Inklings: el grupo literario de J. R. R. Tolkien y C. S. Lewis
Cada martes en la mañana el pub Eagle and Child, en Oxford, era visitado por las figuras más respetadas de la literatura inglesa de la época. Era un nutrido grupo de creativos, quienes decidieron renombrar el sitio como « Bird and Baby» («Pájaro y bebé»), sin ninguna razón particular.
No siempre la cita fue allí y no siempre fue los martes, pero sí hubo una constante: un profundo amor por la literatura, una crítica brutal y sincera del trabajo del otro y 2 personas que se convirtieron en leyendas de la fantasía: J. R. R. Tolkien ( El hobbit) y C. S. Lewis ( Las crónicas de narnia).
Se hicieron llamar los « Inklings» («Indicios»), dejando claro ese cariño por la tinta que se vuelve historia, y fueron una especie de sociedad secreta de la literatura a cuyas reuniones cualquiera hubiera soñado acudir.
El club que no era un club
O al menos eso aseguró W. H. Lewis, uno de los que acudía a las informales reuniones que iniciaron a principios de la década de 1930 y se extendieron hasta entrados los años 40.
Al respecto, Lewis escribió: «Hablando apropiadamente, no era un club ni una sociedad literaria, aunque participaba de la naturaleza de ambos. No había reglas, oficinas, agendas o elecciones formales». Tolkien fue un poco más poético y describió el grupo como «una fiesta de la razón y el flujo del alma».
Aunque él y Lewis eran sus figuras más célebres, otros amantes de la literatura fantástica integraban el club. Tal es el caso de Charles Williams (editor del periódico de Oxford), W. H. Lewis (hermano de C. S. Lewis), Victor Hugo Dyson, Adam Fox, Lord David Cecil, Neville Coghill, Owen Barfield, Robert Humphrey Havard, Gervase Matthew y el comandante James Dundas-Grant.
Era usual la presencia de «invitados» como Colin Hardie, Christopher Tolkien (hijo de J. R. R. Tolkien), Roger Lancelyn Green, Percy Bates, Ronald McCallum, Charles Wrenn y otros visitantes invitados por lo del «no club».
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¿Un espacio para escuchar?
Aparentemente, C. S. Lewis era quien más disfrutaba de estas reuniones. Por lo menos, Tolkien notó el placer que al hombre le producía escuchar el trabajo de sus compañeros. Además, estaba impresionado por su memoria, pues podía citar cualquiera de estos textos, aunque hubiera pasado mucho tiempo.
En estas reuniones Tolkien leyó en voz alta su famoso Señor de los anillos, C. S. Lewis presentó Más allá del planeta silencioso y Charles Williams dio a conocer su All Hallows’ Eve.
Hay quienes aseguran que las lecturas de manuscritos no ocurrieron, o al menos no en los bares, reservados para reuniones menos formales.
Sea como sea, Inklings suena como un grupo en el que cualquier aspirante a escritor hubiera deseado estar. ¿A ti qué te parece?