela para expandir el control sobre la agenda informativa y limitar al máximo al periodismo libre.

Hasta hace poco, los ciudadanos rusos que buscaban un enfoque alternativo a la propaganda que transmite la prensa estatal podían acceder a medios de noticias occidentales como la Voz de América, Radio Europa Libre/Radio Libertad, Deutsche Welle y la BBC Rusia, además de una variedad de medios audiovisuales, diarios o agencias de noticias la prensa extranjera y un grupo reducido de medios independientes locales. Pero una decisión reciente de Roskomnadzor, el organismo regulador de medios en Rusia, de bloquear sitios web de noticias por haber supuestamente diseminado información falsa impide contrastar las fuentes oficiales, cooptadas por el gobierno, con información independiente.

Al mismo tiempo, la promulgación de una ley restrictiva que impone penas de hasta 15 años de prisión a quien propague información falsa, obligó a una cantidad de medios extranjeros a cerrar sus corresponsalías y oficinas, dejando a los ciudadanos rusos a merced de los promotores de las noticias que provienen del Kremlin.

La versión Putin de la guerra en Ucrania está fundada en la desinformación, las mentiras y hechos ficticios como, por ejemplo, la afirmación de que el ejército ruso es una fuerza de paz, la argumentación de que Rusia busca “desnazificar” a un país con un presidente judío y la falacia de que no están atacando a blancos civiles, todos ardides desmentidos con una contundencia irrefutable por la impecable cobertura en tiempo real de los medios internacionales.

Al ritmo de las severas sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, sus aliados europeos y un conjunto de países alineados contra la invasión, empresas tecnológicas y redes sociales también han decidido castigar a Rusia con medidas que estrangulan aún más el flujo informativo. Microsoft, Google, YouTube y Facebook han adoptado medidas contra los medios rusos Russia Today y Sputnik, mientras Google bloqueó sus aplicaciones y anuncios en sus sitios web. YouTube y Facebook también están tomando medidas publicitarias similares.

El Kremlin, en venganza, también dispuso bloquear a Facebook y a Twitter aduciendo razones de discriminación contra fuentes de información rusas, según explicó el ente regulador de medios Roskomnadzor.

Mientras los funcionarios estadounidenses presionan a las plataformas para combatir la desinformación originada en Rusia, China ha decidido en cambio favorecer la propaganda y las mentiras sobre la guerra, según advirtió el New York Times en un artículo reciente. El prestigioso diario sostuvo que los medios estatales chinos citan a su contraparte rusa sin verificación alguna ni chequeo de fuentes, contribuyendo de esa manera a magnificar la desinformación y propagar falsedades en la Internet china.

Si bien China aparece como aliado de Rusia, el gobierno de Xi Jinping se abstuvo no obstante de apoyar explícitamente la invasión ordenada por Putin. Quienes sí lo hicieron, en cambio, son un conjunto de países con líderes autocráticos y regímenes cerrados, que tienen como denominador común la falta de un estado de derecho y la represión sistemática de derechos humanos, con un registro lúgubre en materia de cualquier tipo de libertades civiles.

Bielorrusia, Corea del Norte, Siria y Eritrea se apartaron de la enorme mayoría de la comunidad internacional y apoyaron a Rusia en la invasión a Ucrania. Un apoyo que, a la luz de que lo representan estos países en concepto de calificación democrática, es más que revelador sobre el carácter opaco de la embestida rusa, condenada por una amplia mayoría de países en la ONU.

Estos cinco países son enemigos acérrimos de los derechos humanos y la libertad de prensa. Y aunque es arduo concebir una clasificación, Corea del Norte y Eritrea han intercambiado el último y deshonroso lugar en la lista de países con peores registros de libertad de expresión en todo el mundo, según la organización internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF, por sus siglas en francés).

Mientras Eritrea es uno de los mayores carceleros de periodistas del mundo, Corea del Norte, bajo Kim Jong-un mantiene un control absoluto sobre la información y las comunicaciones. En un país con vacío informativo, la agencia central de noticias, KCNA, es la única facultada para proporcionar información oficial a otros medios.

Para intentar cubrir ese agujero negro de noticias que representa el país liderado por Kim Jong-un, Florencia Grieco, periodista y escritora argentina, autora del libro “En Corea del Norte: Viaje a la última dinastía comunista (Debate)”, proporciona desde la fundación CADAL contenidos exclusivos y traducciones al español de las ONG y los medios especializados más reconocidos del mundo sobre temas de los que poco se sabe, incluyendo la amenaza nuclear, la salud del líder y la continuidad de su liderazgo y la crisis alimentaria, entre otras cuestiones de interés.

Y si bien es imposible establecer un paralelo entre la situación de Rusia y Corea del Norte a nivel informativo, es alarmante el vértigo y la velocidad con la que se cierran los espacios de noticias independientes bajo las crecientes restricciones impuestas por Putin. La televisora en línea TV Rain y la radio Eco de Moscú fueron sacados del aire tras ser acusados por las autoridades de difundir noticias falsas, mientras Novaya Gazeta, cuyo editor Dimitry Muratov ganó el Premio Nobel de la Paz, decidió dejar de publicar información sobre la guerra en Ucrania para evitar multas y eventualmente su clausura.

La viabilidad de los pocos medios que aún ofrecen información independiente está siendo obturada por la arbitrariedad y la censura. Como describió John Nichols en un artículo de la revista The Nation, “nada asusta a Putin más que los rusos informados”.

El reciente mensaje en Twitter del excorresponsal jefe del New York Times en Moscú, Neil MacFarquhar, en relación con la decisión del diario de retirar temporalmente a todos sus corresponsales de Rusia, fue por demás elocuente: “Día muy triste para la historia de @nytimes en Moscú. Saca a todos sus corresponsales del país. Hemos tenido reporteros allí continuamente desde 1921, con una o dos breves interrupciones debido a problemas con la visa. Ni Stalin, ni la Guerra Fría, nada nos expulsó”.

La sanción de la reciente ley que castiga informaciones falsas pesa como una espada de Damocles para el periodismo ruso y la prensa extranjera. Lacónica pero rotunda fue la definición de Jeanne Cavelier, responsable de Europa del Este y Asia Central de Reporteros Sin Fronteras: “Asistimos con impotencia a la condena a muerte en directo de la prensa rusa independiente”, se lamentó.

Nota: La presente pieza fue seleccionada para publicación en nuestra sección de opinión como una contribución al debate público. La(s) visión(es) expresadas allí pertenecen exclusivamente a su(s) autor(es) y/o a la(s) organización(es) que representan. Este contenido no representa la visión de Univision Noticias o la de su línea editorial.


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