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Protocolos de Protección de Migrantes

Este veterano alimenta a refugiados en la frontera porque es "más patriótico que ir a la guerra"

Desde hace más de un año el mayor empeño de Michael Benavides, un veterano de la Guerra del Golfo Pérsico residente en la ciudad fronteriza de Brownsville (Texas), es que cientos de migrantes y refugiados enviados por Estados Unidos a México a la espera de sus casos de asilo no pasen hambre.
11 Nov 2019 – 10:01 AM EST
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BROWNSVILLE (Texas) y Matamoros (Tamaulipas).- Ni luchar en la operación Tormenta del Desierto durante la Guerra del Golfo Pérsico, donde temió perder la vida en un bombardeo, ni los más 20 años que lleva al servicio de los niños en las escuelas públicas de Brownsville (Texas), el mayor acto patriótico para Michael Benavides es el que hace cada día desde hace más de un año: cruzar la frontera para alimentar a los solicitantes de asilo que esperan en México su turno para que una corte estadounidense escuche sus casos.

"Yo amo Estados Unidos, es mi país y soy muy patriótico. Yo estaba dispuesto a dar mi vida por este país, con todo mi corazón serví y ese ha sido uno de los logros más grandes de mi vida. Pero lo que estoy haciendo ahora, dando alimento y ayuda a las personas que están esperando asilo en Matamoros (...) es más una obra patriotismo más que ir a la guerra", le dice a Univision Noticias este veterano.

Benavides se enlistó en el ejército nada más acabar la secundaria y sirvió en sus filas durante ocho años en los que se especializó en la desactivación de explosivos. En 1991, con solo 19 años, fue enviado a la Guerra del Golfo Pérsico, donde creyó que iba a morir en un bombardeo y vio cuerpos quemados y mutilados de compañeros que perdieron su vida en el campo de batalla.

Pero el hombre, que desde hace 20 años trabaja en el distrito escolar de la ciudad fronteriza de Brownsville como profesor y supervisor de educación especial y director de escuela, cree que no hay nada que refleje más su amor por su país que la labor que hace desde hace más de un año de cruzar a la ciudad vecina de Matamoros (México) para ayudar a los migrantes.

En julio del año pasado, en medio de la crisis generada por la separación de niños de sus padres en la frontera, se unió con otros cuatro profesores de su ciudad para fundar Team Brownsville, una ONG que cada día cruza la frontera para dar desayuno y cena a los cientos de migrantes: primero a los que esperaban su turno para pedir asilo en EEUU y después a los que ese país devuelve a México para aguardar durante meses hasta que puedan presentar sus casos en cortes estadounidenses por los conocidos como Protocolos de Protección de Migrantes (MPP).

"Yo quiero que las personas que están ahí de todo el mundo, gente de África, de India, de Cuba, de Sudamérica, de Centroamérica sepan que esto es lo que es América. América es de amor, de ayudar a su prójimo, de la persona que necesita la mano dársela. Eso ha sido América desde que inició recibiendo las personas que necesitan ayuda", dice el veterano con voz pausada.

Por el contrario, Benavides cree que el tener a miles de familias que huyen de la violencia y el hambre en ciudades peligrosas de la frontera donde algunos relatan haber sido víctimas de secuestros, robos y violaciones, durmiendo en la calle y sin ningún tipo de asistencia "es cruel y no es americano".

"Lo que estoy viendo yo con mis ojos es lo peor que he visto en mi vida y he ido a guerras, pero esto es peor. Porque esto es como con intención y con maldad, con racismo y con odio a gente diferente", afirma. "Yo creo mucho en Dios y cada vez que cruzo el puente con comida oro para llegar al campamento y que no hay nadie, que terminó MPP".

El trato a los migrantes por parte de Estados Unidos le marcó tanto a Benavides que decidió tatuarse dos cruces con los nombres de dos de los al menos niños muertos bajo custodia de la Patrulla Fronteriza en los últimos 12 meses, los guatemaltecos Jakelin Caal y Felipe Gómez Alonzo.

"Esto lo veo cada mañana cuando me preparo para el trabajo. Me da tanto coraje, pero este coraje sirve de energía para seguir sirviendo", afirma el veterano. Para él, tender una mano a los solicitantes de asilo es una manera de ayudarles en su intento de tener la oportunidad que tuvieron sus abuelos que cruzaron de México a EEUU para poder dar una mejor vida a su familia.

Crece el campamento y la solidaridad

Benavides y sus cuatro colegas crearon Team Brownsville en la ola de solidaridad hacia los migrantes surgida tras la crisis de separación de niños en la frontera.

"Tanto sufrimiento no pudimos nomás dejar que esto pase y verlo en la tele", afirma. "El grupo se formó el 18 de julio de 2018 y nunca hemos faltado ni una comida desde ese día y eso es algo que da mucho orgullo de decir".

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Hacinados y en carpas, así viven cientos de migrantes en Matamoros esperando una cita de Inmigración en EEUU


En aquel momento, los cinco voluntarios cruzaban la frontera para alimentar a una treintena de migrantes que esperaba en el puente internacional que une Matamoros con Brownsville a que Estados Unidos los atendiera para presentar sus casos de asilo.

Entonces, en varias ciudades fronterizas estaban comenzando a acumularse migrantes, principalmente centroamericanos, ante la decisión del gobierno de Trump de limitar el número de personas que podían solicitar asilo cada día en los puertos de entrada. En Matamoros, ante la falta de albergues para recibirlos, los que no tenían recursos para pagar un hotel o alquilar un lugar para dormir mientras esperaban, empezaron a dormir en la calle al lado del puente fronterizo.

Ese número fue creciendo y, con la implementación de los Protocolos de Protección de Migrantes, las organizaciones calculan que en la actualidad son unos 2,000 los que esperan en la ciudad su turno para presentarse en las cortes construidas en carpas en la frontera, la mayoría procedentes de Centroamérica, Cuba y Venezuela.

Y cerca de la mitad de ellos lo hacen en carpas donadas por Team Brownsville y sobreviven gracias a la solidaridad de esa y otras organizaciones.

Pero con el crecimiento del número de migrantes también aumentó la solidaridad: si inicialmente Benavides cruzaba la frontera dos veces al día para dar desayuno y cena que cocinaban los voluntarios en un apartamento que alquilaron en Brownsville, hoy en día ya son cerca de 100 voluntarios fijos, además de los que llegan esporádicamente de distintas partes del país e incluso del extranjero.

Además, las donaciones que recibe su organización le han permitido pagar a un restaurante para que cocine todos los días los desayunos, mientras que de las cenas dos días a la semana se encargan iglesias de ambos lados de las fronteras.

Con el tiempo, Team Brownsville ha ido aumentando sus servicios a los migrantes y, además de las donaciones de ropa y tiendas de campaña, han puesto letrinas y agua potable en el campamento, ofrecen asistencia médica y legal a los migrantes y los domingos hacen una escuelita para los más pequeños.

“Los niños que esperan con MPP pueden estar meses o un año esperando sin ir a la escuela y cuando están chiquitos es cuando aprenden más, el idioma les viene más fácil cuando están chiquitos... Entonces nosotros agregamos una escuelita, maestros certificados cruzan y dan clases a los niños", explica Benavides.

El siguiente paso: ayudar a los migrantes con trauma

El siguiente objetivo de Team Brownsville es ofrecer ayuda psicológica, algo que diversas organizaciones que trabajan en esta frontera reconocen que es una de las grandes necesidades de los migrantes acogidos por México bajo el programa de MPP y que se encuentran viviendo en un limbo en ciudades peligrosas sin saber cuánto tiempo más deberán estar esperando a que EEUU de una respuesta a sus solicitudes de asilo.

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El legado de tolerancia cero: niños traumatizados y sin tratamiento


Benavides siente que ayudar a los solicitantes de asilo con los traumas que se suman por las situaciones de las que huyen, más las dificultades del camino y la precaria situación que se encuentran es casi algo personal. Él, que cuando salió del ejército fue diagnosticado con estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés), reconoce muchos de los síntomas que padecía en muchos de los migrantes.

“Yo cuando regresé de la guerra tuve problemas durmiendo, vi y oí cosas que me causaron trauma, pero los veteranos me ayudaron y pude salir del ejército e ir al colegio (universidad) con esa ayuda", recuerda. "Cada vez que yo cruzo el puente veo que cada niño, cada mujer, cada hombre tiene trauma. Ellos han visto muchas cosas que un niño no debe de ver, hemos visto tantos casos de abusos, de maltratos a los migrantes y esos niños han sufrido mucho", lamenta.

Lo que la organización está buscando, explica el veterano, es añadir a su equipo psicólogos y consejeros para ayudar a los migrantes, especialmente ahora que con la llegada del invierno y la caída de las temperaturas algunas noches cree que va a hacer desesperarse más a los migrantes.

Benavides dice que su labor ayudando a los migrantes le ha costado críticas de algunos familiares y amigos que le cuestionan por qué no ayuda, por ejemplo, a otros veteranos de guerra, pero él cree que debe asistir a los migrantes porque son más vulnerables.

"Estas gentes no tienen a nadie, no tienen nada, pero muchos me hacen esas preguntas, me dicen que por qué ayudo a esa gente si son criminales. Pero no lo son, son la gente más noble que he conocido, gente buena, gente que quiere venir a trabajar", afirma. "Esta gente quiere vivir en un país donde, si algo les pasa, lo puedan reportar y que puedan ir a la justicia. Ese es el sueño de ellos, de vivir bien, poder dormir en la noche en paz".

Por eso, dice que no dejará de hacerlo hasta que se vaya el último solicitante de asilo: "En ese puente nadie va a pasar hombre. Quizás van a pasar frio, quizás van a pasar frío, van a pasar pruebas legales, pero hambre nadie va a pasar", asevera.

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