Camino a la Meta – Episodio #3 – Nada Será Lo Mismo
El escenario sería uno de mis circuitos favoritos y quizás en el que más vueltas he dado en el mundo real y virtual: ‘WeatherTech Raceway Laguna Seca’.
El Circuito
“Laguna Seca” abrió sus puertas en 1957. Su diseño original incluía 9 curvas, pero hoy contiene 11, incluyendo una de las más famosas: ‘The Corkscrew’ (‘8A y 8B’). A pesar de que muchos creen que el nivel de dificultad de esta curva es muy elevado, la realidad es que no lo es.
Aunque su primera sección es ciega por su dramática caída (59 pies o 18 metros o 5½ pisos), ‘El Sacacorchos’ es una curva en ‘S’ sencilla porque los puntos de referencia son bastante claros y porque demanda disminuir significativamente la velocidad –de 4ta a 2da marcha- acumulada durante la recta previa (‘Rahal Straight’).
A pesar de ello, es extremadamente importante porque desemboca en la que representó mi mayor desafío (#9- ‘Rainey Curve’). Una larga izquierda en bajada donde debes esperar hasta el último momento para girar el volante y donde la velocidad está directamente relacionada con la estabilidad. Puede sonar fácil, pero cuando sientes la fuerza lateral en aumento acelerado alcanzando rápidamente el límite de los neumáticos y el de tu cuerpo, se puede convertir en un desafío tanto físico como mental.
Por si fuera poco, esta curva es clave para conseguir tiempos por vuelta competitivos. Para dominarla tienes que mantener una excelente conexión con el carro y -quizás lo más importante- mantener la mirada alejada del muro exterior que se acerca rápidamente y fija en la referencia de la curva siguiente.
Sin duda el tiempo que dediqué a entrenar en el mundo real y virtual ayudó a crear una base sólida para mi participación, pero como quedaría claro desde la primera sesión del fin de semana...necesitaba más.
El Gran Fin de Semana
Me hubiese gustado poder enfocarme exclusivamente en el carro y manejo, pero la naturaleza del proyecto dividía mi atención también hacia la producción del último episodio de la videoserie ‘Camino A La Meta”.
Difícil describir las emociones previas y durante el fin de semana, pero ‘la presión’ ocupaba gran parte de mi capacidad emocional. Esta tensión disminuyó después de recibir el traje con mi nombre bordado, la credencial de ‘Driver’ y la bienvenida oficial al equipo SickSideways. Pese a esto, mi participación en la carrera final aún no estaba confirmada, porque había algunas personas que me faltaba convencer.
Estaba tranquilo porque sabía que la preparación física, mental e intelectual ( descrita en el Episodio #2) jugaría un rol clave para minimizar los ‘ruidos’ y me permitiría concentrarme en el objetivo: participar en la final del campeonato ‘ Battery Tender Global Mazda MX-5’.
Día 1
El programa del evento estuvo dividido en dos días y cada día en dos partes. El viernes empezaría con la sesión de prácticas y terminaría con la clasificación. Mientras que el sábado se llevarían a cabo dos carreras, cada una de 40 minutos.
Reunión de Pilotos
La reunión de pilotos es ‘obligatoria’ y muy importante, sobre todo para los novatos. Durante ella se comunican ajustes en las reglas, expectativas, criterios de transito pre/post y cualquier otro anuncio oficial.
Esta vez se avisó oficialmente a todos los equipos sobre mi participación. Aunque las palabras utilizadas para mi introducción fueron muy cordiales, el mensaje recibido fue: “¡Atentos al carro verde, es un novato!”.
No me alcanzan las palabras de agradecimiento por la cálida acogida de los oficiales, pilotos y sus equipos. Después de conocerlos personalmente, estaba honrado y entusiasmado para exponer esta gran serie a través de los canales que tengo a mi disposición.
Preparándome para salir a la pista
Además de la presión, algunos viejos demonios regresaron para acecharme. Sabiendo que todos los ojos estaban encima de mí y que aun existía el peligro de que me prohibieran correr, tenía que desempeñar como un profesional tanto fuera como dentro de la pista.
Todos los carros en la pista serían Mazda MX-5 Cup. El mío haría parte del grupo ND2 (los más potentes). Llevaba el número 51, destacando visualmente por ser verde, negro y amarillo, los colores de mi patrocinador Battery Tender.
Sesión de Práctica
Estaría mintiendo si dijera que no estaba nervioso. Además de aún no tener la confirmación oficial para participar el sábado, las personas con roles decisivos en este proyecto empezaban a llegar al circuito y estaban muy pendientes a mi desempeño.
El plan para la sesión de práctica fue aplicar todo lo que había aprendido en Sebring para conseguir tiempos de vuelta competitivos. Porque, aunque muchos no lo saben, una de las cosas más peligrosas en una carrera es un carro lento.
La sesión empezaría a las 12:15 p.m y finalizaría a las 12:55 p.m. Yo esperaba encontrarme con pilotos llevando sus carros a ritmo conservador durante esta sesión. Para mi sorpresa, me los encontré a ritmo de carrera y en grupos practicando ‘drafting’.
Como me enteraría después, la mayoría trataba de alcanzar la máxima capacidad de sus carros para luego volver a sus camiones, revisar los datos y hacer los ajustes necesarios en sus máquinas para maximizar su desempeño.
Solo tenía 40 minutos para impresionar a todos. ¡Vaya que lo hice!
Todo iba de acuerdo con el plan, hasta la vuelta once, cuando perdí el control a la salida de la curva #10, una derecha con ligera inclinación, rápida y técnica. En un instante de distracción solté un poco el acelerador, justo en un momento que esta curva demanda mayor fuerza sobre el eje posterior.
Este despiste me hizo revivir las sensaciones durante el accidente semanas atrás durante mis prácticas en Sebring. Esta vez tuve suerte porque el carro se detuvo a solo centímetros de la pared.
Decidí entrar a ‘pits’ para que los mecánicos, que hasta ese momento se encontraban inadvertidos del despiste, revisaran el carro rápidamente. Más allá de la capa de polvo que ahora nos cubría y mi ego sentido, no había daños.
Durante esta revisión, analicé apresuradamente lo ocurrido. Todo lo que había aprendido del accidente en Sebring apareció en mi consciente. Yo sabía qué hacer, solo necesitaba mantener la concentración.
No me tomó más de dos vueltas desde que volví a la pista para perder el control nuevamente. Esta vez ocurrió a la salida de la curva #2 (‘Andretti Hairpin’) cuando las ruedas posteriores perdieron tracción, girando el carro 180 grados. La suerte se mantuvo de mi lado, porque conseguí detenerlo antes de chocar contra una de las barreras de contención.
Me apresuré por volver a la pista convencido que el ‘despiste’ había sido consecuencia de algún problema con el carro.
En medio de la frustración, mientras trataba de recuperar el ritmo, apareció un momento de claridad: “ el problema no es el carro, ni la pista, ni las llantas…el problema soy yo”. Recordé que justo antes de perder el control me distraje con la gran cantidad de espectadores en las tribunas e imaginándome a ‘los jefes’ entre ellos.
Esta era la segunda vez que perdía al control por la misma razón. Me estaba dejando dominar por la presión de querer impresionar a todo el mundo. ¡Ahora estaba furioso!
Regresé al camión decepcionado. Había conseguido dar solo 18 vueltas. Mi mejor tiempo fue 1:46.4451, ubicándome al final de la lista, a solo fracciones de segundo de los más cercanos y a eternos 6.1446 segundos del más rápido.
Para mí sorpresa, Glenn McGee me recibió con una sonrisa dibujada en la cara, diciéndome que estaba orgulloso por mi trabajo durante la práctica. ¿Será que nadie me había estado prestando atención?
Mientras el conectaba la computadora a mi carro para bajar los datos me explicó que estaba contento porque que había sobrevivido los ‘nervios de principiante’ y porque había mantenido el carro intacto.
“Ahora solo tienes que mantener la calma y la concentración, porque los otros estarán atentos a tus errores”. Glenn desconectó la computadora, me dio la espalda para caminar hacia el otro carro que se encontraba estacionado al lado del mío cuando se giró, me miró directamente a los ojos y me dijo: “¡ Ah! No te olvides de lo más importante: ¡DIVIERTETE!”. Glenn tenía toda la razón, había perdido de vista lo más importante.
Una Pausa
Faltaban 5 horas para la próxima la sesión, así que tendría tiempo suficiente para recuperar el control de mis pensamientos y emociones.
A pesar de aun estar un poco avergonzado por lo ocurrido, acepte el pedido de los productores, organizadores y patrocinadores para participar en la sesión de autógrafos.
Mi primera experiencia como piloto no hubiera estado completa sin ella. Allí tuve oportunidad de conocer a varios fanáticos (la mayoría niños), sentir su entusiasmo por estar allí y por conocerme, esto fue una buena dosis de motivación.
A pesar de que me habían sugerido despejar la mente, me encontraba atento a oportunidades que me ayudaran durante la clasificación. Desde interceptar las conversaciones entre los otros pilotos hasta practicar en los simuladores que Mazda había puesto a disposición del público.
Clasificación
La sesión de clasificación arrancó al final de la tarde (5:50 p.m) con todos los carros calzando llantas nuevas. Solo tendría 20 minutos para cumplir con mis objetivos trazados por el equipo: mejorar los tiempos y mantener el carro intacto para el día siguiente.
Mi actitud fue opuesta a la que mantuve durante la práctica. Esta vez estaba relajado con ganas de seguir aprendiendo y sobre todo ‘pasarla bien’. Con esta actitud mucho más positiva, nada podía borrarme la sonrisa que llevaba dibujada en la cara.
Terminé la sesión sin contratiempos. Estaba muy contento porque no solo la había pasado muy bien, pero porque mi consistencia y reacciones entre el tráfico, había convencido a los incrédulos: me habían autorizado para competir.
Pude completar solo 10 vueltas y mi mejor tiempo fue 1:46.4246, casi exacto a mi mejor tiempo durante la práctica. Esto significó que partiría en el puesto 23 de los 25.
Dia 2
El pronóstico señalaba condiciones perfectas para todo el día. ¡La energía del lugar era emocionante!. Había cientos de personas en las tribunas y muchos fans, después de reconocerme se acercaron para saludarme y desearme suerte.
Además, tuve oportunidad de conocer y pasar un buen tiempo con mi patrocinador ‘ Deltran Battery Tender’. La familia Prelec (abuelos, padres y nietos) se acercaron para conocerme y mostrar su satisfacción por mi participación hasta ese momento. Durante el corto tiempo que compartimos, me hicieron sentir como parte de la familia. Esto me alegró mucho.
Carrera #1
Antes de entrar a la pista alineamos los carros en un lugar designado para esta formación. Aquí un sacerdote recita una oración y ofrece bendiciones. Además, los fanáticos tienen oportunidad de ver de cerca los carros y a los pilotos mientras se alistan para salir a la pista. Por otro lado, los oficiales aprovechan para inspeccionar los carros por última vez para asegurarse que cumplan con los requerimientos y equipos requeridos.
En el mundo de las carreras, la ley de Murphy esta siempre latente: “Si algo malo puede pasar, pasará”.
Los carros empezaron a moverse hacia la zona de . Encendí el mío y justo cuando me preparaba para soltar el pedal de embrague uno de los oficiales vio que faltaba asegurar un dispositivo de seguridad en mí carro. “La malla del lado del conductor debe permanecer conectada” dijo. “Tienen que conectarla primero para que pueda salir”.
En ese momento no podía creer lo que estaba pasado. Sabía que no había nada que yo pudiera hacer así que me quedé tranquilo y dejé que mi equipo resolviera el problema lo más rápido posible.
Los minutos que les tomó resolver el problema se sintieron como horas. Escuchaba el rugido de los motores acercándose lentamente y yo seguía sin moverme. Mientras se alejaban, escuché el anuncio de la partida.
Mientras tanto los mecánicos trataban de encontrar la herramienta con la medida correcta. “Pásame la 12”. “¡No, la 11!”. ¡Mier** es la 10!
Finalmente vi un pulgar apuntando hacia el cielo al frente de mí. Empecé a moverme con uno de los oficiales montado con medio cuerpo fuera del carro sobre la puerta derecha. Mientras trataba de pasar entre docenas de personas inadvertidas de mi apuro que curioseaban entre los remolques de los equipos de IndyCar.
Trataba de interpretar los gestos de mi ‘copiloto’ porque no escuchaba nada de lo que me trataba de decir por los auriculares, además el casco, el ruido de mi carro y el grito de los otros que ahora andaban al máximo de su capacidad, anulaban cualquier posibilidad de escucharlo.
¡Al fin! Ya estaba en la pista!. No me importaba estar dos vueltas atrasado porque habíamos cumplido con el objetivo. Recuerdo tratar de avisarle al equipo que ya estaba girando en la pista a través del sistema de comunicación, pero no recibí ninguna respuesta.
Como si salir tarde no hubiese sido suficiente, en medio del alboroto, habíamos desconectado un cable del sistema de comunicación por accidente. Este es otro requisito obligatorio, así que a menos de dos vueltas de mi salida me cayó una bandera negra, indicándome que debía entrar a ‘boxes’ para resolverlo.
El problema fue resuelto rápidamente. Ya de regreso en la pista, mientras me encontraba recuperando mi ritmo me sancionaron con una segunda bandera negra. Esta vez porque con el afán por regresar a la pista, excedí el límite de velocidad en los pits.
Después de esto, era obvio que ya no era posible alcanzar al grupo, así que decidí aprovechar el tiempo para continuar trabajando en mi técnica y acumular experiencia.
Como lo esperábamos, terminé tres vueltas por debajo de los líderes. El resultado no importó porque habíamos cumplido con el objetivo principal del proyecto: ¡Competir!
Carrera #2
Esta sería la segunda carrera del día y la última del campeonato 2019. Con 4 pilotos peleando por el campeonato, incluyendo a uno de mis entrenadores Bryan Ortiz, la tensión se sentía en todas partes.
Por mi lado, habiendo terminado la primera carrera cumplí con mi misión. La segunda sería una oportunidad para ver qué tanto podía hacer.
Empezar desde atrás me mantuvo alejado del caos de la partida, solo tenía que ser consistente y mantenerme atento a oportunidades que aparecerían. ¡Así fue! A medida que la carrera se desenvolvía, aparecían las oportunidades y yo las aprovechaba sin pensarlo dos veces.
Al frente, Bryan y los otros peleaban por el campeonato, dándole todo un espectáculo a los asistentes en lo que estaba siendo la final más reñida de la historia de la MX-5 Cup. Mientras tanto, más atrás, yo seguía avanzando.
En un momento, cuando alcanzaba 100 millas por hora (160 km/h) en la recta principal y me preparaba para pasar a algunos llegando a la curva #2, uno de ellos me cerró contra la pared. Mi reacción inmediata fue soltar el acelerador un instante para evitar un accidente mayor…lo conseguí…pero perdí la oportunidad de escalar posiciones.
Después de esto el carro comenzó a vibrar. No estaba seguro de lo qué le había pasado, pero no se sentía igual. Lo primero que pensé fue que el golpe había perforado uno de los neumáticos y estaba perdiendo aire.
Se me pasó por la cabeza entrar a pits pero sabía que si lo hacía perdería los puestos que había logrado avanzar. La computadora y mi equipo me decían que todo se veía bien. La vibración se mantenía, pero no empeoraba. Decidí arriesgarme: ¡Si se va a romper, que se rompa!
Faltaba poco para terminar y la vibración desapareció, estaba totalmente conectado con el carro y me sentía más vivo que nunca.
Durante las últimas vueltas sentí como si estuviera en una película y me invadió una nostalgia romántica. Las condiciones perfectas: El sol empezaba a esconderse, el cielo pintado de anaranjado, y el intenso calor que tuve que soportar durante todo el día dentro del carro desapareció.
En mi cabeza, quería conseguir la vuelta perfecta y sentía que cada vez estaba más cerca de ella. No quería que esta carrera terminara nunca, quería seguir manejando para siempre. Fue un momento surreal porque aparecían imágenes de todos mis ídolos: Senna, Nuvolari, Fangio, Schumacher. Me costaba creer que compartía algo con ellos: soy un piloto profesional.
Al final, terminé en el puesto 20, por delante de 5 carros.
Nada Será lo Mismo
Fue un fin de semana que no olvidaré nunca. Me sentí como un ganador por todos lados porque mi amigo, Bryan Ortiz, el boricua con el que viví una de las experiencias más constructivas de mi vida en Sebring, ganó el campeonato en la categoría ND2. Además, John Dean, uno de los pilotos más talentosos que he conocido, que no solo confió en mí para ser parte de su equipo, pero compartió conmigo todos sus trucos, se coronó como campeón en el grupo ND1.
Antes de esta experiencia me consideraba un buen piloto. Mi participación en este proyecto fue una inyección de humildad y respeto por los profesionales. El respeto no solo cubre la habilidad para conducir un vehículo al máximo de su capacidad, pero por los constantes sacrificios y esfuerzos para poder hacerlo.
A la mañana siguiente (domingo) volví a Laguna Seca, esta vez como espectador durante la final de la Serie IndyCar. Esta fue la primera vez que vi una carrera desde la perspectiva de un piloto profesional. Sin duda mi apreciación cambió. Esta vez prestaba mucha atención al estilo de manejo, las líneas recorridas, estrategias, puntos de referencia, la actitud del carro, etc.
Me acerqué a cada una de las curvas durante la carrera para tratar de aprender de los mejores pilotos. Al final del día Colton Herta (hijo del gran Bryan Herta y el más joven en ganar una carrera de la serie IndyCar) consiguió el primer puesto, mientras que el francés Simon Pagenaud se coronó como el ganador del campeonato 2019.
El Futuro
Me habían advertido que este es un deporte adictivo, pero nunca me imaginé que sería una de sus víctimas. Ahora me encuentro soñando con nuevas oportunidades, acumulando experiencia sobre carros de carrera y sobre todo compitiendo.
Uno de los productos más importantes de este proyecto ha sido una licencia emitida por la FIA con mi nombre. Ésta -en teoría- me ayudará a conseguir a carros mucho más poderosos y exclusivos para la creación de contenido único. ¡Esta es mi justificación! Porque en realidad, solo quiero otra oportunidad.
No tengan miedo de soñar, porque yo soy el vivo ejemplo de que los sueños SI se vuelven realidad. Esten pendientes al 2020 porque el sueño no termina aquí…