El cura italiano al que la mafia trató de envenenar con lejía en el vino de la misa y se salvó de milagro
Un párroco distinguido por dar sermones antimafia en la región de Calabria, en el sur de Italia, sufrió un intento de envenenamiento con lejía mezclado con el vino de consagrar.
Durante la misa del sábado por la tarde, Felice Palamara consagró las vinajeras de agua y vino, pero al acercarse el cáliz a la boca, notó un olor extraño que lo puso en guardia e interrumpió la celebración diciendo a los fieles que no se sentía bien y llamó a la policía, informó el domingo el diario "Corriere della Sera".
Los análisis confirmaron inmediatamente la presencia de lejía en las vinajeras.
"Estoy seguro de que esta última intimidación no proviene de mis feligreses. Estoy en Pannaconi desde hace 10 años y siempre he tenido una relación de amor y afecto mutuo con la gente local", dijo Felice al diario italiano.
El párroco explicó que esta no es la primera intimidación que sufre, pues hace unos días le provocaron daños en su coche y en su buzón encontró varias cartas anónimas con amenazas de muerte, aunque esta vez la lejía le habría podido costar la vida.
Según las investigaciones y tras otras intimidaciones a otros curas de la zona, amenazados por sus sermones en los que hacen un llamado a la población a la legalidad, se sospecha que puedan haber molestado a quienes en esos pueblos esperan legitimar el poder mediante el chantaje y la intimidación.
Después de las amenazas sufridas por el sacerdote, por orden del comisario de policía de Vibo Valentia, se le ha asignado vigilancia las 24 horas del día.
El obispo de Vibo Valentia, Atilio Nostro, declaró en una nota tras visitar al párroco: "La diócesis vive un momento de sufrimiento debido a actos de intimidación que nada tienen que ver con la vida cristiana normal de las parroquias. Por este motivo, hago un nuevo llamamiento a las comunidades cristianas para que no se dejen desanimar por este lenguaje de violencia. No debemos ceder a esta lógica, dejándonos tentar por la desesperación y la ira".
También la comunidad de Pannaconi se solidarizó con el sacerdote: "No permitiremos que nadie perjudique a nuestro párroco, nadie podrá detener un pueblo que quiere y merece la redención y que quiere crecer".
“Acciones que solo pueden considerarse un acto de cobardía y profunda intolerancia”, dijo en un comunicado la istración Municipal de Drapia.
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