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Art Basel

Guía de Wynwood, el (otro) barrio artístico de Miami

Qué hay que ver (Art Basel aparte) en el barrio más artie de Miami
6 Dic 2015 – 05:42 PM EST
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Entre todos los eventos alternativos que circundan el Art Basel hay un verdadero lugar imperdible, Wynwood, un barrio en donde el graffiti y el arte callejero se ha apoderado de los muros sin ventanas de las bodegas y en donde se puede asistir a la creación desprevenida de una obra sin mucho esfuerzo: en cada esquina un joven con su aerosol está creando una nueva aventura visual.

Toparse con las calles que conforman Wynwood es desafiar cualquier idea que años atrás uno se hubiera formado de Miami, es toparse con una ciudad palpitante que parece imponer un aire diferente -uno menos acartonado y más sencillo- en el que los jóvenes se abalanzan a la calle no solo para hacer sus declaraciones de estilo a través de la ropa, sino para incluso pintar libremente su arte en la paredes. 

El efecto Bilbao

Si bien Bilbao, en España, es un caso emblemático de cómo un museo transformó radicalmente una ciudad que vio decaer su industria y que se reinventó a partir de la creación del Museo Guggenheim, Miami es, sin duda, el caso más emblemático y reciente de los efectos reales que tiene el arte en la vida de la gente. 

Desde el nacimiento de Art Basel no solo se ha despertado un interés inusitado en la ciudad por parte de compradores de arte, galerías, artistas plásticos y turistas, sino que en sus mismas entrañas se han despertado procesos que se pueden evidenciar con claridad con tan solo pasear una tarde por el Art District.

En estos días de feria, Wynwood parece más cool y vibrante que nunca. En cada esquina, un jovencito armado con un aerosol, un tapabocas, una gorra y unos pantalones anchos hace una demostración de que ese arte que cuesta millones y se exhibe en el Convention Center no es el único que tiene la capacidad de conmover y sacudir a la gente.


El barrio y sus muros

El barrio es literalmente una galería a cielo abierto que parece dejar atrás los pasados ingratos de cuando lo único que se sabía era cómo la policía perseguía maleantes y dealers. Por el contrario, en sus calles sacudidas con colores y texturas, con personajes que narran historias, que deslumbran a los peatones con sus magnificencias, se gesta una cultura que evidentemente aún sorprende a la misma ciudad. Basta ver a la masa de gente que se arremolina detrás de los jóvenes graffiteros para capturar algo de su manera de trabajar. 

Uno de los lugares imperdibles para visitar es The Wynwood Walls, un espacio creado en 2009 por Tony Goldman quien vio, en las grandes bodegas y edificios sin ventanas de la zona, el lugar ideal para mostrar el trabajo de más de 50 artistas de todo el mundo.  Hoy ha cubierto con graffiti más 80 mil metros cuadrados de pared. 

Este movimiento que empezó entre las calles 25 y 26 ha lograr presentar este arte callejero de otra manera y Goldman ha sido capaz de exponerle al publico en general algo que hasta ahora solo se había visto como marginal.

Para los que no quieren quedarse con una simple visita -y quieran descubrir esos muros pintados por Maya Hayuk, Logan Hicks, Lady Pink, Miss Van, Os Gemeos-, ya hay compañías como Wynwood Art Walk, que ofrecen walking tours guiados a través de cada una de esas magníficas paredes.


En busca de Keith Haring

Después de caminar un rato y dejarse seducir por ese laberinto de murales, se puede visitar una de las galerías que parece tener la apuesta más coherente con el espíritu del barrio, Gregg Sheinbaum Gallery, (2239 NW 2nd Avenue) un espacio que por estos días deja que sus paredes sucumban ante las irreverencias de Keith Haring. 

Para quien le guste especialmente el artista -que hizo del metro de Nueva York y las paredes del East Village su gran lienzo-, está la galería que muestra trabajos del artista desde 1982 hasta 1990 y que deja que su genialidad vaya al encuentro del paseante. La muestra bautizada ‘Narrated’ es la evidencia de que ese arte que se gesta entre muros y paredes callejeras hace rato dejó de ser un arte menor y pasó a ser valorado en todas sus posibilidades.

“Desde 1981, unos simples pero profundos dibujos empezaron a aparecer en los recorridos del metro y sus estaciones. Sus signos crearon un magnetismo especial con las masas: bebés radioactivos, perros y gatos, televisiones pronosticando catástrofes, con perros ladrando al lado, es como si una nueva forma de comunicación hubiera nacido en los subterráneos de Manhattan. Un alfabeto nuevo estaba siendo creado por una presencia misteriosa que sin aun ser reconocido ya hacía que muchos lo disfrutaran”, cuenta Paolo Buggini en el texto curatorial que acompaña la muestra.

A lo largo de las 30 obras se encuentran viejos carteles del metro, rasgados y maltratados, con dibujos del artista en sus bordes en donde recrea un hombre, que al igual que un perro ladra en cuatro patas. También una colorida imagen en donde la Estatua de la Libertad pintada en verde, presencia con calma un séquito de muñequitos amarillos que parecen bailar, gritar, discutir, emocionados ante ella. 

Cuando el corazón esté contento y las ganas de tener otra experiencia con el arte estén saciadas, será momento de darle paso a la curiosidad por las tiendas de diseño y moda y los cafés llenos de gente con estilo que parecen arrebatarle a Nueva York o a Londres esos aires cosmopolitas y hip que hoy seducen a todos.

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