El día que Puerto Rico amaneció como si hubiese pasado un huracán

Este jueves, el ambiente en Puerto Rico amaneció como si hubiese pasado un huracán.
Abrí los ojos y sentí la misma sensación. Rápidamente pensé qué estaría pasando afuera, qué estaría diciendo el Gobierno, cuál sería el plan a seguir… pero no podía enterarme de nada. Estaba sin televisión, internet ni radio.
Poco después, coincidí con vecinos que veo pocas veces. Uno me preguntó si sabía algo, pero, contrario a la norma, no sabía nada. Estaba igual de incomunicada que ellos por el apagón que dejó a toda la isla en penumbras en la tarde del miércoles.
Ayer, conduje a casa con resignación. Y con el estrés de estar incomunicada por las horas que llevábamos sin electricidad. Una explosión a las 2:30 de la tarde en la principal central eléctrica del país había hecho colapsar a la única proveedora del servicio en la isla: la Autoridad de Energía Eléctrica.
En la oficina ni lo sentía. Tras la noticia habíamos procedido según lo usual: reportar el suceso, actualizar la página web y trabajar con las redes sociales...
Me bajé del carro molesta y algo preocupada. Siendo periodista pasaría la noche sin electricidad. En las redes sociales muchos se quejaban, olvidando en ocasiones las razones que provocaron el colapso del sistema. Sabemos que la infraestructura es precaria y que si viene un huracán de envergadura, la cosa sí será crítica.
Muchos corrieron a hoteles, restaurantes, donde hubiera luz. Otros sacaron bebidas y las tradicionales mesita de dominó. Habían anunciado que no habría clases.
Pero con mis motetes (como le decimos los boricuas a los paquetes) al hombro mire hacia arriba y recordé lo bello que es el cielo estrellado, un espectáculo que, en otras instancias no hubiera podido apreciar.
El cielo estrellado es de esos espectáculos que se aprecian en pocos lugares en Puerto Rico. Tal vez en las playas, en el campo o en las islas municipios de Vieques y Culebra.
Y en la llamada zona metropolinana nada que ver. La contaminación lumínica que hay en este 100 x 35 nos priva a diario de ese regalo de la naturaleza.
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