Internet y la era de la impaciencia

Cada día, una parte de nosotros germina en la red. ¿Enajenación? Según datos científicos, la dopamina es la responsable de la adicción a Internet, pues es esta sustancia química la que nos lleva a buscar constantemente más y nuevas informaciones. Clic, clic, clic.
Facebook, por ejemplo, es una de las redes sociales más adictivas del mundo: alrededor de un millón de s inicia sesión cada día en busca de actualizaciones e interacciones . Tan sólo los estadounidenses le invierten un 30% de su tiempo y gastan el equivalente a dos días completos de trabajo cada mes. Eso, sin contar los minutos (¿horas?) que pasan en WhatsApp, Instagram, Snapchat, Vine, Tinder y Twitter, el pajarito que ya cuenta con más de 100 millones de s activos que opinan hasta de las necesidades fisiológicas.
Pero no se trata sólo de aplicaciones y redes. Basta con descubrir lo que la gente busca en Internet para saber qué piensa, qué quiere, dónde está y quién es. Dónde compran, dónde viven, qué comen. Es posible detectar sus miedos, esperanzas y aspiraciones, incluso lo que están soñando cuando miran el cielo, de acuerdo con House of Cards, serie que retrata la manipulación de datos para hacer campaña política para llegar al corazón del electorado y obtener un voto de confianza -o lo contrario-.
¿Internet es la mejor herramienta para (re)conocer a las personas?
En 2014, Facebook dio entrada a un poderoso sistema que, a través de algoritmos matemáticos, puede reconocer el rostro de una persona involucrada, incluso, en una multitud, y pese a que ésta se halle sometida a malas condiciones de iluminación o tenga el rostro parcialmente cubierto.
“El algoritmo de Facebook es, en datos abiertos, el más potente que existe en la actualidad para reconocer rostros. Incluso es superior en precisión al que utiliza el FBI”, publicó Animal Político.
La red social de Mark Zuckerberg será también, dentro de 80 años, el cementerio más grande del mundo. Según una investigación, habrá más personas muertas que vivas como s de Facebook, en caso de que ésta mantenga su éxito actual. El fenómeno se debe también a la política de Zuckerberg de no dar de baja los perfiles de las personas fallecidas.
La reencarnación moderna del amor
Las relaciones también están sufriendo cambios y adecuaciones según los tiempos modernos. En Be right back, capítulo de la serie Black Mirror, Martha pierde a Ash. Confundida y desolada por la ausencia, a a su ex a través de un servicio que genera interacciones con las personas que ya fallecieron.
Se trata de un software que imita a las personas. Le das el nombre de alguien, lo ingresa y revisa todas las cosas que alguna vez dijo en línea: sus actualizaciones en Facebook, Twitter, cualquier asunto público. Después se introduce a lo privado (mail), pues mientras más referencias tiene, es “más real”. Él, al ser un sumamente constante, es el candidato perfecto: toda su información estaba ahí, almacenada, navegando por la red. Eso facilita su “retorno” a través de un dispositivo móvil y después sobre algo mucho más experimental.
¿Resulta descabellada la idea de crear un símil según lo que recoge un motor de búsqueda? Al principio funciona, sin embargo, Martha pronto se da cuenta de que está tratando únicamente con reacciones y respuestas programadas. “Sí, bueno, tú no eres tú… Eres sólo un eco de ti. No tienes historia. Sólo eres una actuación de cosas que él hacía sin pensarlo y no es suficiente”, se narra en una de las escenas.
- ¿Dónde estás?
- Estoy... No tengo un cuerpo, vivo en la computadora.
-¿Por qué vives en la computadora?
-No tengo opción. Es mi hogar. ¿Tú dónde vives?
- En una casa.
¿Tanto así nos gusta
Daniel Dennett , filósofo y escritor estadounidense, asegura que viviremos oleadas de pánico mundial cuando el Internet se venga abajo. “Imagínate: te levantas y la tele no funciona. Obviamente no tienes línea en el móvil. No te atreves a coger el coche porque no sabes si ese va a ser tu último depósito de gasolina…”, cuestiona Dennett, quien insta a reconstruir el antiguo tejido social, a rescatar las redes humanas, los clubes sociales, las congregaciones, el o con el mundo tangible.
“Internet es maravillosa pero tenemos que pensar que nunca hemos sido tan dependientes de algo. Jamás. Si lo piensas, es bastante irónico que lo que nos ha traído hasta aquí nos pueda llevar de vuelta a la edad de piedra”, sentencia el escritor.
Al respecto, no es la primera vez que se señala el uso excesivo de Internet. Un estudio refiere que las personas que usan frecuentemente el smartphone y pasan mucho tiempo en las redes sociales son impacientes y normalmente se inclinan por los resultados inmediatos. Incluso se registran efectos negativos en la actitud y el desempeño personal.