¿Es posible que la ropa nos haga pertenecer a un grupo social sin quererlo?
A diferencia de hace unos años, las modas y sus respectivas subculturas se superponen unas a otras con una velocidad aplastante gracias, en parte, a la velocidad de las redes sociales o la influencia de Internet. Sin embargo, el mundo continúa siendo un lugar en el que a pesar de prometer una mayor diversidad, las etiquetas están a la orden del día y la ropa es uno de sus principales rasgos.
¿Para quiénes nos vestimos?
Cuando viajas a un país lejano, es curioso ver a personas occidentales vestidas de reconocidas marcas en un barrio pobre de la India y a dos mochileros cuyas ropas parecen más raídas que las de los locales. Unos dicen que la idea es mantener tu identidad allá donde vayas, otros que vestirte como los demás es una forma de mimetizarse y unos pocos, simplemente, se visten al estilo hippie porque "es lo que toca", aún si llevan zapatillas de marca y escriben en una portátil con el último sistema operativo en un cybercafé.
El hecho de poner este ejemplo surge de la facilidad con la que los estereotipos quizá luzcan aún más latentes cuando salimos de nuestras grandes ciudades occidentales y debemos adoptar una imagen definitiva en otro lugar del mundo. Sin embargo, trasladando esta realidad al día al día, las cosas tampoco cambian, de hecho, son peores.
Si en el otro lado del mundo pocos te juzgarán, en tu ciudad (y especialmente en tu pueblo) muchos te etiquetarán por la ropa que lleves relacionándote al instante con un determinado prototipo o grupo social: si eres un chico y vistes un pañuelo de muchos colores vivos serás gay, si eres una chica y te gustan las plataformas eres punky, y si llevas un pantalón baggy de colores un hippie y, por ende, seguramente un drogadicto.
Quitar las etiquetas
No a todas las personas se las encasilla rápidamente en un grupo social, ya que muchas de ellas suelen lucir atuendos sencillos e impersonales, véase ropa deportiva, clásica o a la moda, lo cual distrae al resto y les permite ser vistos como personas que siguen una moda que tampoco se toman en serio, no al menos de forma inconsciente. Sin embargo, sí hay prendas que denotan una etiqueta automática respecto a un determinado grupo social.
Por suerte, el mundo (al menos en España) parece mucho más abierto en este sentido gracias a Internet y unas modas que tratan de reciclar viejos estilos (vintage lo llaman), con lo cual ha llegado un momento en el que es más fácil llevar lo que quieras sin sentirte culpable.
¿Que te sigan juzgando? Posiblemente, pero eso es algo que, me temo, nunca va a dejar de existir. Menos aún en la época del postureo y de los books propios en Instagram.
La ropa nos hace pertenecer a un grupo social a ojos de la gente dependiendo de las prendas y actitud, si bien lo mejor sería detenerse y aceptar nuestra vestimenta como parte de un estilo propio, libre de etiquetas, único.