¿La cervecita del sábado de noche fija las grasas? Una nutricionista responde
Muchas personas, cuando quieren bajar de peso, dejan de tomar alcohol porque «fija las grasas y engorda». Hoy queremos contarte de la mano de una nutricionista que esto no necesariamente es así, además de unos tips para seguir tomando esa cervecita que tanto te gusta sin que tu organismo sufra demasiado en el camino.
¡Es ciencia!
La licenciada en Nutrición María Agustina Murcho explica en su cuenta de Instagram que el alcohol no fija las grasas ni nos hace engordar de forma directa, aunque sí puede aumentar nuestro apetito.
Lo que sucede es lo siguiente: cuando bebemos alcohol, nuestro cuerpo lo identifica como una sustancia tóxica e intenta eliminarlo lo antes posible. En consecuencia, nuestro sistema digestivo se concentra en limpiar el organismo y reduce otras funciones, como la producción de glucosa o la metabolización de las grasas.
En otras palabras, nuestro organismo se preocupa tanto por desintoxicarnos del alcohol que deja de metabolizar las grasas que ya están en nuestro organismo. Sin embargo, si consumimos alcohol de forma moderada, esto no tendría por qué hacernos subir de peso.
Esa pequeña colación de las 4 a.m.
Como explicábamos antes, otro efecto que el alcohol tiene en nuestro organismo es que se reduce la producción de glucosa. Esto sucede porque el sistema digestivo se ocupa más de eliminar el alcohol que de procesar los hidratos de carbono que consumimos y puede llevar a hipoglicemias.
Los niveles bajos de azúcar tienen como consecuencia directa el hambre, es decir, esas ganas de comerte una hamburguesa con papas fritas a las 4 de la mañana. En este sentido, el alcohol podría, indirectamente, hacernos subir de peso, aunque hay que recordar que comerte una bomba de calorías una vez no hará que engordes, sino que las fluctuaciones en el peso tienen más relación con los hábitos diarios. Entonces, si no sales demasiado seguido, no te preocupes ni te quedes con las ganas de esa hamburguesa.
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El problema de la resaca
Pero nuestra querida hamburguesa podría convertirse en un problema al otro día porque suma puntos para que tengamos una vieja y (no tan) querida resaca. Murcho nos explica que no es recomendable consumir comidas ricas en grasas con alcohol porque estas aumentan la irritación que la bebida ya de por sí produce en nuestro sistema digestivo y puede desencadenar náuseas y malestar estomacal al otro día.
Además, la nutricionista recomienda evitar el consumo de paracetamol para calmar los dolores de cabeza porque esta droga, cuando se combina con alcohol, puede generar daño hepático. Por otra parte, también recalca la importancia de comer bien antes de beber e intercalar el consumo de alcohol con agua para evitar deshidratarnos y sentirnos peor al día siguiente.
Como siempre, cuando hablamos del consumo recreativo de alcohol siempre es importante la moderación para que esa querida cervecita no dañe nuestro cuerpo ni nuestra salud mental.
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