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Investigación señala que el desarrollo de la vacuna contra la tuberculosis fue detenido por farmacéutica para ganar más dinero

Según un trabajo de investigación de la organización periodística sin fines de lucro ProPublica, la farmaceutica GSK pisó el freno al desarrollo de una prometedora vacuna contra la tuberculosis, una enfermedad quye mata a 1.6 millones personas, pobres en su gran mayoría, en todo el mundo. Lo hizo -dice el trabajo periodístico- a fin de dar prioridad al desarrollo de otros medicamentos más lucrativos.
Publicado 4 Oct 2023 – 03:05 PM EDT | Actualizado 4 Oct 2023 – 03:12 PM EDT
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Según un trabajo de investigación de la organización periodística sin fines de lucro ProPublica, el gigante farmacéutico GSK pisó el freno al desarrollo de una prometedora vacuna contra la tuberculosis, una enfermedad que ataca a personas pobres en su gran mayoría, a fin de dar prioridad a otros medicamentos más lucrativos.

Resultados de pruebas preliminares de la vacuna contra la tuberculosis, una enfermedad infecciosa que anualmente mata a 1.6 millones de personas en todo el mundo, fueron tan alentadores que expertos los describieron como el mayor avance en una vacuna contra la tuberculosis en un siglo.

Pero más de cinco años después de las pruebas iniciales, médicos infectólogos en todo el mundo aún esperan que GSK lleve adelante el ensayo clínico necesarias para la aprobación de la venta del fármaco.

La tuberculosis no es una enfermedad lucrativa para las compañías farmacéuticas

Según ProPublica, GSK dio marcha atrás en su trabajo de salud pública global para servir al rentable mercado de Estados Unidos el cual constituye su “máxima prioridad” de acuerdo a su directora ejecutiva, Emma Walmsley.

Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC en inglés) en Estados Unidos se reportaron 600 muertes por tuberculosis (0.2 muertes por cada 100,000 personas) en 2020, el año más reciente para el que hay datos disponibles, lo que representa aproximadamente un 0.03% de las muertes por la enfermedad a nivel global.

Según el reporte, la compañía abandonó su vacuna contra la tuberculosis a fin de priorizar una vacuna contra el herpes zóster, la infección viral que causa la dolorosa culebrilla que afecta principalmente a personas mayores en Estados Unidos, cubiertas en gran medida por seguros gubernamentales.

ProPublica dice que la vacuna contra la culebrilla, comercializada bajo el nombre de Shingrix, es descrita hoy por la compañía como la “joya de la corona” y ha recaudado más de $14,000 millones desde 2018.

Shingrix comparte un ingrediente componente con la vacuna contra la tuberculosis que mejora la eficacia de ambas vacunas, pero cuya disponibilidad es limitada.

Desarrollos científicos financiados por dineros públicos

El reporte explica que históricamente los gobiernos se han asociado con las grandes compañías farmacéuticas para desarrollar vacunas contra enfermedades del alcance global, pero que las empresas obtienen el control de los productos, asegurando su propiedad y priorizando su propio beneficio, a pesar de que su desarrollo fue financiado por dinero de los contribuyentes.

Ese es el caso de lo sucedido con la vacuna contra la tuberculosis.

ProPublica explica que hace décadas, el Ejército de EEUU contrató a GSK para trabajar en una vacuna contra la malaria y ayudó a desarrollar un ingrediente que preparaba el sistema inmunológico para responder con éxito a la vacuna.

GSK luego determinó que el componente tendría el mismo efecto en otras vacunas, patentándolo y tomando control de sus ingredientes a pesar de haber sido desarrollado con financiamiento gubernamental.

Luego GSK aceptó financiación gubernamental y de organizaciones sin fines de lucro para desarrollar una vacuna contra la tuberculosis, utilizando el ingrediente, para luego abandonarla antes del ensayo clínico necesario para aprobar su seguridad y lograr el permiso para su venta.

Luego de una negociación de casi dos años, GSK llegó a un acuerdo con la organización sin fines de lucro Bill & Melinda Gates Medical Research Institute, o Gates MRI, para continuar el desarrollo de la vacuna contra la tuberculosis, reservándose el derecho de vender la vacuna en los países ricos.

El ensayo clínico que determinará si se aprueba la vacuna no comenzará hasta 2024 y no se espera que finalice hasta al menos 2028.

GSK niega el señalamiento y dice que no puede hacerlo todo

GSK niega haber retrasado el desarrollo de la vacuna contra la tuberculosis y dijo a ProPublica que sigue dedicada a investigar enfermedades que afectan a comunidades desatendidas.

"Cualquier sugerencia de que se ha reducido nuestro compromiso con la inversión continua en salud global es fundamentalmente falsa", escribió en un comunicado Thomas Breuer, director de salud global de la compañía.

GSK explicó a ProPublica que no puede hacerlo todo, y ahora considera que su papel en la salud global consiste en realizar el desarrollo temprano de productos y luego traspasar los ensayos clínicos finales y la fabricación a otros.

También dijo que una vacuna contra la tuberculosis es radicalmente diferente de las otras vacunas de la compañía porque no puede venderse a gran escala en los países ricos.

ProPublica explica que aunque decenas de millones de personas utilizarían una buena vacuna contra la tuberculosis, en el lenguaje industrial “no tiene mercado”, porque quienes la compran son en su mayoría organizaciones sin fines de lucro y países con poco dinero.

Expertos consultados por ProPublica dicen que lo sucedido con la vacuna contra la tuberculosis de GSK pone de relieve un sistema fallido, que durante demasiado tiempo ha priorizado las necesidades de las corporaciones sobre las de los enfermos y los más pobres.

Según ellos, es un secreto a voces en el mundo farmacéutico que las empresas participan en la investigación sanitaria global porque es allí donde pueden probar nuevas tecnologías que pueden aplicarse a otras enfermedades más lucrativas.

En una presentación para inversionistas en 2016, un ejecutivo de GSK utilizó el ejemplo de la vacuna contra la malaria para explicar los beneficios de trabajar en enfermedades de alcance global.

Para aquellos de ustedes que piensan que esto es solo filantropía, no lo es”, dijo Luc Debruyne, entonces presidente de vacunas de GSK, quien explicó que fue a través del trabajo contra la malaria que la compañía inventó el componente que ahora se encuentra en su exitosa vacuna contra el herpes zóster.

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