La cumbre más alta del mundo se ha vuelto tan popular que hay un tráfico sin precedentes. La congestión incrementa el tiempo de exposición a condiciones extremas, convirtiéndolo en un peligro para los alpinistas. En los últimos días han muerto 11 personas, algunas de las cuales coronaron la cima y ya iban bajando, pero luego de una espera de horas en cola no aguantaron el regreso por la dificultad que supone estar tanto tiempo a una altura de más de 8,800 metros (29,000 pies).