Uruguay no tuvo que aplicar la cuarentena obligatoria contra el COVID-19, pero hizo algo mejor
La pandemia de coronavirus ha puesto al mundo en condiciones que no se hubieran imaginado antes. Algunos países no han podido controlar la situación, como es el caso de Estados Unidos. Otros tantos han logrado contener el virus con éxito.
Uruguay ha llamado la atención global gracias a su estrategia para enfrentar la crisis, pues lo hace sin recurrir al aislamiento obligatorio.
La mayoría de los países, incluidos algunos de Latinoamérica como México, Argentina y Colombia, optaron por suspender las actividades no esenciales y solicitaron a la población que se resguarde en casa, para evitar contagios e impedir el colapso de los servicios de salud.
Sin embargo, estos mandatos no han detenido por completo el avance del COVID-19, aunque sí lo han contenido en gran medida.
En contraparte, el paro de actividades ha tenido severas repercusiones económicas, que han dejado a miles de personas sin empleo.
Para evitar estas consecuencias negativas, las autoridades de Uruguay decidieron implementar un plan diferente que no incluye una cuarentena obligatoria.
La estrategia parece estar funcionando, pues la curva de contagios se ha aplanado en esta nación. Sólo se han registrado 746 casos acumulados y 20 decesos, según información de la Universidad John Hopkins.
¿Cuál fue la estrategia de Uruguay?
A mediados de marzo se detectaron los primeros casos del nuevo coronavirus en el país sudamericano. A partir de ese momento se declaró una emergencia sanitaria.
Se suspendieron clases, se restringieron las actividades no esenciales y los eventos masivos, se cerraron las fronteras internacionales y se repatrió a los uruguayos que estaban en otros países.
No obstante, las autoridades no impusieron un confinamiento obligatorio para sus ciudadanos. Lo que sí hicieron fue motivarlos a quedarse en casa, en la medida de lo posible. Además, se intensificó la realización de pruebas de COVID-19.
¿A qué se debe el éxito de Uruguay?
Otros países han acatado normas similares a las de Uruguay, pero no han tenido un panorama favorecedor, por lo que resulta sorprendente que en esta nación el escenario sea tan positivo. ¿Cuál fue la diferencia?
Uno de los aciertos fue la rapidez con la que se actuó. El gobierno declaró la emergencia sanitaria desde el día que se identificaron los primeros 4 casos de coronavirus y tomó medidas inmediatas para evitar las conglomeraciones de personas.
A la vez, el secreto está en el actuar de su población. A pesar de que las autoridades no implementaron un confinamiento obligatorio, los ciudadanos hicieron todo lo posible por quedarse en casa.
Según reportes de Google Mobility (que mide los desplazamientos de una comunidad), el 29 de marzo la actividad en lugares recreativos como cafés, teatros y centros comerciales se redujo a un 75%.
Asimismo, las personas que salen a las calles practican el distanciamiento social y hacen uso de cubrebocas, lo que ha hecho una gran diferencia.
Gracias a todo esto, Uruguay ya está comenzando a regresar a sus actividades cotidianas.
Esto nos demuestra que quedarse en casa salva vidas, pues es la medida más efectiva ante la pandemia de COVID-19.
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