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Criticas de Cine

Cam, la película de horror de Netflix que «le encantó» a Stephen King y es una pesadilla sobre Internet

Publicado 21 Nov 2018 – 12:18 PM EST | Actualizado 21 Nov 2018 – 12:20 PM EST
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Isa Mazzei, guionista y productora de la nueva película de terror de Netflix producida por Blumhouse, fue una camgirl —o «modelo de cámara web»— antes de dedicarse al cine.

Por si no lo sabes, una camgirl es una de esas chicas que hacen un show a veces erótico y generalmente pornográfico ante una webcam, transmitido en vivo para un montón de desconocidos cachondos del otro lado del monitor, desconocidos que llegaron allí gracias a un sitio web mediador que brinda la infraestructura para la transmisión y reúne y ofrece a las diferentes chicas a sus s/clientes.

La idea original de Mazzei era hacer un documental sobre las chicas que se dedican a esto, pero se dio cuenta que, por mucho que explicara cómo funcionaba, nadie parecía entender del todo.

Decidió que, lo mejor, era hacer de todo este mundo de las webcams y las chicas, el escenario para una película de horror.

Esa película es Cam, que acaba de ser lanzada en Netflix y ya fue recomendada por Stephen King, para asombro y satisfacción de su creadora.

Me encantó Cam en Netflix, genial actuación protagónica de Madeline Brewer.
A Stephen King le gustó mi película, ya puedo morir. Estoy muerta.

Nadie piensa en las camgirls

Si pensamos en el concepto de cosificación femenina, entendido como la consideración de una chica como un mero objeto sexual por sus atributos físicos, desprendida del resto de su personalidad y de su existencia como persona, nadie es tan cosificada como una camgirl.

Una presencia erótica online y con nombre falso, un rostro y un cuerpo en un monitor, sin historia ni trasfondo más que ese show, ese espacio físico y ese momento en que transmite en vivo.

La primera cosa que sobresale en Cam, evidentemente por tener un guion escrito por una ex camgirl, es que su protagonista, una chica llamada Alice pero que hace sus shows bajo el alias de Lola, interpretada por una sorprendente Madeline Brewer (The Handmaid's Tale) tiene una historia detrás.

Alice es un personaje real, con otras dimensiones más allá de su oficio, con vida cuando se apaga la transmisión online, lo que no es del todo frecuente para las trabajadoras sexuales de la ficción (excepto por la gran serie The Deuce).

Pero no solo eso: es una vida completamente corriente, exenta de dramas y tragedias.

La película da un tratamiento humano y naturalizado a su actividad, y además muestra todos los entretelones, lo que también humaniza o por lo menos brinda un enfoque novedoso sobre toda esa industria.

Alice no lo hace ni obligada, ni explotada por un tercero, ni forzada por su situación económica. Lo hace porque quiere y le gusta, porque disfruta de armar un show, satisfacer a sus seguidores y competir con las demás chicas por la popularidad en el sitio, empleando toda su creatividad e ingenio, casi como si fuera una cineasta. No es del todo extraño, si uno lo piensa, que una camgirl se haya convertido en guionista (y haya escrito esta película).

Su actividad como camgirl es un hecho simple y consumado, aunque la película tampoco ignora las implicaciones que tiene en el mundo real. Alice, por ejemplo, no ha reunido el valor para decirle a su madre a qué se dedica, y tampoco se lo dice a una vieja amiga que se encuentra por casualidad.

Hay un componente de empoderamiento femenino (hecho explícito en boca de la madre de Alice), aún si este empoderamiento consiste en elegir «libremente» una actividad que consiste en alentar y satisfacer las fantasías de creeps y pervertidos desconocidos o competir con otras chicas por la aceptación y los premios de éstos (presuntamente justificado con la posibilidad de hacer más dinero).

Cualquiera puede interpretar tu personaje virtual

Pero todo lo anterior no es más que la premisa de Cam.

La historia da comienzo realmente cuando Alice descubre que le han hackeado la cuenta, no puede ingresar, y en su lugar hay una extraña que luce idéntica a ella realizando sus shows eróticos.

La historia funciona entonces como una tradicional película de terror: canalizando un miedo cotidiano y más o menos universal a través de una extrapolación, en este caso dada por la ambientación y ese escenario de fondo, que es el mundo de las camgirl y los sitios pornográficos que las ofrecen.

El miedo es el del robo de identidad en Internet, sublimado aquí a través de un thriller de terror psicológico.

¿Quién no ha temido alguna vez que algunas de sus cuentas en redes sociales o foros online sea hackeada y operada por un extraño, que comienza a causar toda clase de daños haciéndose pasar por uno, daños que posiblemente tengan sus trágicas repercusiones en la vida real, es decir fuera de Internet (que no es menos real)?

Y si esto es aterrador, imagina si eres una camgirl, alguien que expone su rostro y su cuerpo ante desconocidos y está inmersa en un ámbito bastante sórdido de desconocidos que tienen con ella fantasías violentas, macabras y perversas.

Cam avanza a un buen ritmo y va aumentando la tensión y la intriga en torno a lo que hay realmente detrás de la situación de Alice y la verdadera naturaleza de esta amenaza, hasta llegar a una resolución más mundana, y quizá poco desarrollada, de lo que podía imaginarse pero bastante satisfactoria, y atrapante de ver.

Cam se puede ver en Netflix y es una buena inversión de poco más de hora y media de tu tiempo, que además sugiere que en la guionista Isa Mazzei, el director debutante Daniel Goldhaber (quien solía colaborar con la guionista en sus shows de webcam) y en su protagonista Madeline Brewer, hay nuevos talentos dignos de seguirles el rastro.

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