Un polémico Robert Downey Jr. destrozó a The Dark Knight por ser demasiado sofisticada
2008 fue un año crucial para el cine de superhéroes.
Fue el año de Iron Man y de The Dark Knight, dos películas muy significativas que se estrenaron con un mes de diferencia y terminarían por definir el futuro del género, si es que así se le puede llamar a este conjunto de películas muy diferentes entre sí protagonizadas por héroes con superpoderes y a veces capa.
La primera fue el punto de partida para el Universo cinematográfico de Marvel ( MCU), una vasta franquicia que es hoy la más exitosa de la historia y una que se ha convertido en el modelo a seguir para cualquier estudio de Hollywood que tenga en sus manos una propiedad de los cómics.
La segunda es ampliamente considerada uno de los puntos más altos del cine de superhéroes, una película que gracias a su prestigioso autor-director, Christopher Nolan, goza de una reputación que va más allá de los límites del género, y con una influencia más radicada en su tono y su estilo; miles quisieron imitar después ese mundo de fantasía serio, realista y oscuro que creó Nolan.
Dos estilos opuestos
Se puede decir que las dos películas marcaron el comienzo de dos corrientes antagonistas: el MCU pasó a ser asociado a lo humorístico y más entretenido, mientras que los continuadores de The Dark Knight —notoriamente Zack Snyder— buscaron el camino del dramatismo serio y solemne.
Robert Downey Jr., el actor que se alzaría como la principal estrella del MCU en su papel de Tony Stark, ya manifestó su predilección por lo que podríamos llamar el modelo Marvel, cuando éste todavía no se había definido y popularizado.
En una entrevista realizada días después del estreno de The Dark Knight, Downey Jr. criticó la película de Christopher Nolan por ser demasiado intelectual:
Así, Robert Downey Jr. fue una suerte de pionero de ese debate cultural en torno a la batalla Marvel vs. DC en el cine y de los términos en que se prolongaría este en los años siguientes.
Un debate que en cierto modo también se impulsa de una vieja idea equivocada, que asocia lo humorístico a lo liviano y banal, y lo sombrío y serio a una mayor sofisticación intelectual, de mayor importancia.
Por algo las comedias nunca ganan Premios Oscar y tampoco lo hacen las películas de superhéroes. Salvo, claro está, por The Dark Knight, que le valió a Heath Ledger su Oscar póstumo.