Indudablemente el dolor es siempre fuente de estrés, en cambio la música, cuando es la adecuada, lo es de placer y relajación. La música, en sus infinitas expresiones y manifestaciones, el sonido, los ritmos, las melodías, acuden a nuestro psiquismo proporcionando alivio allí donde las tensiones no dejan espacio más que para contracturas y depresiones.